Nuestro WhatsApp:+54 9 2477 65-4706
En reiteradas ocasiones las consecuencias del llamado “movimiento anti vacunas” ha ocupado espacio en este comentario editorial. También el impacto que tiene el uso de Internet como espacio para la búsqueda de información relacionada a la salud. Ambas cuestiones han sido abordadas recientemente por la Organización Mundial de la Salud. El organismo anunció que se unirá a la red social Facebook para compartir información científicamente comprobada sobre las vacunas y combatir los mitos y la desinformación que se difunde sobre este tema.
La iniciativa que alcanzará a los usuarios de Instagram y Facebook aparece como un intento de propiciar que la circulación de información sea “oficial” y “autorizada”, algo que de por sí resulta complejo para la dinámica que caracteriza a la circulación de datos a través de las redes sociales.
Con la premisa de revertir una tendencia que más allá de haberse instalado como una moda, es sumamente riesgosa para la salud mundial, la OMS sostiene que la información errónea sobre las vacunas es una amenaza importante que podría revertir décadas de progreso en la lucha contra enfermedades prevenibles. Lo que ocurre a escala planetaria con el sarampión es una muestra clara de ello.
La Organización Mundial de la Salud califica la reticencia a la vacunación entre las diez principales amenazas para la salud mundial en 2019, y sostiene que de propagarse esta conducta muchas enfermedades que habían conseguido erradicarse resurgirán con impredecibles consecuencias.
En este contexto, el acercamiento de la OMS a la red social es un dato positivo. Sin embargo, es impensado que esta acción por si misma pueda revertir una tendencia y comportamientos que se dan en la conciencia de las personas. Fruto del “movimiento anti vacunas” las tasas de inmunización se han desplomado tanto en zonas ricas como en los países en desarrollo. Y el uso de la red social como vehículo para obtener información, en detrimento del contacto directo entre médico y paciente, se ha multiplicado. El combo es explosivo y peligroso.
La tarea es impulsar acciones de sensibilización que alcancen a las redes sociales y también trabajar activamente con los equipos de salud en la creación de una conciencia colectiva diferente que para de la calidad de la información.
Así como Internet ha multiplicado el acceso a la información y lo ha democratizado, también ha habilitado un uso indiscriminado. Carentes de legislaciones específicas, lo que aparece es la responsabilidad de los hacedores de cada sitio Web y la conciencia de los usuarios para no depositar en la red social las consultas que deben canalizarse a través de la relación médico- paciente. Un vínculo que también se ha visto seriamente afectado con la irrupción de las redes donde todo circula con inmediatez y en algunos casos sin rigurosidad científica.
Lo prometedor de la acción anunciada por la OMS es que no apunta a “prohibir” sino a establecer alianzas confiables que aseguren un acceso a información de calidad, validada científicamente. Lo demás quedará en el apego a esos datos que hagan los “actores digitales”. El objetivo con foco en la bondad de las vacunas, abrirá el camino para la divulgación de otros contenidos de la ciencia y generará un precedente capaz de construir un universo virtual que no deje afuera la información calificada, fundamentalmente aquella que compromete contenidos vinculados a la salud de la población y a la promoción de comportamientos saludables, esos que contribuyen a salvar vidas y proteger a los más vulnerables.
