Editorial

Macri-Pichetto y los armados que definieron el panorama electoral


Así como cuando Cristina Fernández de Kirchner ungió a Alberto Fernández como candidato a presidente por Unidad Ciudadana, la noticia impactó en el escenario político causando sorpresas por el aparente corrimiento de la figura de la expresidenta a un segundo plano de la escena electoral, la definición de la fórmula Macri-Pichetto fue la jugada del oficialismo menos pensada. Cuando todo el mundo esperaba que el presidente eligiera a alguien del radicalismo para acompañarlo en la contienda y mientras se especulaba con la convocatoria a una mujer para secundarlo, la definición irrumpió y motivó incluso modificaciones en el armado de las demás fuerzas políticas. La incorporación de un peronista a la fórmula descolocó a propios y extraños. El PRO puro no admitía hasta hace poco que la fuerza política que se pretende desterrar pasara a conformar parte del entramado oficial. Macri eligió a un peronista. Pero no a cualquiera. Pichetto era un referente de Alternativa Federal, pero además una figura con un enorme peso político, no quizás en término de votos pero sí de autoridad y experiencia legislativa para el establecimiento de acuerdos e injerencia en todos los poderes del Estado.  Los mercados también reaccionaron positivamente ante la noticia, lo que a la luz de la realidad económica actual no resulta un dato menor.

En este sentido, la decisión presidencial tiene múltiples lecturas. Por un lado significó la confirmación de la fuerza debilitada del radicalismo como espacio político capaz de traccionar votos y ubicó al peronismo -que ya era parte de Cambiemos con Monzó a la cabeza- como verdadero socio estratégico.

En el seno del peronismo, que Pichetto se erigiera en el vice de Macri tuvo también su impacto. La posibilidad de que algunos gobernadores “migren” a las filas oficialistas a raíz de esta determinación, genera cierta zozobra. Y frente a ello, los “Fernández” se muestran dispuestos a “negociar todo” para evitar que el presidente logre la reelección. En este espacio los movimientos no son menores. La alianza establecida con Sergio Massa, que parece haber rifado su identidad partidaria, es una muestra clara de que el eje está puesto no en la conformación de una plataforma electoral sobre la base de un proyecto compartido sino en la tarea de sumar fuerzas “en contra de”, algo repetido en la historia Argentina reciente.

Esta decisión del líder del Frente Renovador, sumada a la de Pichetto de aceptar la propuesta de Macri, terminó por implosionar a Alternativa Federal, y Juan Manuel Urtubey finalmente decidió resignar su candidatura presidencial y acompañar como vice a Roberto Lavagna en el espacio Consenso Federal. A este abanico hay que sumar otras opciones de menor caudal electoral.

En un escenario tan volátil como cambiante; lo que el cierre de las alianzas dejó como saldo fueron jugadas de último momento que parecen haber definido un panorama que aparecía desdibujado en las horas previas. El Gobierno consiguió recuperar el protagonismo en la escena política, la oposición logró agruparse de un modo que, puede gustar o no, plantea algunas alternativas.  Aunque hay quienes aseguran que los armados alcanzados lo único que han hecho es profundizar la grieta, también es válida la lectura que señala que aunque lejos de la construcción de proyectos colectivos y habiendo hecho imperar “la rosca”, los líderes se ubicaron en el lugar que querían estar. O en el que pudieron. Cerca o lejos del oficialismo.

Algún analista político dijo por estas horas que todos parecen haberse corrido hacia el centro, con posturas más o menos genuinas. Quizás no por convicción sino por conveniencia, atendiendo a que más allá de la grieta una inmensa porción del electorado aguarda la mesura. Finalizado el plazo para la inscripción de alianzas, habrá que ver cómo terminan de configurarse las listas. Nadie descarta nuevas sorpresas. Viene una instancia de reacomodamientos que nacen en lo nacional y se expresan también en los distritos, porque el movimiento de los principales líderes trae aparejadas consecuencias en los armados locales que se vieron obligados a reconfigurarse. ¿Los antiperonistas que se han mostrado seguidores de Cambiemos votarán una fórmula que lleva a un peronista?

¿Los líderes locales de partidos como el Frente Renovador, podrán acompañar una fórmula que encarna los principios más férreos del kirchnerismo? ¿La tercera fuerza logrará captar el voto de los desencantados a uno y otro lado de la grieta?

Con estos y otros interrogantes, el juego electoral se está jugando aún. En adelante es imperioso comenzar a pensar en un plan de acción, porque mientras los políticos discuten sus armados, los problemas apremian y se sabe ya que no valdrán las soluciones demagógicas ni mágicas. Ninguno de los candidatos, per sé, es portador de un antídoto para todos los males que nos aquejan. Gane quien gane, la crisis no desaparecerá el 11 de diciembre.

Con electores huérfanos de partidos políticos que se desdibujan en su conformación, con una enorme masa de la población que se muestra apática y decepcionada, la gran tarea será fortalecer la república, y la política grande como herramienta de transformación. Sin ello, el juego seguirá siendo de los dirigentes sin que pueda restituirse la confianza.


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