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La pandemia de coronavirus golpea con mayor dureza en los hogares de ingresos más bajos, donde las familias tienen mayores probabilidades de perder sus empleos y cerrar sus pequeños comercios o emprendimientos por la caída de la demanda. La conclusión no es azarosa sino que es parte de un sondeo realizado en 17 países de América Latina y el Caribe. El diagnóstico coincide con lo observado por la Comisión de Pastoral Social Argentina que advirtió que, en nuestro país, la pandemia impactó en todos los sectores sociales pero, especialmente, en los barrios populares.
El sondeo para medir los efectos económicos de la pandemia en los países de la región fue realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo con la cooperación de la Universidad Cornell de Estados Unidos, a través de una encuesta que debió realizarse por Internet por las restricciones impuestas a la circulación de personas en todos los países relevados. En la consulta, que se llevó a cabo entre marzo y abril pasados, participaron más de 200.000 personas, que fueron contactadas a través de las redes sociales, buscando obtener el mayor alcance geográfico y demográfico posible. Según explicaron los responsables del estudio, a partir de un minucioso trabajo fue posible obtener respuestas de hogares de todos los estratos socioeconómicos y de casi todas las regiones subnacionales. Las respuestas de los encuestados confirmaron que los efectos de la pandemia fueron devastadores y que están estrechamente vinculados con la composición de los mercados laborales de la región. En las conclusiones de la investigación se advierte que el impacto tendrá consecuencias significativas en la de-sigualdad económica de América Latina y el Caribe.
Cabe aclarar que si bien los países de América del Sur en los que se hicieron las consultas fueron solo ocho (Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Uruguay), es decir que el sondeo no incluyó a la Argentina, el documento difundido la semana pasada por la Comisión Episcopal de Pastoral Social del Episcopado Argentino revela que la situación en nuestro país es similar a la que se describe en el documento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En efecto, la Comisión de Pastoral Social advirtió que la pandemia afectó en mayor medida de las familias de menores recursos y que en materia de educación, por ejemplo, se verificó un aumento en la brecha social a consecuencia de la falta de inclusión digital y conectividad.
La investigación del BID y la Universidad Cornell reveló que cerca del 45% de los encuestados dijo que uno de los miembros de su hogar perdió su empleo durante la pandemia. Entre los encuestados de hogares con pequeños emprendimientos, el 57% informó el cierre de sus empresas. También mostró que las tasas de pérdida de empleo y cierre de empresas son particularmente devastadoras para los sectores más pobres de la sociedad, lo que aumentará la desigualdad. Los hogares del grupo de ingresos más bajos antes de la pandemia (con ingresos totales familiares por debajo del salario mínimo nacional) registraron las tasas más altas de pérdida de empleo (68%), más de 40 puntos porcentuales por encima de las de los hogares de ingresos más altos.
Para los investigadores, una de las causas de estos efectos podría ser que trabajar desde la casa es un lujo que muchos hogares de ingresos más bajos no pueden permitirse. Entre los trabajadores de ingresos más bajos que lograron mantener sus empleos, el teletrabajo no parece ser una opción. “Esto puede ser causado por la segmentación laboral que hace más probable que las actividades que realizan los trabajadores de ingresos más bajos no puedan llevarse a cabo de forma remota”, observa el informe que, por otra parte, advierte que estos resultados proporcionan evidencia de que la actual crisis de salud pública provocada por la pandemia de coronavirus exacerbará la desigualdad económica en los países de la región.
Frente a este complejo y difícil panorama es necesario que los distintos sectores del país se sumen a un nuevo proyecto de desarrollo nacional que permita avanzar en la construcción de un sistema económico que, sin desatender los desafíos que presentará el nuevo escenario tras la pandemia con nuevas exigencias de competitividad del mercado global, permita generar empleo genuino y garantizar el bienestar de todos los argentinos.
