A 25 años de la muerte del padre Galli, el recuerdo permanece intacto entre fieles y militantes

Cura “con olor a pueblo”, el “padre Mugica de Pergamino”; de habitar este tiempo sería llamado “cura villero”. Todo lo describe como lo que fue: un defensor de la igualdad social, desde el púlpito y desde el barro. Su “pastoreo” marcó a toda una generación.

El 15 de mayo de 1995 fallecía el padre Jorge Galli, “el Viejo” como lo apodaban cariñosamente sus allegados, un sacerdote que dejó huellas imborrables no solo en nuestra comunidad sino también en diferentes localidades donde ejerció su sacerdocio; que fuera un incansable defensor de la doctrina peronista, la igualdad social y que desplegó una comprometida tarea pastoral para con los más vulnerables, en nuestra ciudad particularmente en la zona del barrio Otero, donde repartió su tiempo entre la Capilla Santa Teresita, los hornos de ladrillo y los potreros llenos de niños jugando al fútbol.

Cura “con olor a pueblo”, el “padre Mugica de Pergamino” son algunas de las adjetivaciones con que se lo ha definido; de habitar este tiempo seguramente sería calificado como “cura villero”. Todo lo describe como lo que fue: un defensor de la igualdad social, desde el púlpito y desde el barro. En el barrio Otero realizó su tarea pastoral pero ésta marcó a fuego a toda una generación de pergaminenses de todos los puntos cardinales.

Los restos de Galli descansan en un mausoleo ubicado en el mismo predio de la Capilla Santa Teresita de nuestra ciudad. Cada 15 de mayo, quienes tuvieron oportunidad de conocerlo, sea por su militancia en el peronismo, por su trabajo incansable en la comunidad del barrio Otero o por su labor pastoral, asisten al lugar donde descansan sus restos para recordar al “cura con olor a pueblo” trayendo al presente diferentes anécdotas y testimonios. El viernes pasado no fue la excepción y fue especial: se cumplieron 25 años de su “pascua”. Algunos pocos de los allegados del “viejo” –muchos ya han fallecido, junto al padre Aníbal Tabares, actual párroco del templo de la calle que lleva el nombre de Galli, se congregaron con el fin de hacer una oración.

Aquellos jóvenes discípulos

A 25 años de la desaparición física de Galli, a modo de homenaje a este cura obrero, que supo hacer de la defensa de los pobres su bandera, LA OPINION recogió algunos testimonios de quienes se encontraban presentes.

Entre quienes lo recuerdan con cariño se encuentra Roberto Azpeitía que destacó: “Cuando éramos jóvenes buscábamos al ‘hombre nuevo’ desde el catolicismo, un hombre con buenos principios y compromiso con el otro, y lo encontramos en Jorge Galli, veíamos en el Viejo a un ejemplo”.

Recordando la prédica y el accionar de Galli, Azpeitía valoró que “siempre era recatado, solidario, era buen consejero y amigo, que se jugó no solo por la comunidad de los creyentes sino también por los que en aquella época empezábamos a hacer política”.

Galli no solo dejó huellas imborrables en Pergamino sino también en San Nicolás, donde dio sus primeros pasos como sacerdote en la Villa Pulmón. Azpeitía, además de ser militante de aquella Juventud Peronista que se referenció en Galli, es sobrino del padre José Karaman (fallecido en 2012), quien conoció a Galli en la Villa Pulmón de San Nicolás y “fue quien lo puso en contacto con el obispo de San Nicolás en ese momento, Ponce de León que fue quien finalmente lo ordenó como sacerdote” (había sido rechazado en el Seminario de Buenos Aires, ver nota aparte).

Siempre peronista

Otro joven de aquel tiempo e histórico secretario de Prensa del Partido Justicialista en Pergamino, Carlos J. Bonet, no dudó en afirmar que Galli fue un ejemplo para muchas generaciones: “El nos enseñó desde la prédica y desde los hechos a compartir el dolor de los más débiles, de los postergados. El de Galli es un ejemplo muy difícil de seguir aunque todos los compañeros que tuvimos oportunidad de estar con él tratamos de imitarlo desde nuestro lugar, desde los barrios vulnerables, desde los espacios políticos que hemos militado, otros desde la fe”.

Sobre la prédica que el sacerdote ofrecía y su estrecha relación con la ideología peronista, Bonet afirmó que “Galli era militante peronista y provenía de una familia muy humilde, de muchos hermanos. ‘El Viejo’ contaba con orgullo que cuando tenía 15 años, junto a su madre fueron a la Plaza de Mayo a expresar su apoyo a Perón, el hombre que defendió a los pobres. Galli siempre fue militante, incluso en los tiempos difíciles de la dictadura. En momentos de persecución es cuando él asumió con mayor énfasis su militancia. Era un prócer vivo y eso lo demuestra el recuerdo entrañable que el propio Papa Francisco tuvo para con él enviando una carta en la que le agradece su accionar para lograr una sociedad más justa hacia el hombre nuevo”.

