Perfiles pergaminenses

Juan Carlos Grivarello, la pasión por el dibujo y la comicidad musical


 Grivarello dialogó sobre sus anécdotas artísticas y vivencias personales (LA OPINION)

'' Grivarello dialogó sobre sus anécdotas artísticas y vivencias personales. (LA OPINION)

Dedicó su vida a seguir el instinto de su talento. Es dibujante y humorista. Su fuerte son las caricaturas e imitaciones. A sus 74 años se define como un “autodidacta” y reconoce que recorrió un largo camino en la búsqueda de alcanzar sus objetivos. En el presente hace cartelería y continúa con las actuaciones disfrutando al máximo de poder hacer lo que ama.


Juan Carlos Grivarello es un cordobés devenido en pergaminense. Muchas personas lo conocen como “ñato Griva”, y en el diálogo mantenido en la intimidad de la redacción de LA OPINION él mismo refiere que “artísticamente” es simplemente “Griva”. Se define como un artista porque ha dedicado a los escenarios y a pintar gran parte de su vida.

Nació en Monte Maíz, provincia de Córdoba y llegó a Pergamino cuando tenía 9 años. Fue el único  hijo de Dominga Rassol y Herminio José Grivarello. “No tuve hermanos biológicos, pero por fortuna tengo muchos hermanos y primos de la vida”.

Desde pequeño se dedicó al dibujo y recuerda que ya en el colegio primario lo convocaban para que desplegara lo que en él significaba “un talento innato”. Reconoce que siempre fue “burro para las matemáticas” y cuenta que debido a esa razón repitió quinto grado. Ya instalado en Pergamino hizo la mitad de ese grado y sexto en la Escuela Nº 77, en el barrio Centenario donde vivían.

Laboralmente su primera experiencia de trabajo fue a los 13 años en el taller de costura de Chale. Más tarde se desempeñó en Tranqueras Genoud; también en Solmi Calzados, en la fábrica de colmenas de  Roberto Genoud y en la fábrica de calzados de Mascaró.

Como hobby, siempre le gustó el pool y en lo deportivo de joven incursionó en lo que considera dos disciplinas antagónicas: las bochas y el basquetbol en el Club Ameghino. “Reconozco que fui mejor en el primer deporte que en el segundo, pero me gustaron ambos.

“En el fútbol más que un ‘potrerito’ no hubo. A mí me hacía más cosquillas la cuestión artística. Podría decir que estoy ahora más cerca del Club Racing pintando carteles, que antes haciendo algún deporte”, añade.

 

Vocación por lo artístico

Su inclinación por lo artístico comenzó cuando conoció a Mario Clavell, a los 10 años,  cuando vino a actuar al Club Argentino. “Mi arranque fue en el Club Ameghino haciendo imitaciones”, cuenta.

Aunque su fuerte siempre fue el dibujo, fue multifacético. Allá por 1963 incursionó en la Escuela de Teatro Pergamino y así relata esa experiencia: “Compartí ese tiempo con grandes referentes, entre ellos mi gran amigo Rubén Albarracín, un gigante. Siempre recuerdo los personajes que interpreté. En la primera obra, que era una adaptación de una del Siglo XV o XVI hice de un abogado tránsfuga. Fueron años hermosos”.

Como parte de su trayectoria, incursionó con Carlos Morán y  Carlos Gómez Baeza, haciendo humor y animación con la orquesta de René Torres. Y sus experiencias en lo artístico fueron variadas.

 

El dibujo

“Yo dibujo desde siempre, es algo que viene conmigo y artísticamente después comencé con las imitaciones y me fui ganando un lugar”, señala. “En el dibujo de algún modo seguí los pasos de ‘mi viejo’ que no había podido hacerlo porque a los 12 años con la poca escuela que tenía se tuvo que ir a juntar maíz.

“El hubiera sido un gran dibujante porque tenía un trazo perfecto y era un autodidacta en todo, hasta fabricaba juguetes”, agrega, hablando con orgullo de su progenitor.

Respecto de las imitaciones, señala que comenzaron casi por casualidad cuando tenía  14  ó 15 años, en las fiestas del club.

Su primer atelier como dibujante lo tuvo a los 22 años, en Luzuriaga 25. Allí hacía dibujo artístico y publicitario y también algunos cuadros. “Estudié en Continental School para aprender a hacer historietas y caricaturas. Era una propuesta didáctica que venía en las revistas. Tomé 36 lecciones por correspondencia”, refiere y asegura que, sabiendo la técnica y siguiendo los consejos, todo lo que tuvo que hacer después fue “ponerse a dibujar”.

“Estaba inclinado a la historieta, hice algunas cosas con Luis Contreras, un gran amigo al que años más tarde encontré en Buenos Aires”, resalta.

Con el tiempo perfeccionó el arte de hacer caricaturas, actividad que realiza para distintos eventos, cumpleaños, casamientos y divorcios. “Dibujo y agrego algunas imitaciones cuando la gente quiere”, menciona en la charla y refiere que la ciudad de Rosario es un lugar en el que tiene mucho trabajo en el campo de la “comicidad”.

 

Un grupo con proyección

Con el devenir del tiempo, allá por 1979, integró como cómico musical un grupo integrado por Juan Nime “Serapio”, “Lauchita” Méndez y el “Negro” Caro. Reconoce que en el marco de esta experiencia, con “Locus Cuatro” tuvieron la posibilidad de trascender a los grandes escenarios, aunque eso quedó frustrado por negativas de los integrantes del grupo y circunstancias que frustraron esa posibilidad. Juan Carlos lo lamenta hasta hoy.  “Yo había empezado con Juan Andriolo, un gran músico y guitarrista; ya existía el proyecto del Grupo, se sumaron otros integrantes, Juan se fue y llegó el ‘Negro’ Caro. Ultimamos todos los detalles y conformamos el grupo. Recuerdo que en Salto nos vino a ver el ‘Tío’  Rodolfo Berna, que estaba a la par del hermano de Emilio Disi, ‘Pepe’ Parada. Vio la obra y quiso charlar con nosotros.

“Me temblaban las piernas cuando fui a hablar con ese señor porque yo conocía su calibre. Nos felicitó por el carisma y nuestra obra; y nos convocó para que trabajáramos con él. Nos propuso un porcentaje para iniciar una gira por distintas provincias, y se comprometió a aportarnos elementos de vestuario e infraestructura para mejorar nuestro espectáculo que era como un diamante en bruto”, relata recreando aquel ofrecimiento.

“Mis compañeros estaban apagados, yo no entendía por qué. Cuando les conté lo que nos proponía, no recuerdo quién de ellos, pero me terminaron planteando que nos podían estafar. Traté de convencerlos porque nos daban muchas herramientas, pero no aceptaron. Eramos los cuatro en el escenario y eso no se podía de-sarmar, así que desistimos”.

En otro momento fue Guillermo Giullietti que estaba en Calabromas quien nos convocó. “Le conté a los miembros del grupo de esta posibilidad de hacer humor en Rosario, en televisión, en un espacio que nos ofrecían con la frecuencia que quisiéramos. Pero tampoco aceptaron. Se pudrió todo, no quisieron y ese fue el final, terminamos los compromisos que teníamos y nos separamos.

“Lamenté toda la vida no haber tomado esas propuestas y siempre pienso que hubiéramos podido ser más conocidos y desarrollarnos en lo que hacíamos si tomábamos ese desafío”, confiesa.

 

Nuevos rumbos

Así, cuenta que siguiendo siempre su instinto y respetando esa cualidad de “inquieto incansable”, grabó un cassette con sus imitaciones y se fue a LT3, donde tenía afinidad con algunos locutores. Fue ganando nuevos espacios, a eso se sumaron actuaciones y temporadas en ese medio y otros. “Siempre me gustó imitar, recreaba las voces de varios personajes conocidos”, reconoce. Y valiéndose de esa capacidad en varias partes de la conversación llegan al relato personajes entrañables y su voz se confunde con la de conocidas personalidades del mundo artístico.

“Fueron 25 años de trabajo en Rosario, después discontinué y volví en un espacio en LT3, Radio Cerealista, LT8, estuve con gente muy macanuda y grandes amigos y Cristian Mecerich, un gran amigo y socio ya fallecido, y una persona muy preparada para escribir. Partió muy tempranamente, y hoy estaría en el esplendor de su carrera”, considera con cierta nostalgia.

“También estuve en Buenos Aires con experiencias de trabajo muy lindas. Estuve con Pancho Ibáñez, con Minguito y otros grandes como Javier Portales. Además hice varias temporadas en la Costa con grandes artistas, tengo gratos recuerdos de cada momento”, asevera este hombre que entre anécdotas desordenadas y quiebres en la cronología de algunos acontecimientos busca reconstruir su historia de vida.

 

Incursión en la gráfica

En otro tramo de la entrevista cuenta que allá por 1969 dirigió la revista Norte y Humor. Fue una tarea que desempeñó durante cuatro años. “Era director, dibujaba y hacía un poco de todo. Los primeros pasos de Gustavo Bitar fueron conmigo, él realizaba las entrevistas y escribía y además hacíamos algunas presentaciones en los carnavales de San Telmo, con esa voz inigualable que tiene el querido Gustavo. También estaba Cecón Arrieta, un hombre que falleció hace muchos años.

“De la incursión en la gráfica me quedaron grandes amigos y dibujantes, como ‘Bocha’ Porta”, menciona y comenta que también fue colaborador en las revistas Pergamino entre 15 Días y en Show, además de colaborar haciendo dibujos de humor político para el Semanario “El Diario” que dirigía Carlos del Valle.

 

El presente y los recuerdos

Juan Carlos tiene 74 años. Aunque su aspecto no demuestra la edad. En lo personal se casó, se separó sin tener hijos y luego con otra pareja con la que no convivió tuvo un hijo: Mauro, que vive en Rosario. “Me está dando unos nietos hermosos”. Se muestra reticente a hablar de su vida familiar, confiesa algunos desencuentros y prefiere resguardar ese aspecto de su vida en la intimidad. “Estoy tratando de remendar algunas situaciones de la vida familiar, y me quedo con lo más lindo de la vida: mi hijo y mis nietos. Hoy la relación está en un impasse, pero albergo la esperanza de que podamos reencontrarnos pronto”.

Disfruta del presente con su compañera de camino: María Ester, la mujer que lo acompaña desde hace once años.

Actualmente se dedica a pintar letreros. Está jubilado pero sigue en actividad. “La jubilación no alcanza. En Buenos Aires también estuve trabajando con eso. Siempre traté de hacer convivir mi actividad laboral con lo artístico”.

El pasado y el presente se conjugan en la charla y deja fluir los recuerdos: “Haciendo temporada en la Costa pintaba murales y letreros en los principales balnearios de Mar del Plata, esos que están ubicados en la zona del Faro.

“Hoy sigo con la cartelería y con algunas imitaciones, ya sin las propuestas que hemos tenido en otro tiempo”, refiere. “Sinceramente quedé muy dolido para toda la vida por no haber podido avanzar más. Mirá Midachi donde llegó”, acota, destacando que la fuente del humor es “inagotable”.

 

Un autodidacta

Se define como un autodidacta y refiere que también en el plano de la pintura tuvo “lindas experiencias” exponiendo sus trabajos en muestras individuales. Para pintar utiliza material sintético. Sabe que conoce a la perfección la técnica de fabricar colores y lograr efectos.

Frente a un cartel, al lienzo de un cuadro, al papel en blanco de una lámina, arriba de un escenario o haciendo humor en cualquier evento, puso siempre lo mejor de sí. Afirma convencido que más que el talento, lo que lo impulsó fue “la garra” y los deseos de aprender.

 

Gratitud

Casi sobre el final y complacido por la posibilidad de la charla, manifiesta su enorme gratitud al “Barba Dios”: “Le agradezco el poder seguir haciendo cosas con mi profesión de dibujante y la actuación humorística. Y por haberme dado a mi hijo, mis nietos y a mi actual compañera”, concluye entre recuerdos, anécdotas e innumerables vivencias de las dulces y las amargas que constituyen su historia de vida personal y de artista.


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