Editorial

Los venezolanos que aprovechan las oportunidades que los argentinos descartan


Se estima que cerca de 180.000 venezolanos llegaron en los últimos años a la Argentina, escapando de la grave crisis que sacude al país caribeño. De esta manera, los migrantes de esa nacionalidad pasaron a conformar el grupo más numeroso de extranjeros que ingresan en territorio argentino. Un relevamiento elaborado por la Dirección Nacional de Migraciones estima que en los próximos meses podrían llegar otros 100.000 venezolanos más, por lo que ya se adoptan medidas para facilitar la integración de quienes llegan buscando mejores horizontes.

Cualquiera que viaje estos días a la Ciudad de Buenos Aires podrá comprobar la dimensión de la diáspora venezolana. A poco de llegar al hotel elegido para la estadía, o al destino comercial, al paseo o al lugar que se requiera arribar, es casi seguro que en el camino encontrará un venezolano. Ya sea en los servicios de taxis, en kioscos, bares o en los hoteles, la presencia de migrantes de esa nacionalidad se hace notar, sobre todo, por la amabilidad, el buen trato y la manera de hablar. Según la Unión de Venezolanos en Argentina, conseguir un trabajo informal puede demandar a un migrante venezolano entre una y dos semanas en la Ciudad de Buenos Aires. Un trabajo en blanco, en tanto, entre tres y cinco meses, aunque el puesto obtenido no necesariamente tenga relación con el oficio o profesión del recién llegado.

Debido a que la mayoría de los que llegan escapando de la crisis social, económica y política de Venezuela se radica en Capital Federal y en el primer cordón bonaerense (de acuerdo con datos de la Dirección Nacional de Migraciones), el Gobierno nacional avanzó con la creación del “Programa de asistencia a migrantes venezolanos” con el objetivo de facilitar el ingreso en el territorio nacional, la regularización de su condición migratoria y la inserción social en la comunidad. En rigor, fueron los planteos que se hicieron desde la Ciudad de Buenos Aires respecto de la necesidad de organizar el flujo continuo de inmigrantes (se estima que más del 80 por ciento de los migrantes se radicó en esa gran urbe), lo que llevó a impulsar esa política para flexibilizar los requisitos de ingreso. El Ejecutivo nacional informó que entre las principales medidas que se pusieron en marcha figuran la autorización al ingreso de ciudadanos venezolanos cuya cédula de identidad o pasaporte tenga un vencimiento no mayor a los dos años, así como los menores de nueve años que ingresen por vía terrestre con uno o ambos progenitores podrán presentar excepcionalmente la partida de nacimiento, siempre que no cuente con alguno de los documentos.

Debido a que una encuesta realizada entre los venezolanos que llegaron al país indica que más del 80 por ciento está dispuesto a radicarse en alguna localidad del interior si tiene una posibilidad laboral en su profesión, se impuso la necesidad de organizar el flujo migratorio con alternativas de radicación en las distintas provincias. Algunos datos señalan que, por un lado, la migración venezolana en Argentina se convirtió en récord histórico en 2018 y, por otra parte, además de superar en número a los inmigrantes que llegan del resto de los países de América Latina, por primera vez desplazaron a los paraguayos del primer lugar entre los extranjeros que vienen a vivir al país. De todos modos, debe señalarse que la profundización de la crisis económica local desalentó en los últimos meses la llegada de venezolanos que, en gran medida, optaron por Colombia y Brasil, que son las otras dos naciones de la región que también reciben el impacto de este fuerte movimiento migratorio.

Otra particularidad de la migración venezolana es que la mayoría de los grupos que abandonaron su país están conformados por jóvenes y con estudios universitarios. Un estudio realizado durante el 28 de octubre y el 11 de noviembre pasado por el Organismo de las Naciones Unidas para la Migración (OIM) reveló que un 47 por ciento llegó a nuestro país utilizando medios terrestres y aéreos, un 53 por ciento viajó solo, el 66 por ciento es soltero y el 50 por ciento tiene estudios universitarios.

Pero más allá de las calificaciones de cada migrante, no debe olvidarse que la ley reconoce la potestad a migrar como un derecho humano esencial e inalienable y que, por lo tanto, las políticas públicas destinadas a atender este fenómeno deben aplicarse siempre en el marco del respeto por la diversidad y el pluralismo cultural.

Toda persona originaria de otro país que quiera habitar en suelo argentino y traiga en su bagaje buenas intenciones, tales como aceptar el marco normativo, la sana convivencia y sobre todo tenga ganas de progresar trabajando, será bienvenida a la Argentina. Al fin, este país se forjó a la luz de hombres y mujeres que huyendo de lugares donde escaseaban las oportunidades, encontraron aquí un oasis para echar raíces.


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