En un contexto difícil, preservar la institucionalidad es prioritario

Luego del impacto que el resultado electoral de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias tuvo en el seno del partido gobernante el presidente puso en marcha algunos cambios con el propósito de recuperarse del fuerte golpe e intentar recuperar la centralidad de la acción de Gobierno. Lo que él y su equipo de ministros tienen por delante es la compleja tarea de recuperar la confianza. Y todo el arco político en su conjunto, el imperativo de preservar la institucionalidad. 

Más allá de la especificidad de las medidas instrumentadas para tratar que minimizar las consecuencias de la volatilidad cambiaria y la contundente expresión de los mercados, el desafío del oficialismo es sobreponerse al malestar que generó la voz de la ciudadanía y recuperar la iniciativa política, algo que parece sumamente difícil atendiendo al eco que los primeros anuncios realizados ha tenido en los gobernadores que no están alineados con el Gobierno y aseguran perder recursos vitales para la sustentabilidad producto de las medidas tomadas por la administración de Mauricio Macri. La fragilidad institucional es visible y se expresa en no pocas voces de la oposición.

El oficialismo tiene en el frente económico la más dura de las batallas y hacer que las medidas que se tomaron no termine condicionando la gobernabilidad requerirá del diálogo con los principales actores políticos, una tarea que ha iniciado el flamante ministro de Hacienda. La ingeniería electoral impacta sobre este diálogo y condiciona su genuina naturaleza. Se especula y se mide cada movimiento, a uno y otro lado de la grieta. La búsqueda de consensos ha encontrado en algunos dirigentes prudencia y en otros verdaderas resistencias.

Para el Gobierno es vital encauzar la compleja realidad económica del país, no ya para revertir el resultado electoral sino para garantizar que el mandato de Mauricio Macri llegue a buen puerto y nada altere el orden institucional. Se requerirá de mucha responsabilidad y mesura en este tiempo, algo que aparece contrapuesto al tono que habitualmente toman los debates en clave electoral.

Mantener la estabilidad cambiaría ha sido marcado como una política pública prioritaria y la apelación a correr el eje del mensaje electoral de la coyuntura económica hablan de un rumbo que ha sido señalado en la órbita oficial. En este punto evitar que la debacle económica lleve a profundizar la ya severa crisis que afecta al país es una responsabilidad ineludible de quienes tienen a cargo la gestión de Gobierno.

Pero no solo recae sobre quienes conducen el país garantizar la gobernabilidad. Hay una responsabilidad que compete también a los líderes de la oposición que no pueden ser ni indiferentes ni irresponsables frente a lo que le sucede al país, sumido en una crisis social y económica que exige del esfuerzo de todos. Pedir que el presidente se vaya, anticipar que no se pagarán los compromisos de la deuda son comportamientos que hablan de una dirigencia ávida de ganar protagonismo y poder a cualquier precio. Y esto no perjudica a un Gobierno que está siendo juzgado por la ciudadanía en el juego legítimo de la democracia, sino que vulnera la institucionalidad y amenaza la propia democracia.

Garantizar que la contienda electoral transcurra en un clima de calma y lograrlo es responsabilidad de la dirigencia en su conjunto.  Esto es parte de la difícil tarea que tiene la política de restablecer la confianza y recuperar credibilidad ante la ciudadanía. No hacerlo es jugar el juego pequeño de la política, es hacer prevalecer una mirada individualista de muy corto plazo. La realidad del país es lo suficientemente compleja como para no anteponer a cualquier aspiración personal, la necesidad de preservar la república y la estabilidad, ese bien social tan intangible como valioso sin el cual no hay democracia posible.

El proceso electoral que se ha emprendido en Argentina es clave. Así como se discuten en la agenda dos modelos antagónicos del país, se debaten otras cuestiones mucho más valiosas que tienen que ver con el cuidado de la democracia que tanto costó consolidar en el país. La tolerancia, la prudencia y el compromiso es en este contexto el mejor testimonio que puede dar la dirigencia para mostrar a los ciudadanos que han crecido y están a la altura de la difícil circunstancia que exhibe el presente del país y condiciona tan severamente el futuro.