Editorial

La ley Justina, otro escalón en la evolución


La Cámara de Diputados aprobó este miércoles el proyecto de la nueva Ley de Trasplante de Organos, Tejidos y Células, conocida como Ley Justina que ya tenía media sanción del Senado.

El objetivo de la ley es sin dudas incrementar el número de donantes y de trasplantes de órganos, para reducir la lista de espera, hoy compuesta por 10.734 personas que están a la espera de un órgano o tejido que salve o mejore su calidad de vida. Al fin la niña Justina que da el nombre a la norma, falleció esperando un corazón compatible.

En la norma se mantiene la manifestación de voluntad expresa negativa o afirmativa a la donación de órganos para los mayores de 18 años. Y la polémica social se desató por la figura de donantes presuntos. Ya que se mantiene la posibilidad de realizar la ablación de órganos y/o tejidos sobre toda persona capaz mayor de 18 años, que no haya dejado constancia expresa de su oposición a que después de su muerte se realice la extracción de sus órganos o tejidos. En caso de no encontrarse registrada la voluntad del causante, el profesional a cargo del proceso de donación debe verificar la misma conforme lo determine la reglamentación. Se simplifican y optimizan los procesos que requieren intervención judicial.

En lo que hace a la certificación del fallecimiento, se simplifican y optimizan los procesos de diagnóstico de muerte. Se seguirá el protocolo establecido por el Ministerio de Salud de la Nación con el asesoramiento del Incucai.

Se crea, asimismo, el Servicio de Procuración en los hospitales públicos y privados, que deberán contar con servicios destinados a la donación de órganos y tejidos, que permitan garantizar la correcta detección, evaluación y tratamiento del donante. Este servicio deberá contar al menos con un profesional que deberá detectar potenciales donantes, proveer a las familias la información completa y precisa sobre la donación de órganos, garantizar el desarrollo del proceso de donación y generar acciones de difusión y capacitación dentro de la institución.

Se explicitan los derechos de donantes y receptores: a la intimidad, privacidad y confidencialidad; a la integridad; a la información y al trato equitativo e igualitario.

Y en esto de las interminables anotaciones, el riñón es el órgano que tiene la lista de espera más extensa: en todo el país hay 5.787 adultos y 124 niños aguardando por un trasplante de este órgano. Este es uno de los pocos órganos que pueden trasplantarse de un donante vivo, aún así, la mayoría de las donaciones provienen de donante cadavérico.

En segundo lugar, en cantidad de pacientes en lista de espera, están las córneas, con 2.949 adultos y niños en lista de espera. Las córneas corresponden a tejidos, por lo que lograr la donación es más sencillo que para los órganos (que debe darse muerte encefálica). El tercer órgano más demandado es el hígado -que también admite donante vivo-, con 1.265 personas en lista de espera.  El cuarto puesto es para los pulmones, con 217 personas en lista de espera. Le sigue la renopancreática con 162 personas en espera. Y el sexto lugar es para quienes aguardan un corazón, con 126 personas.

La aplicación de esta norma puede implicar una revolución en materia de donación de órganos, no sólo por el amplio margen que otorga la norma para contar con órganos para transplante, sino también porque paulatinamente iremos haciendo un cambio cultural respecto de esta cuestión, como ha sucedido en países donde hace ya mucho tiempo tienen cercanía con la donación, como España.

La verdad es que el tiempo que los pacientes pasan a la espera de un órgano es parte de una tragedia que podemos mejorar. Cuando una persona es ingresada a la lista de espera, es porque el órgano o tejido que se debe reemplazar ya no cumple con su función, lo que se traduce en problemas de salud y, muchas veces, mala calidad de vida. Para revertir esa situación, necesitan de un trasplante. Según los datos de Incucai, hay 398 personas que llevan más de 10 años en lista de espera. Con el deterioro físico que eso genera en el paciente. De ese total, 174 esperan un trasplante renal, 186 aguardan un trasplante de córneas, 32 un nuevo hígado, 4 un trasplante de corazón y 2 un trasplante cardiopulmonar.

La realidad es que la aplicación de esta nueva norma será el puntapié inicial de un cambio cultural enorme que tiene que ver con la solidaridad, con tender la mano al otro, tratar de salvar más vidas, intentar en definitiva un nuevo escalón en la evolución.


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