Editorial

Razones e insensateces


El Gobierno negó rotundamente una reforma de la Corte Suprema de Justicia, horas antes de que se pusiese para el tratamiento en el Senado el pliego de Roberto Carlés, el candidato elegido por Cristina Kirchner para integrar el Máximo Tribunal.

A última hora de ayer, el oficialismo retiró del tratamiento el pliego como se informó, a sabiendas de que la Cámara Alta los desecharía por mayoría de votos.

Unimos de todos modos un hecho con otro porque, precisamente, como el postulante no cuenta con los votos para imponerse en el recinto de senadores, los rumores sobre una posible ampliación de la Suprema Corte corrían por los pasillos legislativos.

El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, negó la posibilidad de que el Poder Ejecutivo impulse un proyecto de ley para modificar la cantidad de miembros de la Corte, para el que la Casa Rosada podía contar con los votos. Estas declaraciones echaron por tierra lo que nunca salió de la categoría del rumor y que nunca estuvo respaldado por algún proyecto presentado por el Ejecutivo en este sentido.

No es la primera vez que se lanza este tipo de “globo de ensayo”, por el cual se pone a la sociedad -especialmente la política- a hablar sobre cierto tema. Dependiendo de las opiniones que surjan, el Gobierno avanza o no con el tema, como para hacerlo sobre seguro y sin tropezones.

Pero en este caso, la versión ni siquiera tenía asidero en la lógica kirchnerista ya que durante la presidencia de Néstor, la propia Cristina, como senadora, firmó un dictamen en el que fundamentó por qué la Corte debía ser reducida a cinco miembros. Y se terminó así una ampliación muy criticada en la era de Carlos Menem.

 En aquella época, el presidente para lograr magistrados del Máximo Tribunal a su favor, decidió ampliar el número de integrantes a nueve, como un modo de asegurarse fallos favorables. Cristina Kirchner fue una de las fervientes contracara de esta propuesta y la votó en contra. Y luego, en la presidencia de su esposo, logró que el número de integrantes volviera a los cinco.

En los últimos días, ante la imposibilidad del oficialismo de conseguir la mayoría especial necesaria para aprobar el pliego de un nuevo integrante del Máximo Tribunal, habían circulado versiones de un posible cambio en la integración total del cuerpo, para habilitar la llegada de conjueces; o bien una negociación con la oposición que destrabara la situación con la propuesta de otros candidatos (con Carlés en el “paquete”) que convenciera al resto de la dirigencia política. Sin embargo estas versiones fueron dadas por tierra por parte del propio oficialismo.

No hay reforma de la Corte, aun cuando el pliego de Carlés en reemplazo de Eugenio Zaffaroni que renunció al Máximo Tribunal, ya no será tratado hoy como se dijo en un principio.

En este momento el Máximo Tribunal cuenta con cuatro magistrados, lo que supone un problema del que se debe salir rápidamente porque se necesita un número impar para poder destrabar mejor las causas que llegan.

En este sentido, el Gobierno apunta a la salida de Carlos Fayt por su edad  pero este no pretende dejar su cargo en la Corte. Si bien todos reconocen que ha sido un excelente ministro, opinan que no está en condiciones ya de seguir ejerciendo la labor. Sin embargo el antiguo magistrado, mediante una acordada, puede quedarse en la Corte hasta que le llegue la hora y eso es lo que parece que hará.

El Gobierno ya no mantiene expectativas sobre la sesión de hoy en la que se iba a tratar el pliego de Carlés.

Ayer volvieron a crecer los rumores respecto a qué iba a definir el Gobierno que, finalmente, optó por que no se trate el pliego de Carlés, ante la inminente derrota legislativa que iban a sufrir.  Así fue anoticiado el bloque oficialista del Senado, que conduce Miguel Pichetto. Es que sin los votos necesarios para aprobar el pliego, ya que se exige dos tercios de los senadores presentes, es decir mayoría especial y no contar con ello, y toda la oposición que planteó su rechazo, el pliego de Carlés fue retirado.

En realidad lo que está sucediendo era sabido de antemano, más allá de las cualidades que tenga o le falten a Carlés para ser miembro de la Corte, porque los senadores opositores el año pasado firmaron un documento para no votar ningún candidato que eligiera Cristina Kirchner. Es un documento algo espurio y que no tiene basamento lógico, porque si se produce una vacante en la Corte, como sucedió, lo que urge es cubrirla para que el Máximo Tribunal pueda seguir su labor normalmente. Y el mecanismo constitucional indica que el pliego siempre lo envía el Poder Ejecutivo y recibe o no el acuerdo del Legislativo. Proponerse no votar ningún pliego del Ejecutivo a priori, cuando aún no se sabía quién sería propuesto, no parece una decisión seria de parte de la oposición.

De modo que el kirchnerismo sabe que no llegaba a los dos tercios de los votos presentes para lograr su objetivo y que Carlés no logrará el apoyo suficiente para su nombramiento.

La oposición dice, por su parte, que Carlés miente en su currículum vitae y acusó al kirchnerismo de buscar garantizarse impunidad mediante el nombramiento de mediocres en cargos judiciales.

Como es observable, nadie se priva ya de decir lo que piensa en el Senado y es así que no hay consenso para aprobar el pliego de quien fuera propuesto para miembro de la Corte.

Y más allá de que sea un año electoral, es de presumir que los senadores de la Nación debieran tener en cuenta, ante cualquier pliego que se presente, las cualidades del propuesto y no el hecho de que sea postulado por el Poder Ejecutivo, porque eso es lo que norma la Constitución Nacional que se debe hacer.

La historia del reemplazo del exministro de la Corte, Raúl Eugenio Zaffaroni recién comienza.


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