Recuerdos de una redacción apasionada

Por Haidé Andriolo.

En la vida hay que ser agradecida. Y yo siempre le voy a agradecer a Hugo Apesteguía por haberme dado la primera oportunidad de trabajar como periodista.

Llegué a la redacción de LA OPINION a principios de los 90, pisando los 20 años, con el barniz de la formación periodística que  había recibido en la Universidad. Me encontré con una redacción caliente en la calle Merced, llena de olor a cigarrillos, a café recalentado y -sobre todo- repleta de voces fuertes que discutían con fervor las ideas y las políticas que movían al mundo para uno u otro lado. Ahí me di cuenta "por dónde iba la cosa", y que a un periodista no lo forman solo las ascéticas técnicas de redacción que se aprenden en un aula. Sin pasión, sin compromiso y sin actitud de servicio, no hay buen periodismo. Guardo muy buenos recuerdos de mis compañeros de trabajo que hacían sonar con fuerza las teclas de las primeras computadoras que convivían con las entrañables máquinas de escribir...

Muy lejos de la liquidez informativa de estos días, lo que salía en el diario tenía un peso muy especial.

La elaboración de la noticia era más artesanal. El Google no existía ni en la imaginación y se cuidaba con mucho celo la veracidad de la información, chequeando con ahínco cada dato. ¡Si habré recibido llamados de Susana, la correctora, a altas horas de la noche para verificar la ortografía de algún apellido o el horario de una reunión! 

Hoy la historia es otra, y con esto no quiero decir que "todo tiempo pasado fue mejor". La Opinión, con 100 años de vida, está bien enraizada en la comunidad de Pergamino y sabrá largar todos los brotes que sean necesarios para adaptarse a los nuevos tiempos, con una población  sobreinforrmada con la explosión de las redes sociales pero no siempre bien informada.

¡Feliz cumpleaños querido Diario! ¡A seguir escribiendo la historia!