Cuidando naturalmente las plantas

Desde 1988, casi como un juego y de pura curiosidad, Delfina Maurig comenzó a desarrollar una preparación con esencia de flores de plantas argentinas para poder cuidar naturalmente a otras plantas, con los mismos objetivos que muchos años antes Edward Bach generara preparados no farmacológicos tendientes a mejorar el estado de salud de los seres humanos.

Esta docente e investigadora estuvo días pasados en el Inta Pergamino presentando el fruto de sus 15 años de dedicación, un fertilizante orgánico simple que cuenta con la aprobación del Senasa y que no contiene químicos ya que es elaborado con las mismas esencias florales que se utilizan para el consumo humano, por lo cual es un producto totalmente natural tanto en su formulación como por su preparación.

La especialista, que llegó invitada por la ingeniera agrónoma María Eugenia Sticconi, transmite sus conocimientos a través de publicaciones, conferencias y exposiciones a nivel nacional e internacional. En ese marco llegó a la Experimental mostrando lo que ella misma denominó como un “producto novedoso, único, totalmente natural y no tóxico; que da resultados iguales y hasta superiores a los que hoy conocemos, pero que además nos permite cuidarnos a nosotros y al ambiente”.

Maurig asegura que con su trabajo con esencias florales trata las desarmonías de las plantas: “Con productos tradicionales nunca vamos a poder mezclar todo lo que necesita la planta, con esencias florales sí: raíz, crecimiento, floración, todo dentro del mismo preparado, y la planta va a seleccionar por sí sola lo que necesita, es algo maravilloso”.

En la exposición llevada a cabo comentó que con tan sólo una gota del producto en diez litros de agua se puede fertilizar naturalmente a las plantas, todas las plantas excepto “achicoria o radicheta, porque una de las cosas que hace el producto es intensificar color, aroma y sabor. En esos dos cultivos se hacen incomibles, pero en el resto se recupera aquello que los mayores siempre dicen, que antes el tomate tenía gusto y ahora no. Justamente esa intensidad en el gusto, en el olor, hace que los bichos no se acerquen tanto y así desprogramamos el insecto”.