Editorial

El vice en el banquillo y sus semejanzas con Capone


Nuestra historia con los vicepresidentes ha sido siempre problemática, aunque la conflictividad pasaba por sus peleas y discrepancias con los primeros mandatarios. Raúl Alfonsín con el cordobés Víctor Martínez, un papelonero con deslices místicos; Carlos Menem con Eduardo Duhalde, dos figuras con tanto peso propio que chocaban sus egos y trataban de no verse ni en fotos, hasta que finalmente armaron corrientes opuestas dentro del peronismo. “Chacho” Alvarez no duró siquiera un año como segundo de Fernando de la Rúa. Néstor Kirchner y Daniel Scioli no estaban enemistados, pero el presidente cada vez que podía lo retaba en público, hasta el ninguneo mismo; prácticamente lo usó de bastón para posicionarse en la sociedad porque en realidad nadie conocía demasiado al gobernador de Santa Cruz cuando en 2003 llegó a la presidencia. Cristina Kirchner-Julio Cobos, una relación por conveniencia que terminó en desastre; la presidenta no lo dejaba ni pisar la Casa Rosada y el vice vivía refugiado únicamente en el Senado. La Resolución Nº 125 que Cobos votó en contra fue la gota que colmó el vaso y fracturó definitivamente la fórmula. 

Históricamente los argentinos hemos convivido con vicepresidentes desdibujados o ausentes pero nunca pasamos la vergüenza ajena de ahora con Amado Boudou, un joven promisorio que venía de la Anses, que estatizó las Afjp y lo trataban como un héroe, que fue ministro de Economía de Néstor hasta ser elegido por Cristina para completar la fórmula electoral de 2011.

Todo fue muy bien hasta que cayó en el primer traspié, nada menos que el caso de la exCiccone y a partir de allí un rosario de juicios, procesamientos, de todo tipo, que lo llevaron a convertirse en el primer vicepresidente de la Nación que enfrentará un juicio oral.

Evidentemente con Boudou sólo había que descorrer el telón, porque nada hacía por derechas, papeles “truchos” del auto, direcciones en un médano en Mar del Plata, viajes gratis en empresas que querían ser contratistas del Estado. Hay en este personaje una constante: nada se hace por derecha.

El primer juicio oral que enfrentará es en su caso por insertar datos falsos en los documentos de un viejo auto importado que compró hace 20 años. Así lo resolvió ayer el juez federal Claudio Bonadio, que elevó la causa a juicio oral. En cuestión de minutos fue sorteado el Tribunal Oral Federal N° 1 (TOF 1) para llevar adelante el proceso oral.

Obviamente que esta decisión tensa más la cuerda entre Gobierno y la Justicia. Ante la noticia, toda la oposición volvió a reclamar que el vicepresidente se tome licencia y el oficialismo ensayó una defensa de rigor. Bonadio, el juez que elevó el caso a juicio, es el mismo que allanó Hotesur, la empresa de la presidenta que gerencia el hotel Alto Calafate. Es entonces un conspirador que va por la cabeza del Gobierno. Es que cuando se trata de defender lo indefendible, los legisladores terminan pareciendo tontos, no lo son. Sencillamente no tienen otro argumento para la hoguera que rodea a Boudou.

Es dudoso que el juicio se realice a corto plazo, dado que los jueces Oscar Amirante, Adrián Grunberg y Pablo Laufer, que integran el TOF 1, están haciendo el juicio por el Plan Cóndor, que les insumirá varios meses más. Además, quedará una vacante ya que Amirante anunció que se jubilaría tras ese proceso. Al dilatarse por estas cuestiones, en cercanías del poder temen lo peor: que el juicio se termine realizando en plena campaña electoral.

Sólo una decisión política haría posible intercalar entre audiencia y audiencia por violaciones de los derechos humanos un breve juicio de uno o dos días para juzgar a un vicepresidente en ejercicio del poder. Los fueros no impedirían que Boudou fuera juzgado, pues ese beneficio sólo le da inmunidad de arresto. Sería la única solución para evitar que el desenlace se produzca en pleno período comicial.

