Editorial

Un año legislativo muy deslucido


Cuando un tema sobre el que hay consenso ciudadano para el cambio se va dilatando, y al fin nunca se modifica, se puede terminar en desastre.

Es lo que nos pasa a los argentinos con las barras bravas y con otros asuntos sobre los que también hay acuerdo para cambiarlo, pero al fin se va dejando para otro momento inexplicablemente. Paradójico: no nos podemos poner de acuerdo en aquello que estamos de acuerdo.

O dicho de otra manera, en todo lo que hay un consenso social más o menos generalizado, se mete la política y aquello que tendría que ser un camino llano hacia lo anhelado se convierte en moneda de cambio entre los dirigentes. Es un secreto a voces que incluso en temas que no admiten duda, los legisladores condicionan su voto a alguna concesión de índole personal o partidaria. Visto desde este punto de vista, queda muy claro por qué no se llega a un acuerdo parlamentario en temas en que la sociedad toda está de acuerdo. Tal el caso de los barrabravas.

Los últimos episodios de violencia protagonizados por los violentos del fútbol en distintos estadios de la Argentina y sobre todo el que llevó a que la final de la Copa Libertadores de América, entre Boca y River, se juegue en Madrid, aparecieron como un detonante para intentar tratar, una vez más, un tema siempre dilatado. Una verdadera vergüenza que no pudiéramos vivir un clásico del fútbol en nuestro territorio porque la dirigencia -política y futbolera- no atine a ponerles coto a los violentos.

Todo este asunto puso en foco el proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo Nacional al Congreso, para tratar el endurecimiento de las penas a los barrabravas, de quienes además se sospecha que manejan parte de la droga en la Argentina.

Sin embargo los diputados del oficialismo y de la oposición se pusieron de acuerdo en la sesión del pasado jueves, pero no para dar media sanción a la iniciativa sino para postergar una vez  más un debate de alto interés público y jurídico. Aun si Diputados diera media sanción al proyecto en los próximos días, las autoridades del Senado ya pusieron en aviso que no les dan los tiempos para tratarlo este año y que habrá que esperar hasta 2019.

Es cierto que se interponen objeciones técnicas y jurídicas que habrá que zanjar oportunamente en un marco de consensos, pero no vemos que los legisladores se estén peleando por estudiar el tema y sacarlo cuanto antes.

Pensemos que para fin de año los legisladores se reúnen y tratan paquetes de leyes casi sin debate, levantando la mano hasta la madrugada en muchos casos sin profundizar demasiado en todos los expedientes, porque se cierra el período y hay que sacarse de encima muchos temas que están a la espera. Y no es que no les diera el tiempo sino que es pura estrategia.

Ya se ha vuelto costumbre el usar el recurso de sesiones extraordinarias para tratar asuntos corrientes, atentando contra el espíritu de esta prerrogativa que su propio nombre define. El expediente de los barrabravas no llegó ayer al recinto sino mucho antes pero se tratará en sesión especial el 18 del corriente aunque se aprobará como ya se anticipó.

Seguir demorando la entrada en vigor de una reglamentación que ponga límites y sanciones a los violentos no resulta un buen mensaje para la sociedad, todo lo contrario. Ni falta hace que lo digamos.

Más allá de las divergencias entre los encargados de dar forma definitiva a una ley esperada, debiera ser factible alguna vez erradicar a las mafias de los clubes, donde los cobijan a estos caracterizados violentos. Porque nada es casual en la Argentina. Si hay “barras” es porque los clubes los amparan y los políticos los usan para sus internas y para ejercer violencia cuando les hacen falta. Y la verdad es que estas postergaciones también ensucian a la política porque puede haber dirigentes que ante el consenso general sobre el tema, pongan palos en la rueda para que no haya ley. Mientras lo que queremos como sociedad es lograr un espectáculo al que concurran los aficionados al fútbol con la familia, sin temor a ser robados, apaleados o saqueados por “cuidacoches” y “trapitos” regenteados por los barras.

El más popular de los deportes de este país debe dejar de ser patrimonio de los violentos y de ciertos dirigentes de los clubes que hacen negocios personales espureos, para ponerse al servicio de los hinchas que lo viven con pasión, pero lo hacen en paz.

Este problema como otros que atravesamos los argentinos tiene que ver con las indecisiones, dilaciones y sobre todo de falta de esfuerzo por parte de los legisladores.

Porque para resolver este y otros asuntos, sobre todo porque habría consenso en este tema, para encontrar puntos en común, para ir poniéndose de acuerdo, lo primero que hay que hacer es trabajar. Y acá lo que está faltando, lamentablemente, es eso: trabajo.

Sabiendo que la sociedad está esperando respuesta a muchos temas en general y a este en particular, los legisladores no se deciden a trabajar, no podemos menos que sentir que nos faltan, una vez más, el respeto a todos nosotros.


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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