Editorial

Esta vez sí, un verdadero avance


El cierre de las negociaciones Mercosur - Unión Europea resultó sorpresivo para quienes nos habíamos acostumbrado a los recurrentes anuncios de la inminencia de la firma del tratado comercial durante los años previos y que nunca se consumaba. Y es que las negociaciones una y otra vez habían quedado empantanadas ante la incompatibilidad de los sectores ofensivos y defensivos de las dos partes.

El acuerdo es el más ambicioso de la historia del Mercosur. Como anunció la Cancillería, “crea un mercado de bienes y servicios de 800 millones de consumidores”.  Y en este caso no se trata de un “auto bombo” del Gobierno, porque los estudios de impacto fueron realizados por la Universidad de Manchester en 2008 y  por encargo de la UE. Esta evaluación estima ganancias de orden del 0,5 por ciento del PBI en Argentina; 1,5 por ciento en Brasil; 2,1 por ciento en Uruguay, y  hasta del 10 por ciento del PBI en Paraguay, lo que reafirma algo que en los círculos productivos se conoce hace tiempo y al común de los argentinos nos cuesta reconocer por una concepción histórica que miró de reojo a los vecinos: Paraguay está haciendo bien las cosas, está creciendo sanamente y es un ejemplo a seguir en la región. 

El Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea puede convertirse en un mundo de oportunidades de negocios para la Argentina, multiplicando el empleo, mejorando ingresos y salarios, reduciendo la pobreza y potenciando un desarrollo sustentable. La experiencia de los Pigs europeos (Portugal, Irlanda, Grecia y España, por sus siglas en inglés) muestra una convergencia de ingresos de los países relativamente más pobres (los Pigs o cerdos, tal su significado en inglés) hacia los países con mejores ingresos de la región (las potencias Alemania, Francia, Italia o incluso Inglaterra).

Como caso emblemático podemos recordar a Irlanda, conocido como el milagro del Tigre Celta. Irlanda era antes de entrar a la Unión Europea, el país más pobre del continente. Una economía 80 por ciento agraria, con muy baja productividad, con una deuda del 160 por ciento del PBI.  Muy parecida a Argentina.

¿Cómo resolvió Irlanda el problema de la deuda? Simplemente cumplió con los requisitos del Tratado de Maastricht (1992, fundacional para la nueva era del bloque europeo, cuando se encaminó a lograr la moneda común) en cuanto a baja inflación y déficit fiscal, acomodó las variables macro, pero no solo eso sino que también redujo el impuesto a las Ganancias al 0 por ciento para atraer inversión extranjera. Así Irlanda pasó a ser el país de la Unión Europea que más inversiones captó en aquella década de 1990. La competencia tributaria horizontal llevó a las empresas europeas a comparar la fuerte presión tributaria de Alemania y Francia, frente a las oportunidades de Irlanda, lo cual generó incentivos para mudar sus oficinas al Tigre Celta. Dos décadas más tarde había crecido a una media anual de más del 4 por ciento por año, superando el ingreso británico medio y reduciendo el peso de su deuda al 40 por ciento del PBI.

Un Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea le permite a la Argentina volver a las grandes ligas, pasando en términos futbolísticos de la categoría C a la A, para lo cual debe transformar sus fundamentos. Este tipo de acuerdos tiene como principal ventaja la “importación de instituciones”. Argentina deberá recorrer en los próximos años una agenda de reformas para recuperar la estabilidad monetaria y el crédito, sobre el cual se apalancarán sus empresas. Para ello es importante reducir el tamaño del Estado, independizar realmente la política del Banco Central en su búsqueda prioritaria de un objetivo de inflación de un dígito, con una fuerte reforma fiscal, tributaria, previsional y laboral. Sí, todo esto es necesario, pero es el camino. Los atajos ya los probamos y así estamos. La evasión de la realidad, la “barrida bajo la alfombra”, el dilatar para después ya no son estrategias posibles. Hay que afrontar, de una vez por todas, lo que otras naciones han estado haciendo. La buena noticia es que al final de este camino que será doloroso está la posibilidad cierta que brinda la Unión Europea,  de multiplicar exponencialmente el mercado, sumando 800 millones de consumidores para nuestros productos. Porque si de algo podemos seguir jactándonos los argentinos es de que tenemos una riqueza natural, un potencial productivo, unas ventajas comparativas que pocas naciones de la región tiene, suficientes para abastecer a países completos. Solo que esas otras que no tienen estas condiciones han sabido sacar ventajas competitivas sobre la base de decisiones estratégicas que aquí se postergaron sistemáticamente para dar lugar a medidas más “simpáticas” y populares, pero cortoplacistas y nocivas.

En el cortísimo plazo el desafío puede parecer complejo, pero tras recorrer el camino, le espera a la Argentina un camino similar al de Irlanda, triplicando en pocos años su PBI per cápita, reduciendo fuertemente el peso de la deuda, mejorando su productividad y con ello los salarios reales, que permitirá a su turno reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de todos los argentinos.


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