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Aborto: el tema que se apresta a debatir el país, en voces pergaminenses


 La discusión sobre el “aborto legal” ganó el debate y las calles Entre otras actividades hubo una manifestación frente al Congreso (INTERNET)

'' La discusión sobre el “aborto legal” ganó el debate y las calles. Entre otras actividades hubo una manifestación frente al Congreso. (INTERNET)

Por estos días la posible legalización de la interrupción voluntaria del embarazo captura la atención de la opinión pública. Distintas voces se pronuncian a favor o en contra de esta práctica. En este informe distintos actores ayudan a desentrañar los aspectos más sensibles de una discusión tan actual como necesaria.


La discusión sobre la legalización del aborto es el tema que ocupa casi exclusivamente el debate público de estos días. El Gobierno logró instalar en la agenda una discusión que estaba pendiente, lo que conlleva que las voces se diriman entre quienes están a favor y quienes están en contra de una iniciativa que deberá tratarse en el Congreso y compromete la posición de todos los sectores sociales, por cuanto supone una reflexión profunda sobre los dilemas que conciernen al principio y fin de la vida.

Para desentrañar varios de los aspectos que subyacen a este debate desde el aspecto jurídico, LA OPINION convocó al abogado Juan Manuel Dédola, especialista en temas vinculados al derecho a la salud, quien aportó algunas consideraciones sobre distintas aristas del diálogo público que se está dando.

A su vez se abrió una ronda de consultas a referentes políticos y religiosos e indagó en la realidad del sistema sanitario en relación a una práctica que sucede aun a contracorriente de la norma. 

El aborto y la ley

El abogado Juan Manuel Dédola consideró que antes de iniciar el debate sobre el comienzo de la vida vale reparar en el otro extremo: su fin. “Hay mucha uniformidad respecto del fin de la vida, pero en el debate sobre el comienzo confluyen varias posturas y de acuerdo a la que se elija surgen obligaciones y contradicciones”.

Recordó que para la legislación argentina la vida comienza con la concepción, cuando se unen el gameto masculino y femenino, formando un ovulo fecundado. “Este momento coincide con lo profesado por la religión católica, entre otras religiones y ordenamientos legales. Sin embargo, para otros países esta unión no representa vida pues todavía falta tiempo para que se diferencie de otras células que tiene nuestro organismo”, planteó. 

“Para una segunda corriente la vida comenzará recién a partir de la semana ocho en cierta etapa, y en la doce específicamente, que es cuando se ha comprobado la creación de un sistema neurológico independiente”, mencionó.

En una tercera corriente recién se considera vida cuando él ahora bebe sale del vientre materno y logra respirar por sus propios medios. 

A juicio del especialista en la descripción somera de estas tres teorías es cuando comienza a notarse lo trascendental del tema que es atravesado por derechos, obligaciones y hasta contradicciones.

Respecto de la interrupción voluntaria del embarazo, Dédola sostuvo que “responde a un derecho a elegir de la mujer que lo lleva en su vientre, disponiendo voluntariamente de su cuerpo”. Y aclaró que “es la propia ley argentina la que habla de un derecho individual a disponer del cuerpo”. 

“Sin embargo, cuando se encuentra embarazada, se le impide definir otra opción diferente a la de llegar a su fin con el nacimiento”, marcó.

En este contexto, consideró que “la primera pregunta que surge es: “¿Por qué en la mayoría de los casos se respeta la decisión de disponer del propio cuerpo y en este caso no?” y planteó que la respuesta subyace en la concepción por cuanto “esa unión del esperma con el ovulo y su reconocimiento legal, hacen que no haya tiempo de arrepentimiento y marca el inicio de la vida, sancionando a quienes participen de un aborto”.

Sobre esto, recordó que hay excepciones que están contempladas en el Código Penal: cuando exista riesgo de vida para la madre; y cuando la concepción haya sido contraria a la voluntad  de la madre producto de una violación. 

