Impacto social y económico del embarazo adolescente

En Argentina las mujeres adolescentes que tuvieron un hijo tienen menos probabilidades de terminar sus estudios secundarios, se ven más afectadas por el desempleo y permanecen más tiempo en el hogar dedicadas a tareas domésticas y de cuidados. Así lo asegura un informe elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), en colaboración con el Plan nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia, que advierte que la maternidad temprana no solo resultan perjudiciales para el desarrollo económico, sino que se traducen en inequidad social y de género.

El trabajo de investigación titulado “Consecuencias Socioeconómicas del Embarazo Adolescente en la Argentina”, que fue presentado en el Ministerio de Salud de la Nación, realiza una comparación de las trayectorias laborales y educativas de las mujeres que tuvieron una hija o un hijo en edad temprana, es decir entre 15 y 19 años, con quienes lo hicieron en la edad adulta, esto es entre los 20 y 29 años.

Según los resultados del estudio, las chicas que dieron a luz en la adolescencia registran una menor probabilidad de terminar sus estudios secundarios (solo el 38 por ciento de estas mujeres completó la educación secundaria contra el 55 por ciento de quienes fueron madres después de los 20 años) y permanecen más en el hogar dedicadas a tareas domésticas y de cuidados. Además, las adolescentes que tuvieron una hija o un hijo a temprana edad se ven más afectadas por el desempleo, ya que registran niveles de desocupación un 21,4 por ciento mayores que quienes tuvieron hijos en edad adulta. Los expertos que participaron del trabajo coinciden en señalar que la situación es preocupante si se tiene en cuenta que en Argentina siete de cada diez embarazos de adolescentes de entre 15 y 19 años son no intencionales.

Otros datos que se desprenden del informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas es que el Estado nacional invierte 5.320 millones de pesos por año en atención médica de embarazos de adolescentes y deja de recaudar cerca de 32 mil millones de pesos en concepto de impuestos. Por otra parte, el documento señala que el embarazo en la adolescencia también trae aparejado mayores riesgos para la salud de los recién nacidos. Sobre ese tema, el trabajo advierte que en el desenlace más extremo, la tasa de mortalidad infantil entre las mujeres menores de 20 años resulta más frecuente en los hijos e hijas de madres adolescentes (9,3 por mil en 2016) que en el resto (entre 5,4 y 9,0 por mil para los distintos grupos), exceptuando la que corresponde a las mujeres de 45 años y más (14,2 por mil). Lo mismo se observa si se analizan las estadísticas de la distribución de los nacimientos con bajo peso al nacer: 11,9 y 8 por ciento de los nacimientos para las madres entre los 10 a 14 años y los 15 a 19 años, respectivamente versus 7,3 por ciento para el total de los nacimientos.

Los expertos que participaron de la elaboración del informe remarcan que la maternidad temprana limita la disponibilidad y capacidad de las mujeres para invertir en su formación de capital humano, específicamente en su proceso de educación formal a causa del tiempo y el esfuerzo que deben destinar a los cuidados y a los trabajos no remunerados que la maternidad demanda. Esto, advierte el documento, genera una brecha educativa comparado con las mujeres que posponen su maternidad. Además, como el nivel de ingreso de las mujeres depende de su nivel educativo, las mujeres que son madres en la adolescencia ven disminuida su posibilidad de generar ingresos más altos a partir de trabajos más calificados, respecto de aquellas mujeres que posponen su fecundidad, y por consiguiente su maternidad, a la primera década de edad adulta. En este punto, los datos son contundentes: los ingresos laborales de las argentinas que no terminan la secundaria son un 40 por ciento más bajos que los de las que completan ese nivel educativo. Por otra parte, los estudios universitarios aumentan el potencial de ingresos laborales que pueden percibir las mujeres.

Es necesario que la sociedad tome conciencia que el embarazo en la adolescencia impacta en forma negativa en las oportunidades laborales y educativas de las adolescentes. Además, se deben impulsar políticas públicas para evitar que la maternidad a temprana edad contribuya a perpetuar los ciclos intergeneracionales de pobreza.