Editorial

El año que todo cambió


El año que terminó auguraba ser de lo más especial. Pero no de esta manera. 2020 se ha convertido en el año en el que, de una manera u otra, la vida nos ha cambiado a todos y ha acelerado en apenas meses procesos que hubieran tardado años en consolidarse.

Todos los buenos augurios parecían pocos. La cábala anunciaba un gran año. Los apasionados de la numerología señalaban que la suma de los cuatro dígitos 20 + 20 era 40. ¿Qué podía salir mal? Unas astrólogas argentinas, que a la altura del mes de mayo ya eran fenómenos virales por su mala puntería, aseguraban que 2020 sería un año estupendo para viajar. Todos celebramos con júbilo el advenimiento de los dorados años 20 del segundo milenio. Que una provincia china estuviera confinada por un virus desconocido no parecía ser asunto nuestro.

Para mediados de marzo ya intuíamos nuestro error. También empezamos a entender la que es, según el filósofo Daniel Innerarity, una de las grandes enseñanzas de este año: “Todo es doméstico, ya no existen asuntos extranjeros”. Innerarity se ha ganado el título de “filósofo de la pandemia” con su libro Pandemocracia (Galaxia Gutenberg), publicado en mayo de 2020 y que va por la tercera edición corregida y aumentada.

Dice el filósofo que hasta 2020 vivíamos en “una ilusión de fortaleza”. Tendíamos a confiar demasiado en nosotros mismos y no percibíamos nuestra fragilidad. Hablábamos de post humanismo, de inteligencia artificial y robotización cuando un virus vino a recordarnos nuestra condición corporal.

Jorge Carrión, autor de “Lo Viral” (Acantilado), otra de las bitácoras que nos han guiado por este 2020, sostiene que hay años que merecen ser coronados como inicios de siglo. Menciona como ejemplo a 1914, que se ha considerado el comienzo del Siglo XX por el estallido de la Primera Guerra Mundial, o 2001, el primer año del Siglo XXI por el ataque a las Torres Gemelas. “¿Y si nos hemos precipitado? –se pregunta Carrión-, ¿y si el Siglo XXI hubiera comenzado en 2019 en Wuhan?”.

Por otro lado asocia los efectos de este punto de inflexión como parte de un proceso natural, pertinente y esperable. Es decir, correspondía un cambio de estilo “sísmico”, radical: “Si miramos atrás vemos que después de la Segunda Guerra Mundial llegó el movimiento beat, la socialdemocracia y el estado de bienestar. Es previsible que se produzcan mutaciones urbanísticas, sociales y artísticas en los próximos años. La que ya está ocurriendo es la aceleración digital y tecnológica”.

Desde el punto de vista de los cambios culturales, sociales, laborales, lo que iba a pasar una década después, pasó en tres meses de 2020. Así lo estima la consultora McKinsey, que ha relevado que en Estados Unidos el Covid-19 ha provocado en 90 días un crecimiento del comercio electrónico que en condiciones normales habría tomado 10 años. Cuando llevábamos menos de una semana confinados, todos los entornos físicos demostraron una rápida capacidad de volverse virtuales: la oficina, el colegio, el gimnasio, el bar, el diván del terapeuta. Nadie sabe de dónde salieron tantas aplicaciones ideadas para tener vida social on-line. Los confinamientos masivos no habrían sido posibles sin el teletrabajo y la educación a distancia, sin Internet el mundo se habría paralizado.

En pocos meses, además de vivir literalmente en la metáfora de que te robaran el mes de abril, incorporamos toda una semántica para nombrar una extraña realidad: confinamiento, Aspo, nueva normalidad, distanciamiento, Dispo, PCR, test de antígenos. También adoptamos una coreografía de movimientos y rituales que se repetían en todo el mundo: cruce de codos, choque de puños, conversaciones a dos metros de distancia, despedidas sin besos ni abrazos. Estamos viviendo un experimento colectivo involuntario que somete a prueba casi todos los aspectos de la vida que llevamos. Para el sociólogo y el filósofo es apasionante el ver y analizar estas situaciones, pero para la persona es una tragedia.

Irene Vallejo es autora de “El infinito en un junco” (Siruela), otro megaéxito literario de 2020 que cuenta la historia de los libros en el mundo antiguo; lleva ya 15 ediciones. ¿No era que la gente ya no leía y solo vivía pegada a las pantallas? ¿Acaso nos ha traído 2020 la vuelta a la lectura? “Es cierto –explica Vallejo– que hemos dedicado a las redes, videoconferencias y plataformas más tiempo que nunca. Sin embargo, la saturación de las pantallas nos ha hecho regresar a la lectura de los libros –los datos de las encuestas sobre hábitos lectores lo corroboran– y sorprendentemente hemos redescubierto el inmenso valor de las cercanías, el calor insustituible de nuestros cuerpos: las clases presenciales, la conversación cara a cara, los abrazos y las caricias”.