La postura del mundo y las religiones

En su reflexión, comentó que Sudamérica el único país donde está permitido el aborto es Uruguay y refirió que en países europeos y si se quiere “tradicionalistas y de religión católica” como Italia y España hace tiempo han permitido la interrupción voluntaria del embarazo tomando en cuenta una teoría diferente a la del inicio de la vida a partir de la concepción. 

También se adentró en el posicionamiento religioso al referir: “La religión católica no admite discusión y libra batalla en todo el mundo defendiendo la vida desde la concepción; en cambio,  la judaica no se manifiesta abiertamente y deja librado a la intimidad de las parejas y su rabino, la toma de esta decisión”.

El avance de la ciencia

En otro plano, enfatizó sobre los “cortocircuitos” que genera la defensa de la vida desde la concepción con los avances de la ciencia respecto de las técnicas de fertilidad. “Nuestro país dejo de lado lo proyectado en el Código Civil y Comercial para el manejo de los óvulos fecundados y mantenidos en estado de crio-preservación, dejándolo librado a la ética médica. Es decir que por un lado se defiende la vida bloqueando la voluntad de elegir seguir o no con un embarazo; y por el otro se permite tener congeladas a personas por años por el simple hecho de no estar dentro del vientre”.

“Debe quedar claro que la concepción es dentro o fuera del vientre materno porque es la unión de los gametos lo que marca la vida y el debate sobre ‘poner un hijo a plazo fijo congelado en el banco de un centro de fertilidad’ no debe demorar”, sentenció. 

A juicio del profesional, otra incongruencia de la legislación es que impone una pena diferente a los partícipes del aborto respecto del homicidio: “Si hay vida, por qué no se la sanciona con la misma pena. Podrá tener una consideración diferente la figura de la madre, pero los otros participes o co-autores debieran ser tratados de la misma manera en uno y otro delito”.

Más allá del debate legislativo

En otro orden refirió  que Argentina ha firmado varios tratados internacionales muchos de ellos con jerarquía constitucional que respetan la vida desde la concepción y en aquellos donde se estipula en otra etapa, lo ha hecho con la reserva suficiente para respetar su posición. “Si a ello le sumamos que las leyes nacionales no pueden oponerse a lo dispuesto por la Constitución y los tratados con esa jerarquía, plantear un cambio de posición no sólo será materia de un debate legislativo”.

“Si no se realiza con las debidas reformas, finalmente será un tema judicial”, sostuvo y añadió que de legalizarse el aborto hay una opinión que debe ser tenida en cuenta: la del médico.

“Este no puede ser obligado a realizar un aborto si esto va en contra de su fe religiosa o sus convicciones y esa objeción de conciencia no puede ser cambiada por una ley u orden judicial”, resaltó. Y puso el ejemplo de Italia donde el aborto es legal desde 1970 y sin embargo la tasa de realización es mínima, al punto que estiman que solamente tres de cada diez mujeres que desean abortar pueden hacerlo debido a la dificultad de encontrar un médico que realice esta práctica. “La consecuencia es la clandestinidad que tratamos de abolir”, advirtió.

Por una discusión coherente

El profesional consideró necesario librar un debate “serio y coherente” y planteó que “otro tema será discutir la problemática de los menores y el aborto y observar las tasas de embarazos no deseados entre los adolescentes”. Con esta apreciación resaltó la importancia de la educación sexual temprana, que a pesar de existir por ley, no termina de  aplicarse por falta de instrucción o presupuesto. 

Por último, deseó que de la discusión puedan participar todos los actores sociales porque “los que están a favor y los que están en contra tienen puntos en común porque defienden la vida, algunos los de la mujer, otros los de la persona por nacer”.

A su entender será el debate o incluso una consulta popular lo que ponga fin a la división. “Debemos participar del diálogo entendiendo que los derechos humanos avanzan con la sociedad y no podemos dejarlos atrás. Alguien siempre luchará por ellos. El tema es si dejarlo solo o acompañarlo”, concluyó.  

