Editorial

Santa Fe, de los cortes de luz a la “evaporación” de mesas en los escrutinios


Lamentablemente, la provincia de Santa Fe tiene una larga historia de extraños sucesos durante sus elecciones. Pasó durante gobernaciones peronistas, que más de una vez se ha cortado la luz y cuando retornaba, los números de las computadoras aparecían cambiados y ganaba siempre el oficialismo. Parece una broma dicho así, una treta tan simple como cortar la luz de la sala de cómputos oficial; sin embargo daba resultado. Había quejas, sospechas, pero los cortes energéticos terminaban siendo la clave electoral santafecina.

Pasaron los años y la provincia se fue normalizando, vino la gestión de Carlos Reutemann y de Jorge Obeid, peronistas, de los radicales y ahora de los socialistas y no pasaron más aquellos bochornosos hechos del pasado. 

Pero en esta última Paso -y siendo la administración socialista de Antonio Bonfatti- la provincia volvió a verse envuelta en el escándalo, por unos 200 mil votos no contabilizados en el escrutinio provisorio del domingo pasado. No son pocos y pueden variar algunos resultados.

Ayer, tras las denuncias efectuadas por el PRO y el Frente para la Victoria, a las 8:00 de la mañana, el Tribunal Electoral de Santa Fe comenzó con el escrutinio definitivo de los votos. De ahí saldrá la verdad de qué votaron los santafecinos y en qué proporción.

“No hubo irregularidades en el escrutinio provisorio. Reconocemos que hubo algún defecto en la comunicación de las mesas informadas pero no hay ninguna irregularidad”, fue la explicación que dio el ministro de Justicia de la provincia Juan Lewis. 

Obviamente, y como no podría ser de otro modo, Santa Fe está convulsionada por la polémica que generó el recuento de votos y hubo palabras de la oposición de todo tenor, desde poco transparente y poco serio, hasta zafarrancho, papelón y otros epítetos dedicados al socialismo, responsable de la coordinación de los comicios en la provincia que gobierna.

Lo que saltó a la luz es que no se contó un 10 por ciento de los votos en las Paso y es un porcentual elevado como para dejarlo de lado. El Tribunal Electoral Provincial convalidó las denuncias por irregularidades y habría comprobado que resta conocerse el resultado de 807 de las 7.626 mesas en todo el territorio, de las cuales 657 no fueron informadas y otras 150 fueron desestimadas por diferentes anomalías. 

En este contexto se abre un panorama complejo para el gobierno socialista, cuyo principal candidato a jefe provincial, Miguel Lifschitz, se llamó a silencio. Mientras Miguel del Sel del PRO y Omar Perotti del Frente para la Victoria mostraron abiertamente su malestar por la situación creada.

Estos partidos, entre otras fuerzas opositoras, denunciaron la existencia de un fraude; es decir, no tomaron el hecho como una desprolijidad (que también debe sancionarse) sino que consideran que la no contabilización de ese 10 por ciento fue adrede y basan que particularmente en esas mesas el gobernante del Frente Progresista habría sacado menos votos de los que esperaba. Esto, sumado al hecho de ser el partido de gobierno, a cargo del acto comicial, y otras sospechas que se detallan más abajo, constituyen para el resto de los contendientes las “puntas” de un fraude.

El gobernador socialista Antonio Bonfatti admitió ayer por la tarde que “los resultados podrían variar” si se cuentan esos votos durante el escrutinio definitivo, que el Tribunal inició ayer. Aunque minimizó el problema y lo atribuyó a “errores en los telegramas”. ¿Podemos en el Siglo XXI estar manejándonos con telegramas? Es inaudito. O no. Tal vez es a propósito.

El macrismo presentó la protesta por entender que podría estirar las cifras del triunfo de su candidato a gobernador en las Paso, Miguel del Sel. Y el kirchnerismo alega que puede pelearle el segundo lugar al socialista Miguel Lifschitz. Hasta protestó el radical Mario Barletta, derrotado en la interna, al considerar que fue perjudicado para el reparto de legisladores locales. 

Es que no se trata aquí sólo de quién gana y quién pierde, se modificarían los resultados en distintas categorías: el orden en la lista de diputados y concejales, la pelea interna por alguna senaduría y lógicamente también hasta el número final en la compulsa por la Gobernación.   

También destacan que más de 400 mesas objetadas pertenecen a Rosario, bastión del socialismo, donde sus candidatos pensaban sacar amplia ventaja y el domingo  no lograron el objetivo. Es el caso de Lifschitz, exintendente, y el de su sucesora, Mónica Fein, quien le ganó la interna a Pablo Javkin, de la Coalición Cívica, y con eso el frente oficialista salió en primer lugar. Pero sacó muchos menos votos que la macrista Anita Martínez en la votación individual: perdió por 105 mil votos a 81 mil.

Pero además hay antecedentes que levantaron sospechas antes de las Paso incluso: en la semana previa a las elecciones ya había surgido una puja entre las autoridades del PRO y el Gobierno local para controlar el recuento de votos. El macrismo había presentado un escrito para ser veedor en el escrutinio.

En un primer momento fue aceptada la propuesta, pero 24 horas antes de las elecciones le comunicaron que no iban a poder ingresar al control. Ante esta respuesta, los dirigentes del PRO concurrieron al Tribunal Electoral con un escribano que labró un acta por la situación.  

Todo sospechoso, todo bochornoso y vuelve Santa Fe a ser la provincia aquella en que se  cortaba la luz en el escrutinio o, como ahora, quieren “evaporar” mesas de votantes.

Esperemos que el recuento definitivo resuelva esta penosa situación. Pero sobre todo, que la tecnología que ya está disponible en el país –y de la que tanto se jactan la presidenta y Randazzo especialmente- comience a ser aplicada en los actos electorales. Esto del voto y recuento manual es ya una cuestión caprichosa e interesada de los políticos que no hace otra cosa que evidenciar que hay un margen importante para el manipuleo de las cifras con este sistema que ya es de la prehistoria pero que claramente reporta ese y algún otro beneficio que hace que siga en uso, como la modalidad “sábana” que tanto sirve para el negociado y el arribismo político.

A ver si se entiende: no puede ser que en la misma Argentina de los satélites, la energía nuclear y el 4G los votos se saquen de las urnas y se cuenten a mano.


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