Perfiles pergaminenses

Hércules Galante: el trabajo, la familia y la amistad como estandarte de vida


 Hércules Galante 94 años vividos intensamente (LA OPINION)

'' Hércules Galante, 94 años vividos intensamente. (LA OPINION)

Vino de Italia con sus padres y pasó de repartir por Manuel Ocampo el pan que manufacturaba, a ser dueño de dos importantes comercios en el centro de Pergamino. Tuvo más de 60 años de feliz matrimonio, incontables amigos, hijas, nietos y bisnietos y hoy disfruta de la vejez manteniendo intacta en la memoria sus mejores vivencias. 

Cuando Hércules Galante venía en el barco Montes de Utenes desde Génova, Italia, casi se lo arrancan de los brazos a su mamá Antonia Codagnone de Galante para tirarlo al agua por la elevada fiebre. Con alguna argucia ella logró convencer a la tripulación y llegar con el niño al puerto de Buenos Aires. Era 1923 y Hércules estaba por cumplir 2 años. Junto a él, además de su madre viajaba Isolina su hermana mayor. 

Don Atilio Galante, el padre de Hércules vino a la Argentina en 1914 escapando de la guerra y fue directo a Arroyo del Medio donde tenía un hermano que le consiguió trabajo en la panadería del almacén de ramos generales de la familia Cinalli. Más tarde volvió a Italia, se reencontró con su mujer y su primera hija, y nació Hércules, el 2 de febrero de 1921 en Atessa, provincia de Chieti. Marchó a Arroyo del Medio nuevamente buscando un futuro lejos de la por entonces deprimida Italia y tiempo después mandó a llamar a la familia. 

Al principio la sede familiar fue Arroyo del Medio pero pronto emigraron hacia Manuel Ocampo, donde don Atilio instaló la panadería familiar “La Favorita” que más tarde seguiría Hércules. Ese oficio lo acompañaría por muchos años a “Herco”, como le dicen aún hoy a sus 94 años. 

La panadería de Ocampo por años, el casamiento con Gregoria Rúa, las niñas María Luján (Mari) y Mercedes Susana (Mechi), la mudanza a Pergamino; ver prosperar a su propia casa de pastas y comida “La Modelo” para luego instalarse definitivamente en Doctor Alem 137 con la “Proveeduría Alem” que sostuvo durante más 30 años, constituyen los principales hitos de su vida. 

Hombre de buen vestir, siempre bien combinado, Hércules conserva entre sus anécdotas más preciadas el paseo después  de la misa del domingo, con su mujer y sus hijas vestidas de forma elegante por el centro del pueblo.

 

De Italia con amor

“Tenía 2 años cuando vine a la Argentina. Papá ya trabajaba en una panadería. Cuando vio que la familia era grande y que el pueblito iba desapareciendo se instaló en Manuel Ocampo”, cuenta  Hércules y al rememorar explica que en total fueron ocho hermanos, y que él hizo hasta tercer grado porque “no había más grados en esa escuela”.

Antes de la adolescencia Hércules trabajaba en un almacén de Manuel Ocampo, “barría, limpiaba y todo”. Pero enseguida comenzó a ayudar en la panadería familiar donde “mamá también solía ayudar en la cuadra”. 

“Yo me hice cargo de la panadería con mis dos hermanos el día que papá se enfermó y murió a los 69 años. Me levantaba a las dos de la mañana con mi hermano, después de que horneaba el pan, salía a repartir al campo, venía como a las ocho y media de la noche. Salía con una jardinera con dos caballos. Era una vida de sacrificio. Toda la vida fui muy trabajador”, relata. 

En sus muy pocos ratos libres Galante se reunía con los amigos, muchos de los cuales lo acompañaban a milonguear porque era un eximio bailarín de tango. Ellos eran Alfredo Camarasa “de la farmacia, además Jaime Samarra, Juan, Mingo, Amaro, Di Luca, me acuerdo de todos”, cuenta con nostalgia e incluso recuerda cuando con algunos de ellos fundó la primera biblioteca del pueblo.