Leticia Conti: “La mujer no aborta sola”

La concejal de Unidad Ciudadana, Leticia Conti,  señaló su postura aclarando que no se está hablando de estar a favor o en contra del aborto por cuanto “las prácticas  suceden más allá de eso”. 

“De lo que estamos hablando es de la despenalización, es decir de si creemos o no justo que el aborto sea una figura legal dentro del Código Penal”, dijo.

“Hoy en nuestro país abortan más de 100.000 mujeres al año. Y muchas de ellas, en general las más pobres, mueren a causa del aborto clandestino y, por ende, inseguro. Ésta es una realidad. Es decir, la ley no es disuasiva. La pregunta es ¿Qué hacemos con eso que pasa? Una opción es seguir sin hacer nada. En este caso las personas seguirán abortando y muchas mujeres seguirán muriendo. Los médicos que practican abortos quirúrgicos y las farmacéuticas que fabrican el ‘misoprostol’ se seguirán enriqueciendo. Porque toda práctica clandestina es, además, costosa”, sostuvo.

“Por el contrario, la otra opción, la de legalizar el aborto, busca la aplicación efectiva de la Ley de Educación Sexual Integral. Garantiza el acceso a métodos anticonceptivos y la información necesaria para que cada persona pueda elegir el método de anticoncepción para su cuerpo y momento en la vida. Y, recién en tercer lugar, el aborto no punible, seguro y gratuito”, continuó. 

“Con esto se deja en claro que el aborto es la última opción”, remarcó y consideró que “lejos está la ley de incentivar el aborto o utilizarlo como una suerte de método anticonceptivo”.

“Eso que se suele escuchar no sólo es falaz, sino muy mal intencionado. De hecho, en los países donde el aborto es legal, se han reducido considerablemente las muertes maternas y también el número de abortos que se realizan”, opinó.

A su juicio, lo que la ley busca es “descriminalizar el cuerpo y las decisiones de las mujeres” y recordó que “la mujer no aborta sola”. También lo hace el hombre, ya sea por acción, producto de una decisión consensuada, o por omisión cuando los padres abandonan económica y afectivamente. 

“Esta ley que pronto entrará en debate nos interpela a todos y todas: por la educación sexual,  que es un derecho; por la planificación familiar, que también los es. Porque al promocionar el acceso y uso de los anticonceptivos, también debe incluirse  los que están destinados a los hombres. Porque no podemos permitir que muchísimas mujeres mueran en abortos clandestinos. Porque promover la equidad, la inclusión, la libertad; es también promover la vida”, finalizó. 

Pacífico: “No hagamos pagar a los inocentes”

El senador provincial Marcelo Pacífico se pronunció sobre  la posible despenalización del aborto y consideró positivo que el Gobierno haya abierto el debate sobre una cuestión tabú durante décadas”. 

“Es la ciencia la que nos enseña que el embrión no es una parte de la mujer y que, por el contrario, es un ser humano diferente a la vida de su madre y con el mismo código genético que tendrá cuando sea un adulto”, sostuvo.

 Y prosiguió: “Si una mujer aborta en un momento de desesperación, ¿quién puede condenarla? Nadie tiene tanta autoridad moral para arrojar la primera piedra. Por eso, aportaría mucho a la discusión veraz y profunda apartarse de todo fundamentalismo, incluyendo el religioso”. 

“Una cosa es comprender la angustia que puede vivir una mujer ante un embarazo no deseado y buscar el modo de acompañarla, apoyarla económica, emocional y psicológicamente; y otra muy diferente, es crear una herramienta legal para facilitar una decisión que afecta a un ser humano que tiene nuestra misma dignidad y no tiene modo de defenderse”, reflexionó Pacífico. Y entendió que “actuar en forma positiva sería implementar políticas de prevención, educación sexual y facilitar la adopción de esos niños”, añadió. 

Por último, planteó: “Es incoherente que alguien rechace el aborto y al mismo tiempo se desentienda de los más necesitados. Hay mucha hipocresía; pero  no se la hagamos pagar a los inocentes”.

 


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