Perfiles pergaminenses

Clara Draghi de Rolandelli: la docencia, su familia y la fe, pilares de su vida


 Clara Serafina Draghi de Rolandelli celebrando sus 85 años (LA OPINION)

'' Clara Serafina Draghi de Rolandelli, celebrando sus 85 años. (LA OPINION)

Acaba de cumplir 85 años, vive junto a su esposo en El Socorro. Fue maestra durante muchos años, lo que le permitió cosechar múltiples aprendizajes e innumerables amigos. Recrea sus anécdotas de vida en el campo y hoy retirada de las aulas, disfruta de un presente tranquilo junto a sus seres queridos.

El viernes 28 de noviembre Clara Serafina Draghi cumplió 85 años. Los celebró en la casa de su hija, en el barrio Marcelino Champagnat, donde todo estuvo dispuesto para honrar una vida rica en experiencias. Se la vio emocionada y receptiva al afecto de los suyos.

Vive junto a su esposo en la localidad de El Socorro, un lugar en el que le gusta estar. Comparte su vida con su esposo Eduardo Enrique Rolandelli (85 años). Es la hija mayor del matrimonio compuesto por Juana Gabarain y Pedro Agustín Draghi. “Fuimos ocho hermanos, yo nací en la Estancia ‘Los Abrojales’ de Manuel Ocampo, que hoy pertenece a la Familia Quesada-Ocampo”, cuenta. 

“Mi padre llevaba los libros de la Estancia ‘La Rabona’, dado que había estudiado en Buenos Aires Contabilidad, Tenedor de Libros y todo lo que se podía en aquellos años”.

Su abuelo, Don Pedro Draghi era constructor y cuentan que en San Clemente del Tuyú se levanta una Iglesia de la que él fue responsable de su construcción. 

“En 1930, cuando yo era pequeña, mis padres se trasladaron por razones de trabajo, a ‘Los Charrúas’, cercano a Concordia en la provincia de Entre Ríos ahí nacieron mis hermanos Pedro Andrés y Jorge Salvador y en 1935 se trasladaron a ‘Galarza’-Nogoyá, donde nacieron mis otros dos hermanos varones Héctor Domingo y Eduardo Ernesto. Luego regresaron a la zona de El Socorro, a la casa de los abuelos Draghi y compraron más tarde el campo de Sosa Areco”, refiere y señala que en 1946 su padre construyó su casa de acuerdo a las necesidades de la familia que estaba formando. “Es ahí donde la familia se completa con la llegada de mis tres hermanas menores: Juana Inés, Nélida Margarita y María Angélica”.

Las anécdotas de su infancia son ricas. “Cuando recién regresamos de Entre Ríos vivíamos con mis abuelos paternos y tíos hasta que luego mi padre compró el campo de al lado y construyó la casa, mientras estábamos con los abuelos todas las noches antes de acostarnos íbamos a saludarlos, ellos ya estaban descansando y la abuela rezaba el Santo Rosario en la cama. De mi abuela y de mi madre fue de quienes recibí una profunda fe en Dios que me acompaña”.

Es testimonio de esa fe la forma en que se le ilumina la mirada cuando recrea aquellos recuerdos. También la templanza con la que recibe cada experiencia que le propone la vida.

“Todos los domingos íbamos a misa con mi abuela paterna, nos llevaba mi tío Felipe manejando un auto Buik”, cuenta y cuando lo señala vuelve a tener aquellos 10 años en lo que todo lo que estaba por delante era la infancia.

“Yo iba con mis primas llevando a la Iglesia flores de agapantos y magnolias en época de primavera, las cortábamos en el campo de los abuelos”, agrega y todavía recuerda que se trasladaba desde su casa hasta la de sus abuelos llevando en la mano los zapatos para ir a misa a efectos de que no se arruinaran con el rocío.

 

Tiempo de escuela

Cursó parte de su escuela primaria en Entre Ríos, en una escuela rural, luego en Manuel Ocampo, y la completó en El Socorro, donde cursó a partir de cuarto grado. De aquel tiempo recuerda a varios de sus compañeros: Alegrina Dana,  Nelly Vranisán, “Tito” Casco, Hugo Buils, Luis Lázzari, Lorenzo Notta, Chola Docnich, Marcovich, Marta Pech y Armando Cola, entre otros.

Sus estudios secundarios los cursó en el Colegio Nuestra Señora del Huerto, de Pergamino y se hospedaba en la casa de la familia Bautista-Bengochea de calle Merced, frente al antiguo edificio de LA OPINION. “Guardo gratísimos recuerdos de esa época en la que coseché amistades como la de Nélida de Launay, Martha Casera, Nilda Farré, Nélida Millet, Marta Lagorio, Sara Odón, Inés Scarficcia, ‘Dorita’ Vergili, Teresa Demilta, Nélida Catalá, Porota Olsina y Esther Dellacha, entre otras”.

 

Vocación docente

Una vez recibida de maestra comenzó a trabajar en la Escuela Nacional Nº  77, hoy Escuela Nº 53 y más tarde en la  Escuela  Nacional de El Socorro, como suplente. 

“También trabajé en Mariano Benítez, ya como docente titular y viajaba todos los días desde la zona rural de El Socorro en una ‘Americana’, que aún se conserva en el campo de Rolandelli; pasaba a buscar a las ‘chicas’ de Solmi (Graciela y Lila)”. 

