Editorial

El alcohol y los menores de edad, un problema a resolver


Aunque la ley prohíbe la venta de alcohol a menores de 18 años, las reuniones de fin de año fueron motivo para consumir bebidas alcohólicas entre los chicos que, por la permisividad de los adultos, se exponen a los riesgos de una ingesta desmedida que puede tener efectos nocivos para la salud y, además, llevar a un relajamiento de los cuidados preventivos en estos tiempos de Covid-19.

Esta semana, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) alertó sobre el problema. “La adolescencia es una etapa de experimentación, de sensación de omnipotencia, de búsqueda del riesgo y de cuestionamiento de las normas. En ese contexto, el alcohol es la droga de más fácil acceso para niños y adolescentes, mientras que la percepción de riesgo asociado al consumo de alcohol es la más baja entre todas las sustancias adictivas”, señalaron especialistas en adolescencia de la Secretaría del Grupo de Trabajo en Adicciones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

La Organización Mundial de la Salud advierte que, contrariamente a lo que muchas personas creen, no existe un límite seguro de consumo de alcohol. Por eso el organismo internacional observa que más allá de las consecuencias sanitarias, la ingesta desmedida de alcohol provoca pérdidas sociales y económicas importantes, tanto para las personas como para la sociedad en su conjunto. Concretamente, la OMS considera que los menores de 18 años no deben tener acceso a este tipo de bebidas, ya que su consumo afecta al sistema nervioso central y, como se sabe, el organismo de los menores no está preparado para metabolizar el alcohol.

Según la Sociedad Argentina de Pediatría, el consumo de alcohol en la adolescencia interfiere con el crecimiento, la nutrición y el desarrollo de la personalidad. Además modifica el ánimo, la memoria, el pensamiento, las sensaciones y la voluntad.

Pero si el consumo de alcohol en sí no es aconsejado en menores, el consumo desmedido es un problema más grave ya que solo un porcentaje muy pequeño del alcohol consumido (se estima que no supera el diez por ciento) puede ser eliminado a través de la orina y el sudor, mientras que el resto de la bebida consumida debe metabolizarse a través del hígado, que es el órgano que lleva la peor parte cada vez que hay un exceso de alcohol en el organismo. Distintos estudios realizados en laboratorios demostraron que son falsas ciertas creencias relacionadas con el proceso de eliminación del alcohol, como las que afirman que darse una ducha o tomar un café después de beber este tipo de bebidas son prácticas que pueden contribuir a eliminar más rápido el alcohol consumido.

Los especialistas advierten que el consumo excesivo tiene mayores efectos nocivos en la salud de las personas cuando se comienza a beber en edades tempranas y puede generar consecuencias en la vida adulta, ya que puede derivar en enfermedades como cirrosis hepática, provocar hipertensión arterial, afecciones cardíacas, gastritis y frecuentes trastornos de la memoria. Por eso es necesario que se realicen controles efectivos para asegurar que se cumplan las normas que establecen taxativamente la prohibición de venta de bebidas alcohólicas a menores de edad, y sancionar a quienes violan estas leyes vigentes.

Distintos estudios confirman que existe una estrecha relación entre la edad de inicio al consumo de alcohol y la probabilidad de ser diagnosticado con abuso y dependencia hacia el alcohol: cuanto más temprano se empieza a beber, mayor es la posibilidad de que haya abuso y dependencia en la vida adulta. Una investigación realizada hace unos años con chicas y chicos de entre 12 a 17 años, por ejemplo, detectó la presencia de síntomas de dependencia hacia el alcohol en el 12 por ciento de las mujeres y en el 19 por ciento de los varones.

Hay más datos que advierten sobre la gravedad del problema: investigaciones recientes realizadas en Londres revelan que el alcohol tiene efectos neurotóxicos en el cerebro adolescente, particularmente en las áreas involucradas en el control de impulsos. A nivel local, un trabajo realizado por investigadores argentinos observó una significativa muerte de neuronas en la amígdala central, área asociada al procesamiento del miedo, luego de la administración de una dosis relativamente elevada de alcohol. Todos estos datos son un llamado de atención sobre cierta permisividad que se observa entre muchos adultos.


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