La vida después de la pandemia

Mientras en todo el mundo avanza la lucha contra el nuevo coronavirus, muchas veces empleando herramientas como la cuarentena, que es más propia de la medicina de siglos pasados que de este Siglo XXI, surge la pregunta respecto de cómo será la vida una vez que se supere la emergencia sanitaria.

Aunque nadie está en condiciones de hacer pronósticos certeros, comienzan a asomar algunos interrogantes sobre el futuro de algunos sectores relevantes en la vida cotidiana de las sociedades actuales, como el transporte urbano e interurbano de pasajeros, el comercio, el mundo del entretenimiento, la gastronomía, el turismo, la educación, la industria aerocomercial, el trabajo en las oficinas, la organización de eventos, los espectáculos masivos y una larga lista de rubros que, sin dudas, experimentarán transformaciones cuando la pandemia llegue a su fin.

Pero antes de avanzar sobre el tema, vale detenerse en algunas cuestiones para poner el asunto en contexto. El actual brote de coronavirus no es, en rigor, el primer brote de coronavirus en la historia de la humanidad y es muy probable que no sea el último. En 2003 hubo una epidemia generada también por un coronavirus: el Síndrome Respiratorio Agudo Grave, también conocido como Sars, por sus siglas en inglés. Tuvo una mortalidad alta, pero fue rápidamente controlada. Según la Organización Mundial de la Salud, el Sars infectó a poco más de 8.000 personas y provocó cerca de 900 muertes. La mayoría de los casos de infectados se concentraron solamente en cinco lugares: China (donde se originó el brote), Taiwan, Singapur, Hong Kong y Hanoi. Con el nuevo coronavirus, el Sars Cov-2, también conocido comoCovid-19, en cambio, la situación es muy diferente, ya que éste nuevo coronavirus llegó en poco tiempo a casi todos los rincones del mundo, ya registra más de 2.700.000 casos, y la cifra de muertos supera los 175.000 en todo el planeta. Esas cifras ponen de relieve la magnitud del problema y el fuerte impacto que tiene en las economías y las sociedades de todos los países. Por eso es que no son pocos los que aseguran que esta pandemia obligará al mundo a realizar cambios que, en tiempos normales, serían impensados.

Algunos expertos estiman que muchas personas emigrarán de los grandes conglomerados urbanos hacia ciudades o lugares con una menor densidad de población que, sin ser poblaciones remotas, brinden servicios de acceso a Internet para poder seguir trabajando en forma remota desde sus hogares. Claro que en estos casos se trata de personas que ya están incorporadas al mundo del trabajo. En caso que este pronóstico se cumpla, las empresas tecnológicas darán un salto cualitativo, empujando al mundo hacia la denominada economía creativa, que se basa en la conectividad y que involucra la generación de ideas y conocimiento. Se pueden mencionar en este segmento a las actividades relacionadas con el arte, el entretenimiento, el diseño, la arquitectura y la publicidad, y también a las que se mueven en el campo de la informática, la educación y las telecomunicaciones, por citar unos pocos rubros que podrían posicionarse mejor en el nuevo escenario.

Pero más allá de las especulaciones, lo cierto es que hoy en todos los países una buena parte del aparato productivo está paralizado, se advierte una fuerte caída de la demanda y una marcada recesión a nivel global. En estas difíciles horas, el desafío pasa por mantener las restricciones de la cuarentena que tienen un alto impacto positivo sobre la salud pero que afectan en forma negativa a la actividad económica.

Algunos economistas se muestran a favor de apostar por las industrias creativas, que se caracterizan por una alta tasa de innovación y productividad, para poder potenciar el crecimiento económico de los países golpeados por la pandemia. Advierten que la forma como el sistema económico mundial funciona actualmente no seguirá igual y todo indica que sufrirá cambios fundamentales. Es muy probable, observan, que el trabajo rutinario y repetitivo, como se realiza desde hace décadas en las fábricas comience a dar lugar a otro tipo de ocupaciones más creativas, aunque eso implique una transición que no esté libre de conflictos en las sociedades.

Habrá que estar preparados, entonces, para que incluso en nuestra región se comience a prestar más atención a los vínculos entre creatividad, innovación y productividad, y a todos aquellos temas que puedan aportar ideas para que el sistema económico se actualice y se transforme en uno más equitativo.