Editorial

Suicidio adolescente: abordar el tema con la seriedad que amerita


Los suicidios forman parte del tipo de noticia que nunca se quiere dar y mucho menos cuando se trata de preadolescentes o adolescentes, de los que se supone no tuvieron las herramientas para eludir el trastorno que los llevó a tomar tan drástica decisión.

En las últimas semanas, entre intentos de quitarse la vida y hechos consumados, en Pergamino se registraron al menos cuatro casos de menores de edad. Una realidad que no escapa a lo que sucede en el resto del país, pero no por ello hay que quedarse de brazos cruzados, porque siempre hay algo por hacer cuando una cuestión tan nociva para una sociedad comienza a marcar tendencia.

En la Argentina, el suicidio es la segunda causa de muerte en la adolescencia después de las lesiones de tránsito. Así lo advierte una investigación realizada por la oficina local de Unicef que señala, además, que se registró un aumento de las tasas en las últimas décadas en el país entre los adolescentes de 15 a 19 años. Ante este preocupante panorama, se impone la necesidad de promover políticas públicas de prevención y asistencia.

Según el estudio, este fenómeno se presenta con mayor frecuencia en los varones y en aquellos que han alcanzado menor nivel educativo. Los datos del relevamiento indican, por otra parte, que desde 1990 a la fecha se triplicó la tasa de suicidio entre adolescentes en el país, lo que obliga a la sociedad a prestar una mayor atención a esta compleja problemática. El trabajo también permitió indagar qué situaciones podrían haber influido en los casos estudiados y, en ese sentido, los investigadores explican que se trata de una primera aproximación a los factores que se observaron y que surgen como predominantes en la conducta suicida adolescente de los casos analizados en esta investigación.

Vale señalar que, si bien no corresponde generalizar, estos hallazgos ofrecen pistas que podrían servir para intervenir a tiempo. De acuerdo al estudio de Unicef, algunos factores que podrían haber actuado como desencadenantes son la violencia intrafamiliar, el abuso sexual, la falta de contención en la familia, un trastorno mental no atendido, los problemas escolares, la violencia de pareja, el consumo de sustancias, la ausencia de vínculos fuera de la familia y el acoso escolar o bullying. También situaciones como la pérdida de personas con las que se tienen fuertes lazos afectivos (padres, amigos o parejas), la sensación de fracaso o no poder cumplir con las expectativas propias o de los demás, surgen como elementos que se repitieron en la investigación, que incluyó autopsias psicológicas con allegados de 27 casos consumados y entrevistas con 28 adolescentes que intentaron suicidarse, además de consultas a especialistas en la temática y a funcionarios públicos que intervienen en el registro y la producción de información estadística.

El documento publicado por Unicef aclara que la decisión que adopta una persona de quitarse la vida nunca es el resultado de un solo factor. No obstante, los profesionales advierten que pueden identificarse algunas causas que, combinadas con otros factores, podrían llevar a una conducta suicida. Otro aspecto a tener en cuenta a partir de este estudio es que los datos del mismo permitieron detectar también que hay pocas políticas públicas de prevención y asistencia oportuna en el caso de los intentos, de manera que es necesario que este doloroso tema ocupe un lugar central en la agenda sanitaria.

Desde el área de Salud Mental del Ministerio de Salud de la Nación se explica que el intento de suicidio se asocia generalmente a un acto individual, con un propósito claro; pero diversos estudios permitieron demostrar que responde a causas múltiples y complejas, por lo que debe ser entendido como un tema de salud que requiere un abordaje comunitario y responsable, que involucra a toda la sociedad. La escuela, el sistema de salud, las distintas instituciones religiosas, las entidades deportivas, las organizaciones comunitarias y del Estado, y por supuesto también las familias pueden ayudar en la prevención. Sobre este tema, Unicef advierte que las políticas preventivas y de adecuada asistencia de los intentos de suicidio requieren la capacitación continua de los recursos humanos de diferentes instituciones para que tengan las herramientas necesarias para contener y brindar asistencia.

Los especialistas explican que la persona que tiene ideas suicidas está transitando una situación de ambivalencia en su vida, es decir, desearía morir si su vida continuara de la misma manera, pero desearía vivir si se produjeran cambios significativos en ella. Por eso es importante que se enseñe a los adolescentes a manejar situaciones de estrés y de dificultad; a perseverar cuando la ocasión lo requiera y a renunciar cuando sea necesario. No menos importante es que se enseñe a desarrollar habilidades e inteligencia emocional para resolver problemas y a generar entornos que permitan a los adolescentes a mejorar su autoestima. El diálogo es, como en muchos otros casos, una herramienta fundamental para contener a la persona que está atravesando una situación difícil en su vida, de manera que tanto en el ámbito familiar como en el círculo de amigos y allegados no debe dejarse de lado la posibilidad de entablar una conversación con quien necesita de esta ayuda.


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