Lejos del pago

Martín Battaglia: un profesional que se desarrolla como investigador científico en Estados Unidos


 Obtuvo su maestría en Ciencias del Suelo y las Plantas (MARTIN BATTAGLIA)

'' Obtuvo su maestría en Ciencias del Suelo y las Plantas. (MARTIN BATTAGLIA)

Martín Leonardo Battaglia nació en Pergamino el 10 de octubre de 1980. Vivió en el barrio Centenario y luego en el barrio Acevedo. Fue alumno de la Escuela Nº 53 y la Escuela de Educación Agropecuaria Nº 1. Se fue de Argentina en 2010, motivado por la decisión de seguir estudiando en el exterior. Vive en Estados Unidos, donde es asistente graduado de investigación y estudiante de doctorado en “Virginia Tech”. Acepta con generosidad la propuesta de contar sus vivencias en la sección “Pergaminenses lejos del pago”.

“Los recuerdos de mi vida en Pergamino son maravillosos, mi infancia transcurrió en el barrio Centenario, así que el Parque Municipal, los carnavales, la famosa ‘escuelita’ lindante a la Escuela 53, el fútbol en la calle, los vecinos sentados en la vereda hasta altas horas de la madrugada, son recuerdos que guardo con un entrañable amor fraternal”, cuenta.  

“A mis 13 años nos mudamos con mi familia al barrio La Rioja, pequeño enclave en el más conocido barrio Acevedo. Otro lugar que me regaló maravillosas vivencias, las vías del tren convergiendo en el barrio, el majestuoso ‘espectáculo’ del paso del tren, el campito donde jugábamos al fútbol. 

“Después vino la etapa de la Escuela Agrotécnica, con el antiguo plan de estudios de 6 años y la doble escolaridad, algo que facilitó el inicio de mi vida universitaria”, refiere y comenta que pasó mucho tiempo en el Inta, lugar al que espera volver en un tiempo cercano.

“Extraño mucho el andar por la ciudad, el calor tan especial de nuestra gente, algo que no he vuelto a experimentar al irme de Pergamino”.

Llegó a Estados Unidos en abril de 2010. “En ese momento vine a hacer una pasantía de seis meses a la Universidad del Estado de Iowa y me quedé un año trabajando en ese lugar. 

“Luego continué mi vida en Kentucky, donde obtuve mi Maestría en Ciencias del Suelo y las Plantas. Actualmente estoy cursando mi doctorado en el Instituto Politécnico y Universidad del Estado de Virginia, más comúnmente conocido como ‘Virginia Tech’, ubicada entre las mejores 25 universidades públicas de Estados Unidos”.

Fue una circunstancia de estricta índole personal la que lo llevó a ese país. “La idea de venirme a estudiar la venía digitando desde mi época de estudiante secundario. Quería tener la posibilidad de una experiencia internacional de este estilo y Estados Unidos me pareció el lugar adecuado porque cuenta con el sistema universitario de mayor calidad y en el que se produce la mayor cantidad de información científica”.  

 

La adaptación

Confiesa que los primeros meses allí no fueron sencillos. “El idioma fue el primer escollo a vencer, pero tuve la suerte de comenzar en un Estado como Iowa, una región donde el inglés se caracteriza por ser bastante neutral.

“Por suerte trabajé con una profesora argentina  y eso me ayudó muchísimo; además siempre conté con la ayuda de muchísimas personas dispuestas a hacer más ameno este primer tiempo aquí. 

“Particularmente, la mayor ayuda que recibí vino de un americano llamado Don, un voluntario que se dedica a ayudar a los estudiantes internacionales y con quien establecí una gran amistad”, señala y agrega: “Solíamos alternar lecciones de inglés con sus historias en Vietnam y sus vivencias de cómo venció en dos oportunidades al cáncer”. 

El otro escollo fue el “choque cultural”, pero resultó clave “entender lo más rápido posible que nuestras culturas son totalmente disímiles, y actuar en consecuencia. 

“La adaptación es un proceso que lleva mucho tiempo, aún sigo adaptándome al entorno en el que vivo”, refiere y asegura que la existencia de una “gran comunidad latina” hace que costumbres como el mate, el dulce de leche o las comidas típicas sean fáciles de mantener.

Lo que resultó más difícil para Martín fue adaptarse a estar lejos de su familia y amigos. Sin embargo, los recursos tecnológicos facilitaron ese proceso. Está en contacto diario con su familia, integrada por su madre, padre, hermano y sobrinos y  trata de sostener un vínculo próximo con sus amigos. “Me hace muy bien recibir el cariño constante de ellos y en lo posible trato de visitar Argentina una vez por año.

“Intento vivir con fervor este maravilloso presente, sin pensar mucho en el futuro. Esta es una oportunidad única y no quiero desaprovecharla. Además cuento con el apoyo incondicional de mi esposa, que es colombiana, y de mis dos hijos: un varón, nacido en Iowa y una mujer, nacida en Kentucky, ellos son un sostén cuando sobreviene la nostalgia”. 