La defensa de Boudou no piensa recurrir a la suspensión del juicio a prueba o a un juicio abreviado (que implicaría asumir la responsabilidad, la culpabilidad plena y pactar la pena con el fiscal). Por el contrario, apuestan a que el caso se dilate con recursos pendientes y demore años en ser ventilado en un juicio oral. Es una estrategia, pero no siempre da resultado.

Ahora, si hay algo que queda claro en esta llegada del vice al banquillo es que, como dijo Capitanich (aunque como argumento a su favor en ese caso, ya que hablaba del affaire Hotesur) no existe real independencia del Poder Judicial. Si no, ¿cómo se explica que de todas las causas de Boudou la única que exhibe un grado de avance sea la que tiene que ver con la adulteración de papeles de un auto de uso particular? No deja de ser un delito, pero su incidencia es menor en relación al asunto Ciccone, donde el perjuicio ya no fue sólo de un damnificado sino de toda la sociedad. Parece un chiste, o una analogía del caso de Al Capone, que habiendo matado a cientos de personas terminó preso por evasión de impuestos. La mafia lo protegió con todo su poder y sólo por una endija se lo pudo ajusticiar. ¿Será que en Argentina pasa algo similar? En todos los procesos, sus abogados no cesan de interponer recursos, recusaciones y amparos, lo que, en teoría, dilata los plazos judiciales. Sin embargo, Bonadio pudo avanzar de todos modos. Quizás porque quiso que así sea. Veremos cuánto le cuesta esta decisión. 

A este caso menor del auto, que tiene una pena de uno a seis años, se suma su procesamiento por el caso Ciccone, donde intentó apropiarse de las acciones mayoritarias de la empresa con un amigo que también está procesado, una investigación por enriquecimiento ilícito, un caso por dádivas y otro por comprar autos de lujo para el Ministerio de Economía sin licitación. Todos temas para la entretenida agenda 2015 del vicepresidente. Cristina quiere tapar el sol con las manos y utiliza como herramienta su silencio. Su postura es la de “aquí no pasa nada”, procurando que el problema parezca menor. El tema es que la tropa se le está retobando en ese juego y los senadores oficialistas, que por su expreso pedido tibiamente lo han defendido para que no sea echado del Parlamento, demuestran ya su hartazgo con la pesada mochila que implica hoy Boudou y no admiten ser su coartada ante la inquisitoria del juez.

Boudou será juzgado junto con su exmujer, Agustina Seguin; la extitular del Registro del Automotor N° 2 María Graciela Angélica Taboada de Piñero, y los gestores Andrés Soto y Rodolfo Basimian. La causa se inició en septiembre de 2009 por una denuncia de Taboada de Piñero, ante la supuesta adulteración en el número de motor y de formularios y firmas en la transferencia del vehículo auto Honda, modelo CRX, modelo 93.

Para el fiscal, los gestores, junto con la titular del Registro Automotor y con la participación del propio vicepresidente, “actuaron asociadamente para transferir de manera irregular, mediante documentación falsa” el Honda convertible rojo.

¿Cómo hicieron la maniobra? Expidieron un título del auto y una cédula verde con datos falsos, por cuanto el vendedor nunca le transfirió el auto a Boudou, que no vive ni vivió en los domicilios que constan en los documentos del auto y tampoco corresponde el número de motor a ese vehículo. Por ejemplo, figura como domicilio de Boudou uno inexistente en Villa Riachuelo donde, huelga decir, el vicepresidente no vivió nunca. Boudou les echó la culpa a los gestores y se declaró inocente, pero fue procesado igual.

Para Bonadio quedó claro que fue él mismo el que estampó su firma en el formulario 04 con su domicilio falso. El Honda tiene además dos números de motor: el que figura en los documentos y el estampado en el auto, que fue colocado nuevo en 1995 porque el original se fundió. En el formulario 08, con el que se transfirió el Honda, se incluyó una firma falsa de Boudou. También la verificación policial es falsa. Como diríamos en lenguaje común “todo es trucho” pero lo importante aún no salió a la luz ¿por qué papeles falsos?, ¿qué origen tiene el automóvil para no poder inscribirlo como corresponde?

Como dijimos al comienzo, no es sólo el primer vicepresidente de la Nación en estar procesado e ir a juicio oral, es un dirigente que a los argentinos nos da vergüenza ajena. Y el manto protector que lo cubre, político y judicial, también. 


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