Editorial

La brecha de género en tiempos de pandemia: una mirada necesaria


Ante el contexto de pandemia y crisis sanitaria que provoca la enfermedad generada por el virus Sars-Cov 2, causante de la Covid-19, la salud socioemocional de las personas siente de cerca los efectos de este fenómeno. También expresa realidades anteriores a la emergencia sanitaria, que en contextos de “normalidad” no siempre son atendidas ni puestas en un lugar de consideración en la agenda pública. Una de ellas son las cuestiones de género.

Durante este tiempo ha sido numerosa la producción de estudios realizados para indagar salud socioemocional tomando como disparador diversas aristas de la pandemia. En relación al trabajo en esta coyuntura, las diferencias entre hombres y mujeres en relación al bie-nestar emocional, son significativas. Para poner solo un ejemplo, la investigación desarrollada por el Observatorio de Tendencias y Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21 indagó en cómo afectan la salud física y emocional de hombres y mujeres las rutinas laborales impuestas por el confinamiento, revela que la brecha de género se expresa claramente en las tensiones que genera la coyuntura y se expresa en sensibles diferencias en la calidad de vida y el bienestar emocional de varones y mujeres frente a realidades idénticas.

Los resultados del estudio demuestran que efectivamente hay una diferencia: las mujeres presentan mayor tensión en el balance familia-trabajo y experimentan niveles superiores de estrés y agotamiento emocional producto de los cambios en las rutinas laborales y familiares que surgieron como consecuencia del confinamiento impuesto por la pandemia.

Este dato, que aparece como un indicador de una realidad anterior a la emergencia sanitaria y conocido por buena parte de quienes tienen responsabilidad en la formulación de políticas públicas, en el contexto actual recrudeció, motivando la necesidad de que se tomen decisiones que tanto en el sector empresarial como institucional puedan contribuir a que hombres y mujeres transiten este tiempo complejo y marcado por la incertidumbre en un marco de mayor igualdad.

La investigación revela que mientras el teletrabajo se impone como una constante sin una regulación apropiada, las dificultades para encontrar el equilibrio entre los tiempos familiares y las responsabilidades laborales crecen y son padecidas en mayor medida por las mujeres. Como si una brecha de género se expresara en esas situaciones que con el devenir de la pandemia se van naturalizando.

En este estudio, un amplio porcentaje de las mujeres manifestó sentir falta de energía para llevar adelante actividades de ocio, un dato que claramente se atribuye al desgaste que producen las actuales condiciones de trabajo, sumadas a los compromisos que surgen de las rutinas domésticas cuya responsabilidad parece recaer en mayor medida sobre la mujer.

Otra respuesta que marca claramente las diferencias de género en tiempos de Covid-19 es la que tiene que ver con la enorme porción de mujeres que aseguran que por fuera de la rutina laboral y familiar no encuentra tiempo para realizar actividades que las distraigan; mientras que los hombres sí afirman tener una mayor conexión con el placer. 

Un factor evaluado por la investigación fue el estrés percibido y los niveles de agotamiento emocional experimentados durante la cuarentena. En este sentido, el 32 por ciento de las mujeres manifestó sentirse agotada con frecuencia o siempre al final de cada jornada laboral, pero en los hombres ese porcentaje apenas superó el 20 por ciento.

En la misma línea, los resultados indican que las mujeres presentan niveles superiores de sintomatología depresiva en comparación con los varones. Un amplio porcentaje de ellas reconoció tener dificultades para dormir o requerir de medicamentos para normalizar rutinas de sueño.

Un dato significativo es que en el informe no se encontraron diferencias significativas entre el rango etario de las personas encuestadas, ni miradas disimiles marcadas por el lugar de residencia, lo que estaría señalando que es un fenómeno generalizado.

En coincidencia con lo señalado por los autores de este estudio, la investigación revela la clara necesidad de hacer algo con los datos. Ponerlos en el centro de la agenda pública para tomar acciones de respuesta a una realidad que marca claramente disparidad en el estado de salud física y emocional de hombres y mujeres.

Así como ha sucedido en otros órdenes de la vida, la pandemia vino a poner en foco muchas problemáticas y aparece con toda su tragedia como una oportunidad para poner sobre la mesa cuestiones que en ocasiones pasan desapercibidas en la vorágine de la vida cotidiana: hay que imponer la co-responsabilidad en las tareas de cuidado que a pesar de los avances siguen recayendo mayormente sobre las mujeres y visibilizan el tiempo que dedican desproporcionalmente a tareas no remuneradas que impactan no solo sobre su autonomía económica sino en su bienestar físico y emocional.

También hay que atender la realidad laboral de hombres y mujeres y dejar de justificar brechas sin argumento cierto. La pandemia expuso realidades que existían antes del coronavirus. Quizás los resultados de la enorme producción que arroja la investigación científica sirvan como en otros planos de la acción política para abrir el diálogo entre distintos actores sociales en pos de poner sobre la mesa la importancia de la salud socioemocional de mujeres y hombres entendiendo que la desi-gualdad es aún una realidad que es necesario transformar y una tarea en la post pandemia.

 


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