Editorial

Ninguna para los K


Las elecciones de Santa Fe y Mendoza no resultaron sorpresivas en cuanto a sus resultados en la línea gruesa: esta vez las tendencias que marcaban las encuestas se reflejaron en las urnas. 

En Santa Fe, en términos generales ganó por muy poco el candidato del PRO Miguel del Sel, planteando un escenario muy polarizado para el 14 de junio, con su inmediato seguidor (a escasos 5.000 votos) Miguel Lifschitz, del Frente Amplio Progresista.

Ahora, en el plano del acuerdo UCR-PRO, Del Sel descolló, y dejó en el camino al radical Mario Barletta. Es decir que el antes comediante será el candidato a gobernador por esa alianza de partidos.

Lo meritorio de Del Sel es que sumando los votos del socialista Miguel Lifschitz y del radical Mario Barletta, no alcanzan la cifra lograda por el macrismo. Otro hecho destacado de la jornada del domingo es que fue la primera vez en muchos años que radicales y socialistas se dividieron para ir a una elección. Sumados los votos casi empatan a Del Sel, sin embargo no podemos saber (y ese es el problema de las Paso) si pasadas estas internas abiertas, los votantes de ambos se unirán en las urnas o quedarán heridas que lo impedirán. Por eso no es certera la suma de los votos del ucerreísta y el socialista como un resultado electoral.

El escrutinio oficial aportaba que el peronista Omar Perotti podría superar el 22 por ciento de los votos, el piso que se había impuesto al inicio de la campaña. De todos modos, el kirchnerismo estaba seguro de su derrota en tierras santafecinas, por lo que no representó para ellos ninguna novedad. Lo máximo que aspiran es a que Perotti logre mantener los votos obtenidos.
Será el objetivo tras cada Paso que se produzca en país por una razón lógica: el voto kirchnerista es un voto positivo, con raíz ideológica y de convicción; es decir, quien no los vota en las Paso, no los votará en la general aunque este ciudadano puede ofrecer su voto anti K a cualquiera en las fuerzas opositoras. 

El lugar de los festejos macristas fue Rosario, con Del Sel y Carlos Reutemann, que reapareció tras una ausencia en la campaña electoral, circunstancia que molestó y, con razón, al PRO santafecino, porque el exgobernador especuló hasta que vio el triunfo pero no aportó su presencia cuando hizo falta durante la labor previa. Sin embargo se perjudicó porque Del Sel comprobó que sin él, ganó las Paso cómodamente.

Del Sel es un candidato puro de PRO; nació a la política de la mano de Mauricio Macri, debutó en 2011, cuando dejó preocupado al Frente Progresista al quedar a sólo tres puntos de Antonio Bonfatti. 

En esta oportunidad, la campaña de Del Sel tuvo contratiempos por los exabruptos verbales que dejaron flancos débiles para que desde el socialismo y el peronismo le endilgaran que no estaba preparado para gobernar una provincia. Tuvo denuncias ante el Inadi por discriminación a la mujer y se lo trató de inepto como para gobernar. Sin embargo se impuso. Tal vez por esto que decíamos más arriba: quien no vota al kirchnerismo no tiene, en general, convicción sino que efectúa un voto anti K, con la mirada puesta en quien cree que puede encarnar el cambio, sin más exigencias que eso. Por lo demás, sería prejuzgar hablar de incapacidad de parte de Del Sel o de inmerecimiento, por el solo hecho de ser humorista, como si ello invalidara otras capacidades humanas.

El que peor resultado obtuvo fue Sergio Massa ya que su candidato sacó el 7 por ciento de los votos y quedó fuera de carrera; Eduardo Buzzi lo representaba por un lado y Oscar “Cachi” Martínez, por otro. Juntos lograron ese exiguo porcentaje. La verdad es que fue un papelón para el Frente Renovador.

Es parte del análisis del triunfo del PRO que en los últimos años el Frente Progresista, por ser gobierno, empezó a cosechar el voto más temido: el “voto bronca”, fundamentalmente por los problemas de inseguridad y de bandas narco que se han enseñoreado en la provincia. En este sentido los socialistas no se mostraron suficientemente firmes como para combatir un flagelo tan fuerte como el que padece la población. 

 En Mendoza el radicalismo –según lo interpretan sus referentes- se quedó con el primer triunfo electoral del año, en un escrutinio que se vio interrumpido por problemas informáticos. El precandidato a gobernador del Frente Cambia Mendoza, una alianza entre la UCR, PRO y el Frente Renovador, el radical Alfredo Cornejo, se impuso en las Paso con el 44,64 por ciento de los votos, según el último parcial, con más del 95 por ciento de las mesas escrutadas.

El Frente para la Victoria, que compitió dividido, consiguió el 39,89 por ciento, sumando las tres listas en juego. Con 24,67 por ciento, se impuso el senador Adolfo Bermejo, candidato del gobernador local, Francisco “Paco” Pérez, y apoyado a nivel nacional por Daniel Scioli. Detrás quedaron el diputado ultrakirch-nerista Guillermo Carmona, con 11,17 por ciento, y Matías Roby, con 4,05 por ciento. Las elecciones generales serán el 21 de junio. En este caso se aplica la misma lógica que en Santa Fe, más allá de que juntos pierdan igual, nada garantiza que en las generales los votos de los tres sectores vayan para Cornejo.

Así como lo de Santa Fe no fue una sorpresa sino una realidad ya digerida, porque el kirchnerismo nunca hizo pie allí, lo sucedido en Mendoza cayó como un baldazo de agua fría en la Casa Rosada. Esta fue una verdadera derrota para el oficialismo, que es gobierno en la provincia cuyana por lo que han perdido, literalmente, un capital político de importancia.

Los radicales emblemáticos de Mendoza, como Julio Cobos o Ernesto Sanz nos tardaron en adjudicarse la victoria e incluso evitaban en sus notas televisivas mencionar a Macri o Massa y dijeron que esta era una muestra de que el radicalismo sigue vivo.

Ernesto Sanz, en tanto, jugó con la idea de las Paso como si fuesen una gran encuesta: “Las encuestas más fiables son las que se realizan en urnas con votos reales, como la de hoy. No tienen margen de error, muestran la realidad tal como es”, dijo pensando en su candidatura y en un mejor posicionamiento en la unión con el PRO. Claro que en simultáneo, Barletta en Santa Fe tenía una performance para el olvido.

Pero en Mendoza la fiesta era blanca y roja. Y para que así fuera, los jeques radicales  les pidieron a Macri y Massa que viajaran hasta allá. Así lo hicieron ambos presidenciables y la UCR pudo exhibir el triunfo como propio.


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