Editorial

Funcionarios que no entienden


Debiéramos ir tomando conciencia de que la salida de la cuarentena demandará el establecimiento de una nueva normalidad. Y que ésta será más cara que la que conocimos antes de la pandemia del coronavirus. Varios estudios pronostican que el distanciamiento social deberá mantenerse por lo menos hasta 2022. Y los epidemiólogos nos recuerdan que en lo que va de este siglo se produjeron diferentes epidemias que representaron alertas antes de este evento.

Era esperable que algo semejante ocurriera y sin dudas algo similar podría suceder dentro de un tiempo. Por lo tanto, muchas de las medidas implementadas frente a esta pandemia no serán provisorias sino que pueden durar años.

Entonces, el Estado no podrá seguir demorando obras vinculadas con la provisión de agua potable, imprescindible para la higiene personal; deberá reformular todo el sistema de transporte, y una conexión a Internet por banda ancha de alta calidad y extensión se ha vuelto fundamental tanto para el teletrabajo como para la educación a distancia.

A propósito, ¿cómo se hará el Estado de los recursos para hacer estas obras? Además de sostener el creciente números de asistidos. ¿Pensará tomarlos mediante algún nuevo impuesto al diezmado sector productivo? Pues esta vez no será posible. Y lo saben.

El problema en la búsqueda de alternativas viables (no deseables, no posibles sino viables) es que las políticas económicas se formulan desde la macroeconomía monetaria. Y lo hacen funcionarios que no vivieron ni entienden cómo funciona la microeconomía.

Existen en la economía dos velocidades: una, visible y mensurable, que está ligada a los sectores de grandes intereses tales como energía, combustibles, banca y grandes constructoras, quienes hacen un tándem Estado y grandes intereses privados. Es la economía nominal, de la que se habla en los medios, y que tiene siempre asignado un valor en la pizarra.

Y  la otra es la real, que va por debajo, a otra velocidad y de la que se habla menos, aunque produce cerca del 50 por ciento del PBI y el 70 por ciento del empleo nacional. La economía real que se mueve al ritmo de las variables instaladas por la nominal, es a su vez distinta: es economía real porque intercambia bienes reales que tienen valores reales de mercado.

Hoy estamos matando al empleo y a la producción real. Esta economía conforma un entramado social y una verdadera red de seguridad que se estira más allá del límite de lo posible y está conformada por elementos y relaciones reales, dueños y empleados que se conocen desde décadas, relaciones entre clientes y proveedores con una confianza cimentada en el tiempo y proyecciones de negocios con raíces en lo más básico: la subsistencia de los que conozco y quiero.

Por otro lado, comprende materias primas, procesos fabriles o servicios con más o menos empleo, mercadería con valor final o servicios apreciados por el mercado o los vecinos.

Es una red real, porque asegura la conservación de la dignidad de los elementos intervinientes, e inclusiva, porque de crecer absorbe a los sujetos del asistencialismo y los promueve a un estado superior. Por último es una red con un potencial expansivo, capacidad de compromiso y que jamás en la historia ha jugado contra su patria.

Nuestra dirigencia dice entender la urgencia, pero su parsimonia expresa lo contrario. Para el universo Pyme, un lapso de 20 ó 30 días para tomar una decisión de fondo es matarlas, sin eufemismo. Y están matando el tejido social que comprende esa economía real.

Cada vez que la solución para el mundo Pyme implica un recurso económico, la respuesta es sistemáticamente negativa, con argumentos macroeconómicos, a pesar de las incongruencias ya que la micro y la macro se rigen por leyes similares, pero desfasadas en el tiempo. Existe un desacople entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño.

Tal vez la macroeconomía pueda configurar límites extremos, pero no está cerca de explicar la vida interna y celular de la microeconomía y mucho menos de entender y proyectar su potencial. Porque si no es así, que expliquen cómo el universo Pyme factura 160.000 millones de dólares con un endeudamiento total de tan solo 6.500 millones de dólares y el Estado factura 180.000 millones con un endeudamiento total aproximado de 400.000 millones, siempre en la moneda americana.

Esa mirada subjetiva e ineficiente lo único que ha hecho es robarle al ahora exempleado la dignidad para devolverle precariedad con un plan social.

Lamentablemente las políticas económicas se formulan desde la macroeconomía monetaria, que es en sí misma una reducción de la realidad y que no llega a ver el todo de la micro. Y, además, las ejecutan funcionarios que no la vivieron y no la entienden. Es la hora de funcionarios con probada experiencia Pyme, sobre todo si hablamos de un Consejo Económico.

En conclusión: durante la pandemia y más aun, cuando ésta termine, habrá una salida clara, simple, directa y rápida. Trabajar en serio, generando y facilitando el empleo y su consecuente distribución del ingreso, produciendo bienes y servicios a valores reales y sobre todo requiriendo mucha menos plata.

La salida de este pozo, es la otra economía. Más vale que empiecen a entenderla de una vez.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO