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La Quinta Merlino, de José Miguel Merlino y su señora Antonia Garetti, era un enclave donde no faltaban los visitantes que, entre los faisanes y otros animales exóticos que criaba el propietario, pasaban largas horas a la sombra de los naranjos. En 1986 los herederos del matrimonio arribaban un acuerdo para ceder la propiedad de más de 7.000 metros cuadrados a la Municipalidad.
Hacia mediados del siglo pasado Pergamino no contaba con los espacios verdes que hoy son punto de encuentro para las reuniones y actividades al aire libre, como el Parque Municipal General “San Martín” o el Parque España. Ni siquiera la Plaza 25 de Mayo, aún sin el monumento, se prestaba para pasar el día al sol o al fresco de las arboledas, por entonces todavía bajas. En cambio, existían clubes y otros ámbitos que si bien eran particulares, sus propietarios solían abrir a los visitantes que quisieran compartir un momento o festejar alguna ocasión, como la llegada de la primavera.
Entre los más renombrados estaban el Parque Fullana en la zona sur, un emprendimiento privado que por unos pesos brindaba la posibilidad de pasar el día, incluso disfrutar de una pileta. Y en la zona norte, la llamada Quinta Merlino, de José Miguel Merlino y su señora Antonia Garetti, era un enclave donde no faltaban los visitantes que, entre los faisanes y otros animales exóticos que criaba el propietario, pasaban largas horas a la sombra de los naranjos.
La casona principal de este establecimiento estaba en la esquina de Paraguay y la continuación de Pico, llamada justamente calle Merlino. Allí funcionan hoy la Comisaría Tercera y DDI; si bien se hizo un nuevo edificio, la fachada original de la esquina se mantiene.
En 1986, luego de una serie de tratativas, según consigna la crónica que transcribimos a continuación, los herederos del matrimonio Merlino-Garetti, arriban un acuerdo para ceder la propiedad de más de 7.000 metros cuadrados a la Municipalidad de Pergamino. A las pocas horas comenzaba la apertura de nuevas calles para la circulación, que antes estaba vedada por el cerco perimetral de la enorme propiedad.
Recordamos aquél momento en que un lugar icónico comenzaba su reconversión para pasar a ser un nuevo emblema: la Comisaría Tercera y la puerta de entrada a Villa San José.
LA OPINION, 17/10/1986
Como punto final de negociaciones efectuadas con los derecho habientes de la familia Merlino, el Municipio acaba de celebrar un convenio suscripto por los representantes el intendente Jorge Young y el secretario de Obras Públicas, Salvador Gil, por el cual los herederos de la sucesión ceden a la Comuna la superficie total de 7.158 metros cuadrados que corresponden a Valentín Fernández Blanco entre Pico y Merlino y Sarratea entre Paraguay e Irlanda.
De conformidad con el acuerdo realizado y en base a las tasaciones solicitadas, el precio de la fracción ha sido estimado en 15.000 australes. En compensación de dicho importe -tal lo que expresa un informe oficial emanado del Municipio-, “el Departamento Ejecutivo ad-referéndum de lo que decida el Concejo Deliberante, tramitará ante dicho cuerpo la exención de la tasa de Alumbrado, durante el periodo comprendido entre el 30 de septiembre pasado y el 30 de septiembre del año próximo. Asimismo, el acuerdo integra la cesión de un lote de tierra en el Cementerio de nuestra ciudad para el descanso de los restos de José Miguel Merlino y Antonia Garetti de Merlino”.
Finalmente sostiene el comunicado municipal: “De esta manera, en base al proyecto de ordenanzas que el Departamento Ejecutivo ha colaborado para consideración del Concejo Deliberante, se da solución a un reclamo de la larga data de una populosa barriada, habiéndose dispuesto la realización de los trabajos inmediatos de demarcación y apertura de las calles aludidas”.
LA OPINION, 18/10/1986
Maquinarias y personal de la Dirección de Servicios Públicos de la Municipalidad dieron comienzo en la mañana anterior las obras de apertura de calles de lo que fue la denominada Quinta Merlino, sobre cuyas alternativas y donación a la Comuna hizo conocer este Diario en su entrega de la víspera.
En un determinado momento de esos trabajos se encontraba presente el secretario de Obras y Servicios Públicos, Salvador Gil, así como otros funcionarios de esa dependencia comunal.
La apertura inicial fue calle Sarratea, a la que habrá de seguir en forma transversal Fernández Blanco.
El propio Gil manifestó en la ocasión que en el predio de referencia se podía llegar a emplazar un asentamiento poblacional consistente de unas 80 viviendas individuales.
En otro orden, también el funcionario tomó en cuenta la añeja y variada arboleda existente en el lugar, que por sus características de tiempo configuran en síntesis una rica reserva arbórea a la que es preciso resguardar en su debida forma y estilo.
Fuente: Archivo Diario LA OPINION, con la colaboración de Laura Villalba, de la Hemeroteca de la Biblioteca Pública Municipal “Dr. Joaquín Menéndez”.
