Editorial

Lo legal, lo moral y la impudicia


En la nueva Argentina, los únicos privilegiados son los niños”. Pasaron más de 70 años de aquella Verdad Nº 12 de Juan y Eva Perón y al día de hoy, bien podría decirse –a la luz de los hechos- que para este gobierno peronista los únicos privilegiados son los compañeros y no necesariamente en relación con su compromiso militante sino por cuestiones de amistad o de conveniencia.

En este corrupto tráfico de influencias que se acaba de descubrir dentro mismo del Gobierno nacional (y también en algunas provincias e intendencias) ya se sabe quiénes han “choreado” pero también quiénes fueron los “estafaos”, según Cambalache: el personal hospitalario y, por vulnerables, los más viejos. En cuanto al rol de Maquiavelo que dibujaba Discépolo (peronista de la primera hora y perseguido por serlo) esta vez lo ha cumplido Horacio Verbitsky y lo que está en discusión no es únicamente su ética, por la que ha pedido disculpas, sino sus motivaciones políticas, las que podrían ir entre la necesidad de operar para detener una investigación periodística, quizás con el argumento de evitar que su difusión provoque un ruido mayor, hasta la de generar, a pedido de la interna silenciosa que impera en el Ejecutivo, el esmerilamiento del mismísimo presidente de la Nación.

Lo cierto es que los acomodados que no respetaron la cola se han vacunado por decenas en una estructura paralela de “andá por la puertita de al lado” que irrita aun más porque pone en juego la vida de muchos ciudadanos mientras que termina de deshilachar aquel discurso liminar sobre la “transparencia” que hizo Alberto Fernández al asumir.

La hipocresía de toda esta grave cuestión es que, a la hora de hacer sacrificios, muchos de quienes detentan el poder le piden esfuerzo y resignación a todos los demás, mientras que no se advierte la misma actitud de parte de ellos. Por muestra cabe recordar que finalmente, aunque se anunció con bombos y platillos ante el reclamo popular, no hubo una disminución de dietas y salarios en la estructura política del Estado desde que se establecieron las restricciones por la pandemia, que dejaron a muchos ciudadanos con sus ingresos en cero o drásticamente reducidos.

Otra paradoja que desnudó el vacunatorio paralelo es que mientras dicen combatirlo tratándolo peyorativamente como “de derecha” o “neoliberal”, están aplicando el razonamiento típico que el manual capitalista le da a la escasez: si sube el precio de un producto y si se trata de algo vital como una vacuna que puede preservar la vida, el “comprador” (en este caso el solicitante en lista de espera) está dispuesto a arriesgar mucho más, aunque eso le genere un papelón mayúsculo y tire a la basura su pretendida autoridad moral.

Si de bienes sensibles y escasos se trata, el número de 2,8 millones de dosis ingresadas hasta ahora a la Argentina desde los laboratorios de Rusia (Sputnik V del Instituto Gamaleya), de la India (Covishield de AstraZeneca-Oxford) y de China (Sinopharm) para vacunar con dos dosis a 30 millones de personas es una gota de agua en el mar.

Todo precio para saltearse la cola es entonces poco y está claro que para muchos que se fueron a vacunar por izquierda ha sido preferible pagarlo, apostando a que no se sepa o a que se naturalice. Al fin, bajo el amplio paraguas del “personal estratégico” quedaron todos “legalmente” exculpados. Pero la sociedad tiene otra mirada sobre el asunto. En Pergamino mismo se advierte el malestar por los “estratégicos” sub 40 que trabajan en oficinas totalmente alejadas de la atención sanitaria y están vacunados por pertenecer a alguna dependencia vinculada directa o tangencialmente a la salud, mientras que hay médicos y personal auxiliar que están en riesgo constante y aún no completan sus dosis. Ni hablar de los mayores de 70, cuyo listado viene a cuentagotas. Es más, cualquier pergaminense con seguridad conoce a otro pergaminense que fue legal pero inmoralmente vacunado antes del tiempo que le correspondía, ¿o no?   

El episodio desarticula además (aunque sea por un rato) la bulla que se hace a diario desde el Gobierno para ensalzar las virtudes del Estado-presente y las bondades de la distribución sin recursos. Si alguien le contó a Verbitsky desde dentro de “Clarín” que en la edición del domingo pasado se venía una fuerte denuncia sobre coronitas partidarias que lo involucraba, él bien podría haberle avisado al Gobierno para que, ante la situación, pudiese preparar sus explicaciones y el presidente una estrategia. Pero “el Perro” puso los pies fuera del plato y de un plumazo desarmó la campaña electoral 2021 que se perfilaba que iba a estar sustentada en la vacuna y el éxito de su aplicación como estocada triunfal sobre el coronavirus.

Al poner el caso sobre la mesa, el periodista no solo dejó temblequeando a Fernández sino que lo obligó a echar al ministro aunque con una ventaja, ya que no fue debido a la prensa sino con la excusa de que la sociedad le iba terminar agradeciendo a él ese gesto de limpieza, en relación a alguien que ya estaba de salida desde hace bastante tiempo. Ante el escándalo, el propio Fernández tuvo que decir “basta para mí”. El bancó a su amigo más de una vez, ya sea cuando habló de la “gripecita” hace un año o de los volúmenes ilusorios de vacunas que iban a llegar entre diciembre y enero. También hizo la vista gorda cuando Salud lo llenó de filminas equivocadas que más de un lío diplomático le trajo al país o cuando él mismo usó frases grandilocuentes como lo de la Argentina “modelo del mundo” debido a los números que le acercaba Ginés. Y lo avaló aun sosteniendo sus barrabasadas, como la de hacer testeos únicamente en el Instituto Malbrán por aquello de la “presencia del Estado”.

Sobre Vizzotti hay que marcar que más allá de su reconocida idoneidad profesional como infectóloga y de un par de situaciones cuyos registros mediáticos seguramente ella querría borrar, la gran duda en este repugnante affaire está dada en saber si ella desconocía lo que pasaba dentro de una estructura por la que sentía tanto orgullo. Ss bastante raro que no hubiese sabido de los desvíos de vacunas.

Esto no debería salirle gratis al Frente de Todos. La crisis política en la que ha entrado el elenco gobernante después de haberse descubierto la existencia de esas vergonzosas prebendas es sobre todo de carácter moral, un tufillo que surge precisamente del impudor reinante, definido también como cinismo. Legalmente, como decimos, no hay mucho que decir: el propio Gobierno estableció la categoría “Personal Estratégico” como prioritario en la vacunación, incluyendo a toda persona que forme parte de la gestión de salud, política o social aunque su labor la realice en una oficina y en total soledad. Ahí, en el preciso instante en que se pensó incluir a todos los “propios” antes que a los grupos de riesgos, es donde radica la impudicia. Luego, todo lo que se hizo fue “legal”.

Este grave virus vernáculo, que viene desde bien arriba del Gobierno, lo desnuda, lo debilita y le quita la venda a muchos militantes, ya que muestra a pleno el viraje de las sindicadas como “clases dominantes” hacia una nueva élite.


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