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El año de la presidenta: problemas de salud y lazos con el Papa


 La presidenta afianzó su relación con Francisco a través de dos extensas audiencias en el Vaticano (TELAMCOMAR)

'' La presidenta afianzó su relación con Francisco a través de dos extensas audiencias en el Vaticano. (TELAM.COM.AR)

Al cumplirse un año de la entronización como Sumo Pontífice, Francisco recibió a Cristina Kirchner en la sede de Santa Marta, donde la mandataria le entregó personalmente el DNI y el pasaporte que había tramitado para viajar por el mundo como ciudadano argentino. El segundo encuentro se concretó en septiembre previo a su viaje a Estados Unidos.

Buenos Aires, (NA) - La presidenta Cristina Kirchner protagonizó un año en el que los problemas en su salud volvieron a generar incertidumbre, en especial con la sigmoiditis que la obligó a guardar reposo en Olivos, y en el que logró además consolidar su relación con el Papa Francisco, siendo la única jefa de Estado que fue recibida dos veces por el Sumo Pontífice durante 2014.

El 2 de noviembre la mandataria debió ser ingresada al Sanatorio Otamendi a raíz de un cuadro de sigmoiditis (infección de colon), por el cual permaneció una semana internada y más de diez días de reposo en Olivos, totalizando finalmente 26 jornadas sin realizar apariciones públicas hasta su regreso en la convención de la Cámara de la Construcción.

Otros problemas de salud que afectaron a la mandataria durante el año fueron una faringitis, en octubre, y una faringolaringitis, en julio, por la cual tuvo que suspender y reprogramar varias actividades, mientras que a fines de enero se debió someter a una serie de estudios en el Hospital Austral por una lumbociatalgia, un dolor en la zona baja de la espalda, a lo largo del nervio ciático.

A su vez, había iniciado 2014 en Santa Cruz, donde permaneció hasta la primera semana de enero para finalizar la recuperación del hematoma intracraneal que sufrió en noviembre de 2013, y finalmente el 22 de enero encabezó un acto que puso fin a más de un mes sin actividades en público, lo que significó el período de silencio más largo de toda su gestión.

Uno de los logros de Cristina Kirchner en 2014 fue el afianzamiento de su relación con Francisco, proceso que ya se había puesto en marcha el año anterior luego de la frialdad inicial, a través de dos extensas audiencias que compartieron en el Vaticano.

La primera de ellas fue el 15 de marzo, al cumplirse un año de su entronización como Sumo Pontífice, cuando Francisco recibió a Cristina Kirchner en la sede de Santa Marta, donde la mandataria le entregó personalmente el DNI y el pasaporte que había tramitado para viajar por el mundo como ciudadano argentino.

El segundo encuentro se concretó en septiembre, tras una invitación del Papa que llegó en un momento clave ya que poco antes se había conocido el fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa favorable a los fondos buitre.

En este almuerzo que se extendió por tres horas hablaron sobre diversos temas, incluida la situación de la Argentina frente al reclamo de los holdouts, y la presidenta dio a entender que se había llevado el respaldo del Papa en este tema, al comentar que el Santo Padre le había transmitido su “preocupación constante” sobre el sistema económico mundial.

En lo que refiere a la política internacional, la presidenta redobló su apuesta de refugiarse en el mundo emergente, en medio los roces con Estados Unidos, y recibió en la Casa Rosada a los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de China, Xi Jinping, mientras que su visita de Estado más relevante fue a Francia, donde la recibió su par, François Hollande.

Entre los anuncios más relevantes que la jefa de Estado concretó este año en materia política figuró el lanzamiento del satélite argentino Arsat-1, que demandó siete años de desarrollo y fue puesto en órbita de manera exitosa desde la Guayana Francesa, permitiendo al país un avance significativo en materia de telecomunicaciones, lo cual incluso cosechó elogios del arco opositor.

No obstante, hubo anuncios que motivaron duras críticas y todo tipo de bromas e ironías en las redes sociales: uno de ellos fue cuando la presidenta deslizó la necesidad de descentralizar el país y, en tal sentido, mencionó la posibilidad de mudar la capital a la ciudad de Santiago del Estero.

Lo mismo sucedió cuando anunció la reactivación del proyecto del Polo Audiovisual en la Isla Demarchi, con la novedad de la construcción de una torre de 335 metros que será “la más alta de Latinoamérica” y “se convertirá en el símbolo de la Ciudad de Buenos Aires”, de acuerdo a la jefa de Estado.

También la presidenta sorprendió cuando, tras la segunda audiencia con el Papa, denunció que había recibido una amenaza del Estado Islámico (Isis), la organización fundamentalista con presencia en Irak y Siria.

Y poco después, durante la Asamblea de la ONU en Nueva York, volvió a referirse a las amenazas de la Isis, aunque -en medio del malestar con los holdouts y la Justicia estadounidense- aseguró entonces que si algún día sufría algún atentado no había que “mirar hacia el oriente” sino “hacia el norte”, en referencia a Estados Unidos.

Si bien mantuvo su poca propensión a las modificaciones en su equipo de colaboradores, la mandataria en diciembre decidió cambiar la cúpula de la Secretaría de Inteligencia con el desplazamiento de Héctor Icazuriaga y su reemplazo por parte de Oscar Parrilli, mientras que Aníbal Fernández regresó al Ejecutivo para ocupar la Secretaría General.

Se trató del primer cambio de gabinete desde mayo, cuando la jefa de Estado creó el Ministerio de Cultura y designó a la cantante Teresa Parodi al frente de la cartera, en reemplazo de Jorge Coscia, que hasta ese momento había dirigido el área con rango de Secretaría.


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