 

El lugar en el que vive 

Actualmente Martín vive con su familia en Blacksburg, una ciudad pequeña, de unos 50 mil habitantes. La mitad de ellos, estudiantes de Virginia Tech. Es un lugar emplazado en el denominado “Valle del río nuevo”, que paradójicamente es uno de los más viejos del mundo. “Los veranos son bastante similares a los que tenemos en la región norte de la provincia de Buenos Aires: cálidos y húmedos. Los inviernos, mucho más fríos que los nuestros”, cuenta y rescata el encanto natural del lugar y la fauna natural diversa. También el campus de la Universidad es “un lugar hermoso”.

“Tuve la suerte de recorrer varias universidades americanas, y ésta es sin dudas la más hermosa que he conocido”, asegura y menciona que el polo tecnológico que la rodea es de primer nivel, con una fuerte inversión en laboratorios y tecnología. “Para alguien que ama hacer ciencia, esto es algo fascinante”, confiesa. 

 

Explorando oportunidades

La decisión de volver al país cuando finalice su doctorado está entre sus proyectos. “Estoy explorando oportunidades de trabajo en el Inta y en la Unnoba y fuera de Pergamino también tengo algunos contactos. Estamos tratando de plasmar ciertos esfuerzos de investigación entre Virginia Tech y estas instituciones”, refiere.

En el presente está imbuido en su trabajo y en su rigurosa formación científica. Al respecto, considera que su principal logro fuera de Argentina es “haber podido ingresar al mejor sistema universitario del mundo y  progresar en él”.

Sus antecedentes profesionales y académicos confirman lo rico de su experiencia. Terminó su maestría en Kentucky con promedio perfecto, algo que le valió la oportunidad de formar parte de varias sociedades de honor en agricultura; ejerció la docencia y fue seleccionado como estudiante sobresaliente en el departamento de Ciencias del Suelo y Plantas para recibir un premio prestigioso que entrega cada año la Sociedad Americana de Agronomía. También obtuvo el segundo premio en el Congreso de la Sociedad Americana de Agronomía en 2013 y fue elegido como parte de un proyecto para trabajar con comunidades rurales en extensión de investigación.

 

En Argentina

En el plano de lo estrictamente profesional, reconoce que es difícil “pensar que puedo hacer lo mismo que hago en Estados Unidos en Argentina. Sin embargo, no hacer lo mismo, no significa algo peor ni mejor, solo diferente”. 

En este sentido y alentado por el deseo de volver al país, considera que “uno puede adaptarse a diferentes entornos”. 

“La infraestructura de investigación que uno tiene disponible aquí es, tal vez, única, no solo por magnitud y complejidad sino también por replicabilidad. Casi no hay límites en cuanto a lo que quieras hacer; pero con menos recursos en Argentina se pueden hacer igualmente cosas grandiosas y de hecho investigación de calidad en nuestro campo es continuamente generada en Argentina”, enfatiza.

“Tengo la convicción de que sí es posible y por eso pienso volver”, asegura y cuando lo menciona lleva el relato al plano personal. Mientras llega el tiempo de regresar mantiene “las costumbres argentinas”, el asado, el mate, el acento, la pasión por la selección y el hábito de leer LA OPINION. 

Asegura que no se siente parte de una generación que se fue por falta de oportunidades. “Siempre tuve buenas posibilidades de progreso profesional; mi decisión de hacer esta experiencia fue absolutamente personal”.

 

El pago

Lejos de “su pago” natal, Martín considera que “el pago es el lugar que cobija el presente. “Hoy es  Blacksburg, en el Estado de Virginia. Gran parte de mi vida, fue Pergamino, y espero con ansias vuelva a serlo en breve”. 

En todo momento expresa un profundo respeto por “cada uno de los lugares en los que estuvo”.

Sobre el final confiesa que Estados Unidos ha sido un país muy generoso con él y con los suyos y confiesa sentirlo como su segunda patria. También augura que Pergamino pueda ser su pago definitivo, “ese en el que esté mi presente, al final de mi jornada de vida”.

 

Ping pong 

Un club: Independiente de Avellaneda.

Un maestro: Dennis Egli, profesor en Kentucky, una de las personas que más sabe de Fisiología de Soja en el mundo. Un genio. 

Una fiesta inolvidable: cuando terminé sexto año en la Escuela Agrotécnica.

Un lugar de Pergamino: mi casa.

Una canción: “Gracias a la vida”.

Un amigo: mi Dios, que nunca me abandonó en tan ardua jornada de viaje. 

Un recuerdo: el nacimiento de mis dos hijos.

Un pergaminense: mi mamá. 

Una calle: Alvear.

Un mensaje para Pergamino: Te extraño con locura. 

Una ventaja de estar en otro país: en mi caso, conocer una cultura muy variada y aprender de las diferencias en estilos de vida. 

Una desventaja de vivir lejos del pago: el contacto diario con familia y amigos. 


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