Pero a la vez también somos más dependientes y vulnerables a las plataformas y redes sociales. La era digital ha cambiado la forma de percibir las cosas y ha añadido más propaganda y mentiras. El pensamiento superficial y preconcebido, ese que es incapaz de hacer lecturas críticas, domina muchos aspectos de la vida. El consumo digital roza la adicción; oscilamos continuamente entre el “tecnoentusiasmo” y “la tecnopreocupación”. Un poco de serenidad al respecto no nos vendría mal, pero ¿podemos abstraernos de la pantalla?

En septiembre de 2020 y según datos de Forbes, Netflix tenía 183 millones de suscriptores; duplicó la previsión de crecimiento que tenía para este año sumando casi 16 millones de conexiones en lugar de las 7.5 que estimaba. Es seguida por Amazon Prime Video con 150 millones y por HBO con 140 millones. Es decir que medio mundo se ha colgado del ocio en streaming mientras las salas de cine languidecen y las grandes producciones de Hollywood se estrenan en las plataformas.

Ya hay quien habla del capitalismo de plataformas, un fenómeno que se ha acelerado con la pandemia y que ha cambiado el paradigma del ocio a un formato en solitario y mucho más doméstico.

Otra cuestión que nos trajo este condicionado 2020 es que, con todo el tiempo del mundo, hemos podido examinar todo lo que sobraba en nuestro placard y hacer acto de contrición respecto del consumo de moda. Una circunstancia que ha puesto a la industria en modo de revisión. Producir menos, apostar por estilos atemporales y echar el freno a una sucesión de novedades y tendencias infinitas que, vistas desde la perspectiva de un 2020 en que nos hemos permitido pocas veleidades, suenan totalmente absurdas. La apuesta por la sostenibilidad y la ética ahora van en serio, ya no se circunscribe a grupúsculos.  El crecimiento mundial de sitios on line del lujo de segunda mano, con más de 10 millones de usuarios pujando por piezas vintage únicas, es uno de los síntomas de las drásticas limpiezas de armario que tuvieron lugar en el confinamiento. Un nuevo consumidor de moda ha nacido, uno que compra menos, pero compra mejor. El consumo en general es mucho más comedido y menos emocional.

Ha sido un año de enorme esfuerzo y preocupación. La vida nos ha cambiado totalmente en 2020. ¿Se equivocaron todos? ¿Nadie hizo su trabajo? ¿Nos podían haber ahorrado este 2020? ¿Tenemos los peores políticos del mundo? Estas preguntas y otras peores nos han rondado todo el año.

Ha habido grandes pandemias, como la gripe de 1918, que apareció al final de una cruenta Primera Guerra Mundial pero lo que ha pasado en 2020, por el impacto global, comenzando por los países más avanzados y ricos y con los mejores sistemas sanitarios, era impredecible.

Y respecto de los políticos de la hora, ya lo hemos dicho en innumerables comentarios: la peor democracia -y ésta no lo es- siempre es mejor que una dictadura. Buenos, malos o peores, los políticos salen de las decisiones de los ciudadanos. Pensar que ellos son malos, corruptos, perversos y que los ciudadanos estamos al margen puede ser muy tranquilizador, pero así no funciona. El juicio ritual a los políticos nos permite escapar de algunas críticas que, si no fuera por ellos, deberíamos dirigirnos a nosotros mismos. Hay una contradicción en pretender que nuestros representantes sean como nosotros y al mismo tiempo esperar de ellos cualidades propias de una élite. Es imposible que unas élites tildadas como tan incompetentes hayan surgido de una sociedad que, por lo que se oye en la calle  y se ve en redes sociales, sabe perfectamente lo que debería hacerse (y haberse hecho) en esta situación.

Se recordará este año, sin duda, pero posiblemente este 3 de enero de 2021 no será muy distinto al 31 de diciembre de 2020. La inercia suele ser más poderosa que el deseo de cambio. Estamos obsesionados con dejar atrás este momento de extrañeza y excepción, como si estos meses fueran un paréntesis inservible. Es una actitud de pasividad que no mejora ni acelera los procesos. Como siempre, hay que habitar lo mejor posible el ahora.


Otros de esta sección...

Aprender durante toda la vida

26 de Abril de 2024 - 05:00
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO