Editorial

Habilitar el debate por un nuevo sistema de adopción, una cuestión urgente


La sociedad argentina tiene en materias legislativa y social muchas asignaturas pendientes y debates que no terminan de darse para lograr avances que otorguen el marco normativo vigente a la altura de las necesidades del presente y el futuro.

Una de las cuestiones sobre las que falta emprender una discusión madura y cierta es la adopción. En la historia reciente, el debate por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo y su posición antagónica de quienes se opusieron en defensa del niño por nacer, abrió una grieta por la cual se filtraron algunas definiciones en torno a la anacrónica de la Ley de Adopción, pero no terminaron de poner el tema en el primer lugar de la agenda pública. 

Discutir el sistema vigente resulta imprescindible a la luz de los dilemas que plantea la propia realidad. Es un contrasentido que niños y niñas crezcan en hogares y entornos institucionalizados, mientras tantas personas manifiestan su deseo de construir familias a través de la adopción. Tampoco se entiende que por la supuesta imposibilidad de ofrecer garantías de transparencia, no se genere el marco apropiado para que la condición de adoptabilidad de un menor pueda darse antes del nacimiento, si por razones fundadas y con el acompañamiento apropiado, la mujer gestante manifiesta su negativa a ejercer la maternidad y renuncia a su responsabilidad parental. En los últimos días un fallo judicial inédito a través del cual una jueza de Familia de la provincia de Corrientes autorizó la adopción de un niño antes del alumbramiento abrió la reflexión sobre este tema y mostró parte de la tragedia que se escondía detrás del caso de una mujer que había sido violada por su padrastro y fruto de ese hecho aberrante había quedado embarazada y no le fue posible abortar. Esa trama no es excepcional y detrás de los muchos embarazos no deseados suelen escribirse historias trágicas sin que haya resortes que acompañen a esas mujeres en el tránsito por la gestación y protejan la vida de esa criatura por nacer, que ante el rechazo de la mujer que lo lleva en su vientre es sometido a un periplo tan doloroso como traumático, hasta que por fin el sistema judicial determina que está en condiciones de ser adoptado. Con el marco normativo actual, poco se piensa en esa vida, en las consecuencias del abandono. Como si crecer fuera del entorno de una familia o quedar preso del mercado ilegal que también existe, fuera un destino inevitable.

Es indiscutible que el actual sistema de adopción no está a la altura de las circunstancias frente a la abrumadora realidad.

En el marco de esta reflexión debe quedar claro que la discusión sobre una nueva ley de adopción no reemplaza ni inhabilita el debate sobre el aborto. Tampoco anula la calamidad que significa que en los casos en que cabe la aplicación del protocolo de aborto no punible, el sistema médico y judicial pongan miles de objeciones a una mujer para interrumpir su embarazo en las situaciones en que esto está contemplado por la ley. Legislar sobre la adopción abre un universo de múltiples cuestiones sobre las que el país debe darse la posibilidad de debatir. Evaluar la posibilidad de que la condición de adoptabilidad pueda darse desde el embarazo es parte de esta discusión y significaría ampliar la mirada y generar marcos apropiados y posibilidades ciertas de que ese niño al nacer pueda ser recibido en el seno de una familia. Otros países han podido legislar al respecto. 

Dar el debate, generar las condiciones apropiadas para ese diálogo social es necesario. Darlo haría que ningún fallo judicial fuera inédito o excepcional. Pondría en igualdad de condiciones a tantas mujeres y a tantos niños. La determinación judicial conocida en los últimos días sin dudas sienta un precedente. También puede abrir un camino al campo legislativo para poner el tema en agenda para iniciar un diálogo que, así como sucedió con el aborto, debe comprometer a la sociedad en su conjunto. Un diálogo que no esté pensado en la conveniencia de los adultos sino en el bien superior que es el derecho de cualquier niño que llega a este mundo de poder crecer contenido por una familia, biológica o adoptante. Obvio que este es solo un aspecto a discutir cuando se habla de adopción. De ninguna manera es el único. Hay múltiples y variadas aristas que comprometen cuestiones individuales y dilemas éticos. Hacerlo es una cuestión urgente. En una sociedad que parece dividida entre pañuelos verdes y pañuelos celestes, hay temas que quedan ausentes. Incluirlos en un debate comprometido es parte de la tarea que debe emprender el país, y encolumnarse detrás de un color que simbólicamente convoque a todos para crear el marco normativo que ponga a los niños y sus derechos por sobre cualquier otro interés.


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