Editorial

La política de alianzas va modificando el panorama electoral


Además de ser un año muy politizado, este 2014 se ha presentado como una etapa de preparación de alianzas, frentes, acuerdos, lo que ha ocasionado muchas luchas intestinas. Esto no es lo habitual sino que sucede cuando se avecina, como ahora, un cambio de época. La década Kirchner, de Néstor y Cristina, toca su final y todos los sectores políticos se aprestan a sucederlos en el próximo proceso político, ofreciendo profundización, continuidad con cambios o giro de 180 grados, según se está entreleyendo de las propuestas.

Para entender la compleja red de intereses que se mueven entre los partidos políticos a nivel nacional, con profundas repercusiones en las provincias y en los distritos como Pergamino, hay que empezar a destejer la madeja.

En principio la idea de trasladar a nivel nacional la experiencia de Unen en el distrito porteño nació destinada al fracaso. Por eso es que un sector del radicalismo que encabeza Ernesto Sanz mira con buenos ojos una alianza con Macri, lo mismo que Elisa Carrió; en cambio, el sector de Julio Cobos mantiene conversaciones, según circula, con Sergio Massa. Ricardo Alfonsín por su parte afirma que él no va ni con macristas ni con peronistas, de modo que será quizá el único sector que quede aliado al socialismo de Hermes Binner y al GEN de Margarita Stolbizer. En este caso el radicalismo corre el riego de formar parte de tres alianzas distintas, una vez más dispersando el voto y disminuyendo fuerzas.

El macrismo, por su parte, en pleno crecimiento, ha logrado ir armando fuertes alianzas provinciales, tanto con legisladores que fueron  de De Narváez en su momento como con gobernadores de otros signos políticos, quienes temen que, por ejemplo, si el macrismo y el radicalismo van separados, el peronismo les arrebate la provincia y también las intendencias.

Es que Macri alcanzó a Massa en las encuestas y ahora es parte de un trío parejo que completa Daniel Scioli. Esta circunstancia generó todo tipo de especulaciones y conversaciones, posibles acuerdos y alianzas, antes impensadas.

El problema con el sistema de alianzas, antes de ingresar al conflicto peronista que no es menor, es que quienes acompañaron a los radicales, a Macri o a Massa desde el inicio, muchas veces se ven relegados por los recién llegados, convocados ellos por su porte de votos, porque de eso se trata armar un frente. Esto trae discordia y es muy posible que en ambos sectores haya Paso con más de una lista para dirimir candidatos. 

Sólo como ejemplo, Massa ya tiene tres postulantes gobernadores: Gustavo Posse que viene del radicalismo, Felipe Solá que viene del peronismo y Darío Giustozzi que es del riñón más cercano al exintendente de Tigre. Si acuerdan con el radicalismo habrá más candidateables a gobernador, incluso nuestro exintendente Héctor “Cachi” Gutiérrez, con manifiestas intenciones de ser gobernador por el sector de Cobos.

En fin, son infinitas las posibilidades una vez que se abrieron las compuertas de las negociaciones.

Dentro del movimiento peronista, los sectores están bien delimitados: está el Frente para la Victoria con el kirchnerismo y aliados; está el Partido Justicialista al que adhieren con más fervor los gobernadores, que apoyan a Daniel Scioli en sus pretensiones presidenciales, y hay otras expresiones que veremos dónde se acomodan como el cordobés Juan Manuel de la Sota o los hermanos Rodríguez Saá de San Luis.

El kirchnerismo evita apoyar a Scioli y hace todo tipo de pruebas para lanzar un candidato “de su palo” que al menos se acerque al gobernador en las encuestas. El problema es que no hay conocidos con buena imagen y los que la tienen al menos neutra es porque no los conocen ni en la familia. Entre los “regulares” conocidos están Florencio Randazzo y Julián Domínguez, a los que no se los considera del núcleo duro kirchnerista. Y se habló en su  momento de Axel Kiciloff y hasta del mismo Máximo Kirchner, pero ambos despiertan demasiados resquemores en el electorado. Salvo por el no querido Scioli, en el oficialismo nadie refleja posibilidades ciertas en las encuestas. Muchos son dirigentes de primera línea como Randazzo y Domínguez, pero no cuentan con el apoyo que tiene Scioli entre los mandatarios provinciales ni tampoco los mismos números en los sondeos.

La situación del gobernador es compleja porque no quiere perder los votos del núcleo duro del kirchnerismo, que según las encuestas van de un 15 al 20 por ciento. Sin embargo, si despegara del Frente para la Victoria, todo indica que recuperaría esos votos o más aun, con independientes que dicen que apoyarían a Scioli pero si se separa de los K. Para el mandatario provincial es un dilema que todavía no puede resolver porque, en el fondo, cree que puede conservar lo votos K y sumar independientes. Una ecuación muy difícil hoy en día.

En medio de este panorama y siendo Massa, Macri y Scioli tan cercanos en las encuestas, no podemos ignorar que hay altas probabilidades de que dos de estas figuras vayan a una segunda vuelta y allí el marco de diálogo entre las fuerzas que quedaron fuera del esquema será muy interesante. Porque aunque los votos no son transferibles por decreto, las alianzas que se formen para un balotage algo le aportarán a cada candidato.

No nos olvidemos que la política es el arte de lo posible.


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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