 

El amor

Ya a los 20 años veía pasar seguido a una muchacha del pueblo que lo cautivó. Casualmente ella, Gregoria Rúa, estudiaba corte y confección en la academia de la tía Leticia, esposa del tío Vicente Galante. “Yo la veía pasar siempre. Ella iba a corte y confección a lo de mi tía y me gustaba. Entonces me ponía a conversar en la puerta con mi tío y un buen día, cuando ella salía, le dije si la podía acompañar hasta la casa y me aceptó. La tía Leticia decía en chiste cuando yo iba a la puerta de la casa, y estaban las otras compañeras de corte y confección: ‘Herco por algo viene’ y se reía. Me había adivinado la intención. La tía Leticia era una santa”, dice conservando cierta picardía. 

Estuvo de novio durante siete años y se casó con Gregoria “Goya” Rúa en 1948. Al año siguiente nació María Luján y tres años después Mercedes Susana, sus dos soles y por quienes lo dio todo. 

“Tengo acá toda la historia” dice Galante mientras se toca la frente, y de aquel noviazgo recuerda: “Empecé acompañándola y después íbamos a los bailes, estábamos juntos.  Estuvimos más de 60 años casados y fuimos muy felices”.

Cuando llegó la primera niña, “Goya” estaba en Pergamino y Hércules haciendo el reparto en medio del campo, cuando “hablan por teléfono a la estancia ‘La Blanqueada’ porque sabían que yo iba a repartir allí el pan con la jardinera y avisan que había nacido Mari. Así que yo me enteré en el campo. Terminé el reparto y me vine a verla”. 

 

A Pergamino

Galante formó una cooperativa con otros dos panaderos del pueblo y abrieron así un comercio en conjunto. “Entonces eliminamos la jardinera, los caballos, todo. La gente tenía que venir y comprar el pan en el mostrador y eso fue una idea mía. Estuvimos tres años muy bien. Después empezó a no andar tan bien. Entonces (el concuñado) Juan Gallo, (marido de la hermana de Goya, Josefa “Petisa” Rúa), fue quien nos animó y nos consiguió para que nos viniéramos a Pergamino. Yo pensé, la panadería nuestra era vieja, se venía abajo y tomamos la decisión”, refiere Hércules.  

Así fue que compró “La Modelo”, ubicada en Bartolomé Mitre 641, y allí hacía varios tipos de pastas, tapas de empanadas, y llegó a poner rotisería y venta de fiambres. 

“Vivíamos en la misma casa donde teníamos el negocio, pero tenía una cocina fea y dos piezas grandes pero antiguas. No vivíamos mal, pero no teníamos el confort que teníamos en Manuel Ocampo”, rememora Galante, y subraya que la mayor preocupación por entonces era “hacer estudiar a las chicas” y por eso se trasladó a Pergamino. 

Luego de cinco años al frente de “La Modelo” vendió el fondo de comercio, “trabajé un mes gratis para explicar cómo era todo a los nuevos dueños y dejé”. 

Hércules enfermó y estuvo casi un año sin trabajar. Estuvo internado en Rosario casi dos meses. En ese ínterin se mudó con la familia a una casa en Rivadavia y Echevarría “que era de los padres de Nelly Casal y estuve un año allí pero no podía estar sin hacer nada y entonces compramos en Alem”, explica, refiriéndose a la casa de Doctor Alem 137 donde instaló su nuevo comercio, “Proveeduría Alem” como le gusta llamarla.

