Editorial

Uno de cada cinco niños tiene problemas de salud mental


Datos difundidos por la Organización Mundial de la Salud con relación a los trastornos que afectan la salud mental en la infancia advierten sobre el vertiginoso incremento de los mismos, lo que de por sí causa alarma y preocupación en los profesionales del campo sanitario.

Las estadísticas compartidas por distintos investigadores revelan que uno de cada cinco niños tiene problemas de salud mental. También señalan que se ha notado un aumento del 43 por ciento en los trastornos de déficit de atención y un aumento significativo (37 por ciento) de la depresión adolescente y un incremento sustantivo de las tasas de suicidio en chicos de entre 10 y 14 años. El sistema sanitario reproduce las estadísticas y alerta sobre las impredecibles consecuencias de este flagelo. Sin embargo, salvo para quienes tienen cerca niños o adolescentes afectados por algún tipo de trastorno, el padecimiento mental muchas veces se invisibiliza. Quizás porque cuesta ver este sufrimiento cuando afecta a los chicos y operan mecanismos de negación que retrasan consultas obstaculizando el inicio temprano de abordajes apropiados, que siempre deben ser interdisciplinarios. O tal vez se vuelven invisibles porque muchos de los malestares que generan problemas psicológicos en los niños están ocasionados por pautas que la propia sociedad adulta naturaliza. Como sea, los datos son alarmantes y hablan de la necesidad de tomar intervenciones urgentes. Depresión a edades cada vez más tempranas, hiperactividad, ansiedad y estrés constituyen un universo que hoy también incluye a los niños. La ausencia de juego simbólico (a la mamá, al doctor, a los policías, cowboys, bomberos, etcétera) en ellos llama la atención de los especialistas. También la poca o nula tolerancia a la frustración que experimentan como reacción a lo que sucede en sus entornos de crianza. Chicos sobreestimulados por la tecnología y con agendas repletas de actividades parecen haberse transformado en el común denominador de la infancia en las sociedades actuales. Su correlato son varias de las patologías que aparecen y encubren problemas de relación y falta de límites por parte de adultos muchas veces ausentes y emocionalmente poco disponibles.

Frente a este panorama y así como los sistemas sanitarios del mundo deben reforzar sus inversiones y diseñar los dispositivos apropiados para el abordaje de la salud mental en la infancia -lo mismo que instrumentar políticas activas de prevención que posibiliten espacios de reflexión y trabajo sobre lo vincular- hay una tarea que debe hacer la comunidad de los adultos. No se puede exigir solo que los equipos de salud se especialicen en la complejidad que representa asistir a niños que están configurando su psiquis -aunque deban hacerlo- porque esto sería seguir llegando tarde.  Al interior de cada sociedad y de cada familia, hay trabajo por hacer. Quizás sea tiempo de repensar ciertas pautas y volver a las fuentes. Invertir tiempo en los chicos resulta una prioridad. Para eso hay que descongestionar la agenda de los grandes colmada de actividades bajo la justificación de contar con los recursos para satisfacer las demandas de los chicos. Sobrecargados de elementos materiales que muchas veces no necesitan o privados de hasta lo que resulta imprescindible, la problemática de la infancia atraviesa todos los estratos sociales y confronta a la sociedad obligándola a mirarse en su propio espejo. Adultos estresados, agobiados por crisis tan repetidas como interminables, ¿pueden dar a los chicos el tiempo que merecen y necesitan? ¿Descansa sobre la escuela la responsabilidad de introducirlos en pautas que aseguren su salud mental y su calidad de vida? ¿Hay tiempo para hablar con ellos o para jugar cuando están en su primera infancia?  ¿Se tiene conciencia del daño que puede producir el descuido en etapas tan constitutivas de la vida?

A primera vista y a la luz de indicadores que se brindan como estadísticas y como señales de alarma, la respuesta a muchos de estos interrogantes parece negativa. Como si fueran verdades que se hubieran olvidado, lo cual representa un verdadero problema de difícil resolución porque si bien es cierto que no es conveniente “patologizar” la infancia, también es real que hay algunos signos que parecen reproducirse a una velocidad vertiginosa y compete a los adultos conducir a los niños hacia su desarrollo pleno. Renunciar a esa tarea bajo cualquiera de los argumentos que proporciona el trajín de la vida moderna es por lo menos una tragedia de impredecibles consecuencias, varias de las cuales empiezan a manifestarse en los indicadores que muestra la salud del mundo y que habla del estado de la salud mental y emocional de los más chicos.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO