Editorial

Residencias hospitalarias: claroscuros del sistema de salud


Como sucede casi siempre cuando los acontecimientos noticiosos ocurren en la Capital Federal consiguen alta visibilidad en los medios de comunicación y se instalan en la agenda pública disparando las opiniones y debates. Algo de esto sucedió en los últimos días cuando residentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires realizaron un paro en los hospitales porteños y se movilizaron en las calles en desacuerdo con varios artículos de la ley que pretendía imponer el Gobierno de ese distrito para el régimen de residencias. La solidaridad de residentes de distintos puntos del país no tardó en llegar por considerar que mucho de lo que se establece en el texto de esa normativa resulta un atropello en términos laborales y de formación académica. El hecho en sí mismo, al tiempo que motivó el interés por la noticia, disparó una reflexión sobre el sistema de formación de posgrado en servicio que funciona en todo el país con particularidades propias para cada sistema de salud provincial. Desagregar algunas cuestiones del funcionamiento de este sistema es el objetivo medular de este comentario. Y para ello se centrará no en lo que se plantea en la coyuntura del sistema de salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sino en cómo están estructuradas las residencias en territorio bonaerense.

En el caso de la Provincia de Buenos Aires, producto de políticas que se han instrumentado en los últimos años, el sistema se ha jerarquizado. Pergamino es testigo cercano de estos avances por cuanto en el Hospital Interzonal General de Agudos San José se forman profesionales en distintas especialidades médicas y no médicas, a través de distintas unidades de residencia. A la actualización de las currículas le siguió la designación de instructores rentados para varias de las unidades académicas y los egresados del sistema obtuvieron su nombramiento en la planta hospitalaria si tuvieron el deseo de quedarse al finalizar su instancia de formación de posgrado en servicio.

A nivel local la tarea de las residencias se articula desde el área de Docencia e Investigación y desde esa área hospitalaria se conjuga una tarea sumamente compleja que contempla la actividad académica con la práctica real. Más allá de cualquiera de las falencias que pueden atribuírseles a las residencias, a la luz de cómo funciona el sistema en Pergamino, lo cierto es que se trata de una modalidad que aporta muy buenos resultados de formación profesional. Es quizás el método más efectivo- también el más riguroso- para la formación de recursos humanos en salud.

Más allá de lo que sucede por estos días en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde el propio Gobierno se ha manifestado dispuesto a abrir el texto de la ley para revisar varios de los artículos que están siendo cuestionados, lo cierto es que la realidad no puede generalizarse. Y que el conflicto planteado no debe servir para pasar por alto que la residencia es el mejor lugar para formarse en servicio. Los estados destinan fondos a este proceso, entendiendo que los hospitales son las mejores escuelas donde entrenar a futuros especialistas de la mano de los profesionales más calificados. Hacerlo es correr el eje de la verdadera discusión.

Mucho de lo que se escucha por estos días en relación a las residencias no tiene tanto que ver con el sistema en sí mismo como con la realidad de un sistema sanitario en crisis que en determinados contextos toma al residente como mano de obra para paliar un déficit estructural de los hospitales. Más allá de la particularidad de cada régimen de formación y de cómo se implementa en cada distrito, el sistema de residencias es un modelo de calidad. Lo que aparece en el reclamo quizás no tenga que ver con la formación sino con la realidad en la que los residentes se insertan.

Por eso ganan terreno las críticas sobre la carga horaria excesiva, las coberturas de guardia y la precariedad laboral. Esto habla del estado de la salud pública. Esto va más allá de un sistema de residencias que hay que seguir jerarquizando. Para que se vuelva una alternativa atractiva para que motive el interés de las nuevas generaciones de profesionales por formarse en los hospitales públicos en lugar de realizar cursos teóricos, que si bien otorgan la certificación en una determinada especialidad, no importa la rigurosidad del entrenamiento que da el haber pasado por las residencias. Vale destacar que perfectible como todos en el ámbito bonaerense se han instrumentado políticas para jerarquizar las residencias. Y esto se traduce en lo que los propios residentes de las distintas unidades señalan. Lo que se han oído en las últimas horas son voces de solidaridad frente a un conflicto particular planteado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que desencadenó en la anulación de la ley. Esto no representa la realidad de todos los distritos en términos de implementación del sistema. Lo que sí resulta común a todos es la desnaturalización del rol que surge como consecuencia de la crisis de la salud pública. La empatía y la visibilidad que tuvo el conflicto de los residentes de Capital Federal permiten que aparezca como una oportunidad cierta de no bajar la voz respecto de lo que pasa puertas adentro del sistema de salud para seguir pensando alternativas que mejoren la calidad de la salud pública y dignifiquen a los trabajadores que apuestan a ella.


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