Editorial

El giro de México a la centro izquierda y su peso en la región


Mientras en América Latina se ha venido viviendo un giro a la derecha de los países de mayor peso, como Brasil, Argentina y Chile, México, la segunda economía de la región, en una elección presidencial histórica, vira a la izquierda. Esto implicará un reacomodamiento de piezas en el continente frente.

El líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador se impuso en México por una enorme ventaja. El vuelco de la ciudadanía azteca se produce en medio del hartazgo por la eterna corrupción, la violencia política, callejera y narco y la desigualdad. Todo lo que ha llevado al cansancio y desconfianza hacia los partidos políticos tradicionales.

La boca de urna da a López Obrador entre el 53 y el 53,8 por ciento de los votos, según las cifras preliminares difundidas por el Instituto Nacional Electoral. De este modo obtenía una amplísima ventaja sobre sus rivales directos, Ricardo Anaya, candidato de una coalición liderada por el derechista Partido de Acción Nacional (PAN) y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), que captó entre el 22,1 y el 22,8 por ciento, y José Antonio Meade, el candidato oficialista del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien tendría un respaldo de entre el 15,7 y el 16,3 por ciento. Ambos candidatos reconocieron rápidamente su derrota apenas se conocieron los sondeos a boca de urna.

Una elección con varios candidatos y una ciudadanía cansada de una dirigencia que solo profundizaba los problemas, llevó a que este líder de centro izquierda se haga del poder, confirmándose las tendencias que lo daban ganador. No es poco ya que es la primera vez en la democracia mexicana que un dirigente de ese signo político gobernará el país. Y las prioridades son claras: prometió combate serio a la corrupción, que es enorme, y una transformación radical de las estructuras mexicanas.

El período electoral, por lo demás, fue muy difícil. Hubo mucha violencia política inusitada y desconocida para los argentinos, a pesar de que podemos afirmar que en nuestro país las campañas son aguerridas. Pero lo de México es extremo: se produjeron 145 crímenes políticos, con dirigentes acribillados en las calles, hubo tamaña campaña sucia, todo lo que terminó ayudando a López Obrador, que tiene una imagen de dirigente honesto y que promete apoyo a los sectores más vulnerables del país, que son los más vastos. Porque este país, a semejanza de Bolivia, Perú o Chile, por citar algunos, y a diferencia del nuestro, nunca pudo salir de la composición social conservadora del tiempo de los virreinatos, con dos clases sociales muy bien diferenciadas: los muy ricos y los pobres. No se produjo allí el fenómeno de la aparición de la clase media.

Evidentemente, las administraciones de los partidos tradicionales, el PRI y el PAN, han hartado a la ciudadanía y permitió que Morena -que es la sigla de López Obrador- en su tercer intento por la presidencia, tras las derrotas de 2006 y 2012, gane ampliamente las elecciones.

Ya triunfador, el nuevo presidente comenzó a asumir un tono conciliador, cargado de garantías que apuntaron a desterrar los temores que despertó su ascenso político en los sectores de votantes más conservadores. Prometió respetar las libertades individuales, la libertad de prensa y la ley, y la independencia del Banco de México. Aunque advirtiendo siempre que “primeros, los pobres”, que en un país donde casi no existe la clase media, es hablar de las grandes mayorías.

Hubo gran cantidad de fiscales y muchos observadores extranjeros que se distribuyeron por todo el país azteca, por el temor al fraude, un fantasma que en México se agita por el oscuro pasado político que tiene. Finalmente los resultados hablan por sí solos respecto de que fueron elecciones transparentes, de lo contrario no sería López Obrador el nuevo presidente.

La derecha cargó las tintas toda la campaña acusando a Morena de ser populista y que México iba a terminar como Venezuela, un argumento que fue el mismo que se escuchó en la Argentina durante el pasado proceso electoral presidencial. Sin embargo, la mayoría de los votantes entendió que ocuparse de la pobreza tan extendida en el país azteca no los llevaría a Venezuela, que es al fin el país que se ha convertido en el gran “cuco” de América Latina, por los efectos devastadores de las políticas erráticas de Nicolás Maduro.

Por su parte, la alternancia del PRI y el PAN en México se trasformó en una suerte de más de lo mismo y así fue visualizado por la ciudadanía, sobre todo las franjas de los sectores jóvenes que quieren sentir que tienen un futuro posible, sin necesidad de ingresar ilegalmente a Estados Unidos. Un problema que sabemos es muy serio en esa frontera caliente, donde Donald Trump está levantando un muro.

Aun con esta problemática como una herida abierta, el presidente de Estados Unidos, felicitó a López Obrador por su triunfo con un mensaje en Twitter. “Felicidades a Andrés Manuel López Obrador por convertirse en el próximo presidente de México. Espero con ansias trabajar con él”, escribió el mandatario norteamericano. “¡Hay mucho por hacer que beneficiará tanto a los Estados Unidos como a México!”, cerró.

Veremos cómo se da esa relación de cercanía y frontera entre ambos países, aunque es de pensar que si la calidad de vida mejorara en México, naturalmente la inmigración bajará. Por el momento López Obrador ha abierto esa esperanza en el país azteca.

 

 


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