Editorial

Embarazo no intencional en la adolescencia: bajó el índice pero no por ello hay que relajarse


Las autoridades de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia informaron que los casos de embarazos en la adolescencia descendieron un 20 por ciento en los últimos tres años en la Argentina. Según los datos del organismo, en 2015 en todo el país se registraron 111.699 nacimientos de madres adolescentes menores de 20 años; mientras que en 2018 la cifra bajó a 87.118.

Estos datos fueron dados a conocer durante una jornada que se realizó en la ciudad de Salta para prevenir y actuar frente a los abusos sexuales y embarazos en la niñez y adolescencia.

Se trata, por cierto, de un tema que debe estar presente en forma permanente en la agenda pública ya que, según especialistas en esta temática, el embarazo en edades tempranas no sólo pone en riesgo de mayores complicaciones físicas a la niña o adolescente, sino porque a menor edad es mayor la probabilidad de que el embarazo sea producto de abuso sexual.

Así lo advierte un informe elaborado por el Programa Nacional de Salud Integral en la Adolescencia, publicado a principios de este año, que observa que en el país, cada año, cerca de 3.000 niñas y adolescentes menores de 15 años se convierten en madres. Según el documento, muchos de estos embarazos se producen en un contexto de violencia sexual ejercida por integrantes del círculo familiar o del entorno cercano bajo distintas formas de coerción que abarcan desde la imposición forzada hasta las amenazas, abuso de poder y otras formas de presión.

El informe, titulado “Niñas y adolescentes menores de 15 años embarazadas”, plantea la necesidad de abordar esta problemática en forma integral, desde el sistema de salud y su articulación con las áreas de Educación, Justicia y protección de derechos de niñas, niños y adolescentes. En ese sentido, observa que el embarazo a esta edad, no sólo pone de relieve la falta de acceso de las niñas y adolescentes a recursos y servicios que les permitan ejercer sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos, sino que además constituye en sí mismo una barrera para que las niñas ejerzan su derecho a la educación y a un desarrollo saludable.

En la jornada sobre esta temática realizada en Salta, los responsables de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia hicieron notar que la disminución en un 20 por ciento del embarazo adolescente fue posible, en gran medida, gracias al trabajo de cooperación interinstitucional entre la Nación y las provincias, y al apoyo de organizaciones de la sociedad civil comprometidas con la defensa de los derechos de mujeres, niñas y adolescentes. Cabe destacar, por otra parte, que la actividad en la capital salteña fue una iniciativa impulsada por el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (Enia) con el apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas y Unicef. Debe señalarse, por otra parte, que ese plan se aplica en las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Misiones, Catamarca, Entre Ríos, Corrientes, La Rioja y Buenos Aires, jurisdicciones que tienen las tasas más elevadas de embarazos adolescentes del país.

Diversos estudios demuestran que el problema de la fecundidad temprana tiene un fuerte impacto a lo largo de la vida de las adolescentes e incluso en las generaciones subsiguientes. Es que la ocurrencia de un embarazo antes de la maduración física, mental y social tiene consecuencias de corto y largo plazo que afectan el derecho a una niñez y adolescencia sana comprometiendo las etapas posteriores del ciclo vital. El informe “Niñas y adolescentes menores de 15 años embarazadas” indica, además, que el riesgo de muerte materna en menores de 15 años es dos veces mayor al de las mujeres adultas. Por otra parte, es importante remarcar que las leyes vigentes en nuestro país establecen claramente que las relaciones sexuales con niños menores de 13 años constituyen un caso de abuso sexual. Por eso es importante también que se brinde educación sexual integral en el ámbito escolar y se acompañe a las familias con información adecuada que permita prevenir la ocurrencia de embarazo adolescente y los casos de abuso sexual. Por último, debe recordarse que el embarazo en adolescentes menores de 15 años, y el abuso y la violencia sexual como su potencial causa, generan serias consecuencias biológicas, psíquicas y sociales y por eso deben ser abordados como problemas de salud pública y de derechos humanos.


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