Editorial

¿Nos estamos relajando?


Son las 21:00 de uno de los primeros días de junio en Pergamino y en la cuadra se escuchan los primeros compases del Himno Nacional, acompañados por las voces desafinadas pero con mucho aliento de los vecinos.

La hija pequeña del hogar, de 5 años, sale corriendo hasta la puerta de casa para observar el repetido espectáculo. Termina el Himno, aplaude, todos aplauden y algún día hasta se escucharon vítores. Todos se saludan con un “¡hasta mañana!” y “taza taza cada cual a su casa”. El ¿ritual? se repite desde el inicio de la cuarentena. No importa si es lunes, domingo, feriado si hace frío o si llueve. Cantar el Himno como señal de apoyo al personal sanitario se convirtió en religión. Se lo canta emocionado, orgulloso, con el pecho inflado. Como Maradona en el Mundial de Fútbol ‘90 cuando enfrentamos a Italia. Así, incluso con los ojos vidriosos. Con más ganas que en los actos escolares o municipales, hay que reconocerlo. Es el orgullo de sentir que uno acompaña en esa entonación, en ese momento, a los médicos/as, enfermeros/as, bioquímicos/as, etcétera (y en el etcétera nombramos a los que puedan faltar) que están “en la trinchera”.

Ayer, la niña de 5 años, que no entiende de horarios, que está desorientada (no sabe si es lunes o domingo, no sabe si son las 6:00 de la tarde o las 10:00 de la noche), fue corriendo con su peluche a preguntarle a su papá:

-“¿Falta mucho para cantar el Himno así vamos a aplaudir?”

-A lo que le respondió: “Hace unos días que no cantamos el Himno”.

-Repreguntó: “¿Por qué?”

Fue ahí cuando el padre echó mano al repertorio de respuestas fáciles y rápidas de adultos que nunca dejaron de trabajar en esta cuarentena y llegan estresados, cansados, agobiados a su hogar y tienen niños pequeños a los que hay que regalarles una buena noticia. Y le dijo: “Porque hace mucho frío”.

Desde hace unas semanas ya no cantamos más el Himno. ¿Por qué ocurrió esta situación?, ¿porque estamos en Fase 5?, ¿es un signo de que nos estamos relajando?

La semana pasada el mismo padre se encontré en la fila del banco con un amigo que, “por esto de la cuarentena”, hacía mucho no veía. Codazo de acá y de allá, barbijo de por medio, se pusieron al día de muchas cuestiones que por medio del grupo de WhatsApp que comparten no podían hablar. Entre el metro y pico de distancia y el barbijo se tuvieron que repreguntar varias veces porque no se escuchaban. Desde que comenzó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio que no se reunían en la tradicional peña. Aunque apenas son siete, la llaman “peña”. Anoche fue el primero en llegar. Ansioso. Ni bien llegó, su amigo estaba sin barbijo y me dio un fuerte abrazo como si hiciera tres meses que no nos veíamos. Casi la misma situación se repitió con los restantes: los primeros cuatro que llegaron se abrazaron y el último… el último en llegar preguntó cómo venía la cosa, si de codazos o si ya se podían abrazar, así que abrazó a unos y codeó a otros. ¿Por qué será?, ¿tendrá que ver que estamos en Fase 5?, ¿porque nos estaremos relajando?

En Pergamino los comercios, los bancos, las instituciones intermedias exigen a rajatabla uso de barbijo para ingresar, respetar la cantidad de personas por metro cuadrado, cuentan con alcohol en gel sobre el mostrador o en el ingreso y un trapo de piso empapado en alcohol en la entrada.

Y los gastronómicos te requieren hasta el grupo sanguíneo cada vez que vas a tomar un café.

Cuidados y protocolos similares vemos a diario cuando recurrimos al médico, desde que ingresamos a la sala de espera hasta el consultorio mismo. Y ni hablar cuando visitamos al odontólogo.

Lo propio ocurre con quienes están del otro lado del mostrador en un comercio o institución ni qué hablar con un médico: todos con cubreboca o barbijo.

O sea que en Pergamino, en cualquier espacio donde nos podamos topar con otro ser humano, los protocolos de sanidad funcionan como es debido. A rajatabla.

La pregunta es: ¿puertas adentro nos cuidamos de la misma manera que cuando estamos en la calle o en un espacio público? Exigimos a gritos controles en los accesos a nuestra ciudad, pero… ¿somos tan estrictos con aquellas personas que recibimos en nuestro hogar?

Que el éxito que logramos los pergaminenses en esta cuarentena, ese orgullo de enarbolar la bandera de “Fase 5”, no conspire contra su continuidad por culpa de lo que hacemos cuando no nos ven.


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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