“Tenía el lugar muy surtido. Venían los viajantes y decían ‘esto no es un almacén ni una proveeduría, esto es una boutique’. Me cargaban”, menciona Hércules y trae al relato un recuerdo de su mujer, de quien es viudo hace cuatro años. Ella lo ayudaba incondicionalmente, fue una gran trabajadora y compañera. “Cuando había carrera o llovía y la gente no salía, ella sacaba en dos horas los pedidos del uno al cincuenta cuando teníamos ‘La Modelo’. Todavía nadie en Pergamino había puesto número y nosotros pusimos número para atender. El negocio mío y el de Buteri (‘El Viejo Mayo’) estaban cerca y se llenaban. Era tanta la atención al público que llamé a mi sobrino (Norberto) Babi (Nobili) para que me ayudara  y francamente trabajaba a la par nuestro, y fue alguien que me ayudó el resto de mi vida. Al igual que mi sobrino Nené (Eduardo Rodolfo di Loreto) que cuando vine grande me ayudó siempre”.

 

Nietos y amigos 

En Doctor Alem terminaron las mudanzas, comenzaron las visitas de los sobrinos de Manuel Ocampo y florecieron grandes amistades. Entre ellos, Galante confiesa: “El mejor amigo que tuve fue (Carmelo) ‘Lito’ Picarelli y también ‘Luisito’ (Picarelli) y su familia, con quienes somos como una sola familia, hemos compartido navidades, fines de año, cumpleaños. Con ‘Lito’ nos juntábamos siempre. Salíamos a cenar y compartíamos un buen vino”.

Después de algún tiempo allí, las chicas se casaron. Ambas el mismo año, y las fiestas fueron con pocos meses de diferencia en el Club Social, “lo mejor de aquella época”. María Luján, profesora de Matemáticas  se casó con Juan Lara, licenciado en Ciencias Económicas y oriundo de Rosario y Mercedes Susana, docente, con Luis Torregrosa, agricultor.

Ambas le dieron nietos. La primera en llegar fue María Valeria Lara, luego María Lorena Torregrosa, María Fernanda Lara, María Carla Torregrosa, Juan Pablo Lara, Luis Fernando Torregrosa, Juan Patricio Lara y Juan Ignacio Lara. La mayoría casados o en pareja y ya le dieron bisnietos a Galante.

Los años fueron transcurriendo y un día decidió cerrar la “proveeduría” porque “ese negocio era para que lo siga otra persona. Yo con la edad que tenía no podía más. ‘Goya’ hizo muchas gestiones para jubilarme, ella encaró todo”, cuenta Galante.

Hércules expresa que la jubilación fue “dura”. “Pero en ese tiempo me iba al campo con ‘Luisito’ (yerno), salía a caminar, hacía algunas cositas con madera. A mi nieto ‘Juani’ (Juan Ignacio), los cajones de dulce que venían antes le gustaban mucho y se los daba para jugar. Le hice un banquito y le di un serruchito corto y él ponía la patita y cortaba y hacía cosas. Al final salió arquitecto, mirá vos”. 

La llegada de los nietos fue “la alegría más grande”. Son su orgullo y motivo de felicidad. “Yo iba a Rosario domingo por medio, cargaba el 128 de mercadería y le llevaba a ‘Mari’ y a Juan el baúl lleno. A mamá en Manuel Ocampo también le llevaba siempre mercadería”. 

De su familia de origen aún tiene a sus hermanas  Blanca Lidia, María Carmela y Obdulio Nicolás. 

Durante la charla, en sus ojos pudo verse un rápido repaso por su vida y tras eso, la siguiente conclusión: “Venido de Italia, Arroyo del Medio, después Manuel Ocampo, me fui desempeñando bastante bien, teniendo poco estudio, solo tercer grado. Me he desempeñado bien y logré el objetivo de hacer estudiar a las chicas. Con ‘Goya’ no tuvimos la ayuda de nadie. Nos hicimos solos. Me acuerdo los nombres de los compañeros del colegio, de la mayor parte y a lo mejor me preguntan por algo de ahora y me olvido del presente. Con los amigos que tuve fui muy feliz, al igual que con ‘Goya’. Fueron muchos años juntos, mucha felicidad. Siempre agradezco a Dios la vida que tuve y la familia que pude formar”. Con esa reflexión, la conversación concluye, aunque no el recuerdo intacto de innumerables vivencias.


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