Bonet finalizó invitando a aprender de Galli la empatía por el otro: “El siempre decía ‘yo no soy un cura obrero sino un obrero que se hizo cura’ en alusión al oficio de albañil que aprendió de su padre”.

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Con Dios y con política

Ubaldo Noguera era vecino del barrio Otero cuando Galli se instaló en la Capilla Santa Teresita. “Junto a él formamos una Comisión de Fomento con el objetivo de gestionar diferentes beneficios para Otero ya que se registraban muchas necesidades en el barrio”.

Noguera fue testigo directo del accionar de Galli, que no solo predicaba con sus palabras sino con los hechos. “Galli era un cristiano verdadero. Estaba siempre con quienes más necesitaban. Junto a él gestionamos el agua potable para el barrio y se realizó una cancha de fútbol para que los niños y jóvenes que llegaban a la iglesia a buscar el amparo de Galli, tuvieran un espacio para jugar y a través del juego contener a los chicos”, contó Noguera. Y recordó particularmente la historia de un chico de siete años que era sordo: “Galli se ocupó de hacer las tramitaciones para que el niño pudiera ser tratado en el Garrahan; ese chico ahora es padre de familia y está totalmente recuperado de su sordera”.

Con la Comisión de Fomento además se logró la creación del Centro Comunitario. “Galli era criticado por hacer política cuando en realidad siempre bregó por el bienestar de los más postergados”.

Inolvidable

Desde San Nicolás, dos familiares del padre Galli lo recordaron con nostalgia. Graciela Karaman, comadre del padre Galli, oriunda de San Nicolás lo recordó con cariño y aseguró que “Galli fue un ejemplo” en sus vidas “con su trayectoria tanto en vida política como familiar tanto que compartió con José (también sacerdote), mi cuñado, la ceremonia de nuestro casamiento y fue padrino de nuestro hijo mayor César. Para nosotros Galli no solo tuvo una importante representación en la política sino también en el ámbito familiar. Nos acompañó hasta último momento. Tenemos recuerdos maravillosos de él y muchos tristes. Galli es inolvidable”.

Por su parte, el esposo de Graciela, Roberto Karaman compartió las palabras de su mujer y resaltó no solo el compromiso de Galli sino su profunda fe “que demostró en su vida cotidiana y en su prédica constante. Jamás se alejó de la Iglesia a pesar de que tuvo muchas diferencias con jerarcas que -según su criterio- no representaban los mensajes evangélicos. Con alegría recordamos al padre Galli”.

Un recuerdo intacto

Durante la celebración del viernes el padre Aníbal Tabares expresó palabras alusivas a Jorge Galli. Este cura rosarino que actualmente está en el espacio que supo ocupar Galli encarna en su pastoral mucho del estilo y las formas de “el Viejo”. Verlo a Tabares en el 12 de Octubre, La Lomita, Güemes, Tupac Amaru, Villa San José, Trincavelli y el mismo Otero, es como tener a Jorge Galli en versión Siglo XXI. Porque no son los mismos los barrios ni sus realidades, pero las maneras de abordarlas son bastante similares: con la palabra y la acción, con la sotana y las botas de goma.

Cuando Tabares se refirió a Galli aseguró que “a pesar del tiempo que transcurrió, sigue guardado en el corazón de muchas personas de esta Parroquia que hoy me toca pastorear”. Y trajo a la memoria parte de la vida del sacerdote que “vivenció en carne propia aquellos años de la explotación de los trabajadores, lo que lo llevó a luchar contra la injusticia y los sufrimientos que padecían pobres y desocupados”, señaló Tabares, quien valoró que en 1958 ingresó al seminario “sin renunciar nunca a seguir siendo obrero”.

Recordando la labor de Galli, Tabares señaló: “Caminó Villa Pulmón, tomaba mates con los vecinos, no faltaban las charlas políticas, ayudaba a levantar paredes, siendo siempre voz de su rebaño en la búsqueda del bien común. Muchos lo recuerdan por ser un hombre carismático y comprometido. Alguien dijo que Galli te atrapaba con las palabras que te llegaban al corazón”. Aunque no llegó a conocerlo, los dichos de la gente le han dado cuenta a Tabares de varias condiciones de su extinto colega: “Tenía un desapego total por lo material y trabajó siempre haciendo presente el reino de la justicia y la paz propuesto por Dios, invitando a rezar e imitar a Cristo”.

Por último destacó a luego de 25 años de su partida física su recuerdo sigue intacto: “Muchos lugares hoy llevan su nombre, la cancha de fútbol, el centro de salud para la prevención de adicciones. Su tumba sigue siendo visitada por muchos que lo conocieron padre, pastor, hermano y amigo, y más aún sigue siendo testimonio en muchas conversaciones de los miembros de la comunidad. En 2015 fue declarado por nuestra ciudad ‘Hijo dilecto post mortem’, lugar donde su memoria y entrega sigue viva. Estoy seguro que como pastor sigue intercediendo por su rebaño y es por eso que nos confiamos a su corazón de padre solícito”.