Editorial

Poner luz en el camino hasta octubre


El amplio resultado adverso para el Gobierno en las Paso refleja que la gente votó más que nunca con el bolsillo, en medio de un extendido malestar económico y social, y esto desencadenó una fuerte presión sobre el dólar desde el mismo lunes.

Enterado de eso, el candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, salió a pedirles a los mercados que no tengan temores, en su primer discurso como ganador. “Nunca hicimos locuras. Siempre vinimos a arreglar lo que otros habían arruinado”, dijo el triunfante postulante, tratando de llevar tranquilidad al establishment, al abogar por cerrar la grieta y llamar a la unidad. Pero el discurso conciliador duró poco.

La derrota de Mauricio Macri preanuncia también una salida en tropel de los fondos de inversión de sus posiciones en bonos de la Argentina, lo cual ya hizo subir el riesgo país muy por encima de los 1.000 puntos.

Recesión, inflación, aumentos de tarifas de-sempleo  y cierre de empresas (estos dos últimos impulsados también por un cambio de paradigma en la producción y el consumo) fueron un cóctel demasiado fuerte para los intentos del Gobierno de obtener un resultado más ajustado en las Paso que lo dejara con mejores chances de darlo vuelta en octubre.

El triunfo contundente de Alberto Fernández y la chance clara de que el kirchnerismo/peronismo vuelva al poder en diciembre, anticipa fuertes turbulencias en los mercados durante los próximos meses.

El resultado electoral anticipa que el escenario económico se puede complicar aun más para un gobierno que nunca encontró el camino para poner a la Argentina en el camino de la recuperación. Ahora todo será muy cuesta arriba y pondrá al país ante una nueva encrucijada en materias económica y social, que abre un interrogante a esta altura demasiado grande sobre los tiempos por venir.

Hasta la semana pasada, el peor contexto posible para el oficialismo era aquel en el que la brecha a favor de Alberto Fernández y Cristina Kirchner superaba los seis puntos, porque dejaba un margen muy apretado para pelear la segunda vuelta. Pero las cifras superaron todo lo pronosticado: ninguna encuesta imaginó un triunfo tan contundente del peronismo.

A la sociedad también le queda una tarea difícil, que es no dejar que el resultado de las Paso quede envuelto en la grieta. El voto al ganador no implica un aval a las prácticas de corrupción que hoy juzga la Justicia (y por la que hay varios exfuncionarios de Cristina Kirchner procesados y detenidos), así como tampoco es un rechazo a la infatigable cantidad de obras realizadas en estos años. Representa, en todo caso, una asignación distinta de prioridades. En esa lista hacer el ajuste tarifario -por más que economistas y empresarios lo entiendan como ineludible-pesó más que la revolución de los aviones, por mencionar uno de los caballitos de batalla de Macri.

Los precios de los activos (tanto bonos como acciones argentinas) no tenían incorporado un triunfo del kirchnerismo por una diferencia tan abrumadora. Y por esa razón la debacle fue tan extendida: el dólar subió casi 11 pesos en un día y los papeles que cotizan en el Merval y en Nueva York sufrieron una de las mayores caídas de su historia, al punto tal de que esta vez el efecto contagio sobre otras monedas emergentes lo disparó el peso, que cerró con una devaluación cercana a 15 por ciento en un solo día.

Mauricio Macri ya había atravesado una situación similar: el viernes 26 de abril, cuando el dólar superó los 46 pesos, tuvo la sensación de que el lunes el mercado podía activar otra escalada que lo dejara sin futuro político. Pero ese fin de semana el FMI lo autorizó a vender reservas y el panorama se calmó de un día para el otro. Esta vez la película fue muy diferente. Lo primero que hizo el primer mandatario después de perder por paliza fue convocar a su ministro de Economía y al presidente del Banco Central para definir una estrategia de contención. Sin muchas herramientas, apretó los dos botones que tenía en la mano: subió la tasa de referencia 10 puntos y vendió reservas a media rueda para tratar de enfriar el precio. La parte más dura es que el mercado no quiso renovar todas las Leliq y quedó obligado a una expansión monetaria inédita.

Por la tarde del lunes post electoral, el presidente salió a hablar con un discurso orientado a sus votantes, que excluyó a la sociedad que no lo apoyó, pese a haber sido más de 50 por ciento de los que votaron el domingo. Para ellos, el único mensaje fue que iban a tener que hacerse cargo de la desconfianza que genera el kirchnerismo en el mundo, traducida en las profundas caídas de bonos y acciones, y en los efectos inflacionarios de la devaluación del peso. Minimizó la derrota y habló de tratar de revertir el resultado en octubre. Alberto Fernández tampoco hizo mucho desde su rol de ganador: respondió que es responsabilidad del Gobierno que la economía no estalle antes de la elección, como si su palabra, la del virtual nuevo presidente, no tuviera trascendencia. La transición no empezó. Es cierto, seguimos en campaña. Pero el contexto impone algún tipo de diálogo. El camino a octubre es largo.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO