Editorial

El elogio de la dualidad radical


El Mundial terminó. Una circunstancia que todos sabíamos que se produciría en estos días y que en el caso de Argentina abre inevitablemente el libro de pases electorales.

Es la única certeza que tenemos, que se abre informalmente el proceso electoral camino a 2019 porque dentro de un año hay elecciones.

Por lo demás no sabemos a cuánto cotizará el dólar dentro de una semana; tampoco cómo resultarán el vencimiento y la renovación de las Lebac de este supermartes donde vencen 5.200.000 millones que renovarán a alta tasa o irán al dólar. Y la inflación al fin treparía hacia un fin de año a más del 30 por ciento.

Es en este escenario en que se juegan acuerdos y desacuerdos para llevar adelante el ajuste al que Argentina se comprometió ante el Fondo Monetario, la aprobación del presupuesto 2019 que implica toda una arquitectura sin bordes aun, y la construcción de candidaturas, porque mientras el oficialismo afirma que es “un proyecto de poder que cree que tiene que pensar cómo seguir ganando elecciones...” y aclara “porque somos la mejor representación para una alternativa”, lo mismo piensan los opositores.

Eso es lo que los moviliza, los justifica y los explica, tanto Cambiemos como el peronismo se consideran no solo favoritos, sino destinatarios únicos a resolver el próximo intríngulis electoral.

La mayoría de los sondeos realizados en las últimas semanas muestra que los números del movimiento continuo argentino están llevando el humor social de un polo al otro. La decepción, el enojo que provocó la crisis del dólar en adherentes, votantes ocasionales o electores independientes, llevan a que baje Macri, suba Cristina, se mantenga Vidal y el juego vuelve a empezar.

En términos de aliados, los radicales miran cada vez más con desconfianza la alianza gobernante y hasta algunos han acuñado la idea de que el acuerdo con el PRO ha cumplido el cometido que fue forzar la alternancia del poder en Argentina. Desde este punto de vista la alianza Cambiemos cumplió ese objetivo con creces. El problema es que si lo miramos solo como objetivo en sí mismo, sería solo un elogio del fracaso.

El problema es que llegada la crisis económica que promedia la gestión Macri con el gradualismo fracasado y el shock sin oxígeno para llevar adelante ahora, los radicales comienzan a moverse con incomodidad, camino a las elecciones del año que viene.

En la vereda de enfrente el peronismo comenzará a sacar los conejos negros de la galera hasta encontrar la figura que los devuelva a las comodidades del poder. Conocemos la receta, al fin en Argentina, sabemos todo lo que vendrá, solo hay que saber esperar.

El peronismo, en todo caso, aplicará su receta expansiva de la economía, un tiempito de buenos vientos y después los ajustes liberales que le suceden y donde todo se cae irremediablemente, y un esquema parece no poder ir sin el otro, sucediéndose sin que nada lo discontinúe.

Al fin, hacia dónde virará ahora ese radicalismo que está acostumbrado al péndulo del que hace tantas décadas no podemos salir.

Algunos sectores de la UCR preparan desembarcos en otras alianzas aunque muy tímidamente todavía, pero el grueso por el momento se mantiene firme dentro de Cambiemos. Porque en definitiva, las encuestas no son aún lo suficientemente claras como para definir elecciones y eso no ayuda a las decisiones que muchos radicales tomarán en unos meses.

¿Volverán a ser los radicales -sobre todo los más independientes de los ucerreístas- los que vuelquen la balanza electoral? Es probable que este interrogante contenga buena parte de las definiciones en 2019.

Si faltaba algo para enojar a la tropa, Lilita Carrió deslizó un exabrupto que lo complicó todo: “Yo a los radicales los mando desde afuera”, chicaneó. Fue una bomba de agua helada en Cambiemos, en el momento económico más difícil. Estas escenificaciones de Carrió la verdad es que en nada ayudan a mantener la paz interna.

Al fin Macri aceptaría debatir con una mesa política unificada de la UCR que incluiría a los gobernadores  -tal como venía proponiendo Mario Negri-  e incorporaría a sus socios en las negociaciones con el PJ, para que la sangre no llegue al río.

Pero los problemas ideológicos entre el PRO y la UCR se van cocinando a fuego lento, con la crisis económica de fondo y el inicio de las movidas electorales por otro lado.

 


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