Las anécdotas de aquellos viajes son innumerables. Menciona una: “Un día de lluvia, yo siempre le tuve miedo a las tormentas, no llegábamos a destino, sentía mucho temor, entonces entramos en un campo para pedir protección, pero nadie nos recibió, así que nos quedamos solas con las ‘chicas’ debajo de un árbol esperando que pasara la tormenta, recuerdo que sentí mucha angustia”.

Su carrera docente continuó en El Socorro y luego de 27 años de trabajo frente al grado, decidió retirarse para disfrutar de la merecida jubilación. “Esos años fueron suficientes para cosechar cientos de amigos respetuosos que me cruzan por la calle y me saludan con cariño.

“Siempre me gustaron los grados inferiores, así que fui maestra de primero y segundo, aunque en realidad pasé por todos, e hice muy lindas amistades a través de la docencia, como el señor Asencio y su esposa; el señor Sosa, Angélica di Pego de Torqui, Odila Abril de Barbano, Alicia Ruggeri de Trillo, Martha Tagliani de Ormaechea, Blanca Voglini de Culell, quienes fueron mis directores. También compañeras como Paulina Esqueich de Brisa, Dora Maroevich de Lepes,  ‘Chichi’ Gonzalo, Tessie Balbi, Nancy de Negri, Olga Aztiria, Olga Sparacio, Elvira Antonetti y Norma Urquiza de Elizalde, entre otras”.

“Pido disculpas por no poder nombrar a todos, pero recuerdo a cada uno de mis pares, también a cada uno de mis alumnos y sus familias, de quienes guardo los más entrañables recuerdos”.

 

Su familia

Su presente está signado por la tranquilidad de la vida en familia. Es de rutinas sencillas y afectos perdurables. Contrajo matrimonio con Eduardo Enrique Rolandelli, con quien lleva 56 años de casados. El es un agricultor de la zona de El Socorro, que aún con sus 85 años sigue trabajando todos los días en el campo. Tuvieron una hija: María Marta (Marita), que es docente y trabaja en el Colegio San José de los Hermanos Maristas, en la  Escuela Primaria Nº 11 y la Escuela Secundaria Nº 5 (Extensión) del barrio Otero.

Su hija está casada con Carlos Kihn, que también trabaja en el Colegio San José de los Hermanos Maristas. Con ellos comparte su vida. “Tengo dos nietos, Facundo de 28 años que es ingeniero civil y vive en la ciudad de Reconquista, en pareja con Claudina Suligoy que es contadora pública; y Fausto (18), fallecido, un angelito que siempre estará en nuestros corazones.

“A ‘Faustito’, que tenía muchos problemas de salud  le dediqué con amor incondicional mucho tiempo de mi vida, durante 13 años viajé todos los días desde El Socorro para cuidarlo porque mi hija tenía que trabajar, siempre lo llevaré en mi corazón”, menciona, emocionada.

Enseguida la mirada se posiciona nuevamente en el presente y vuelve sobre sus rutinas cotidianas. “Me he dedicado toda la vida a la docencia, entregando lo mejor de mí, ahora estoy jubilada y disfruto mucho de lo que me gusta hacer”.

En el inventario aparece el tejer prendas para bebés, salir a caminar todos los días 45 minutos para colaborar con la vida saludable, rezar el Santo Rosario todos los días, y compartir momentos con amigas.

“Tengo una amiga en El Socorro, Tessie Balbi  y otra que vive en Buenos Aires, Martha Tagliani de Ormaechea con quien me comunico permanentemente”, señala.

“Me gusta ir a la Iglesia, mirar programas de televisión relacionados con viajes, jardinería, gastronomía o campo. También me gustan mucho los perros salchicha y siempre he tenido alguno,  en estos momentos tengo dos, Mafalda y Teodoro que están en la casa de mi hija”.

El resto del tiempo viaja mucho, pasea todo lo que puede. Conoce cada rincón del país y ha tenido la posibilidad de viajar a Europa y llegar hasta el Vaticano. Las anécdotas de cada viaje son ricas en vivencias. Se aprende cuando se viaja, se toma contacto con otras realidades y otras culturas y eso enriquece.

Clara es una mujer rica espiritualmente. Eso se nota en su mirada. Se define a sí misma como una persona alegre y jovial. Es dueña de un gran espíritu de servicio y posee unas enormes ganas de vivir. Es entusiasta y la impulsa una profunda fe en Dios, que nunca logró quebrantarse ante las dificultades. Por el contrario, tiene el don de saber aceptar los designios del Señor y eso le permite vivir cada experiencia plenamente.

“Soy una mujer de fe, creyente y practicante y participo de todo lo que puedo en la Iglesia ‘Nuestra Señora del Carmen’ de El Socorro”, comenta.

Sobre el final, y en el contexto del festejo de sus 85 años, todo lo que tiene son palabras de agradecimiento. “Soy una agradecida a mi familia, a mi hija Marita, mi yerno Carlos y a mi nieto Facundo que a pesar de vivir a 600 kilómetros de acá siempre está pendiente de nosotros, ellos son seres excepcionales por todo lo que han hecho y hacen por nosotros. Dios los tendrá en cuenta. “Brindo y recibo amor, disfruto de la vida, la celebro”, afirma convencida. Eso la transforma en una mujer luminosa, a la que con sus 85 años se la ve plena, en la tranquilidad de haber transitado la vida en la coherencia entre el sentir y el hacer.


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