Pergamino

Delia Enria: “No me estoy retirando de la profesión; para esta comunidad y este país estaré siempre disponible”


 Delia Enria recibió a LA OPINION en su última semana de trabajo en el Inevh (LA OPINION)

'' Delia Enria recibió a LA OPINION en su última semana de trabajo en el Inevh. (LA OPINION)

Quien se desempeñó como directora del Instituto Maiztegui dejó su cargo el jueves tras haberse jubilado. Su impronta marcó un perfil y su trayectoria es reconocida mundialmente. En diálogo con LA OPINION resaltó su irrenunciable compromiso con la salud pública.


La doctora Delia Enria llegó al Instituto Maiztegui en el año 1979, al terminar su residencia de Medicina Interna. Nació en la provincia de Santa Fe y estudió Medicina en Rosario. Cuando decidió establecerse en Pergamino estaba a punto de contraer matrimonio con el doctor Ricardo Pico, quien ya trabajaba como médico. “Vine por azar; al recibirme tenía idea de quedarme en Rosario, pero la vida me trajo acá”, refiere en el inicio de una entrevista concedida a LA OPINION en su última semana al frente del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Doctor Julio Maiztegui” (Inevh). Acaba de acogerse al beneficio de la jubilación. En el diálogo hizo un recorrido por su historia profesional y su testimonio es referencia de lo que significa “hacer ciencia” en el campo de la salud pública y en un espacio destinado al estudio de enfermedades muchas veces olvidadas.

La vocación de encontrar un ámbito vinculado a lo científico que le permitiera insertarse profesionalmente la puso frente al doctor Julio Maiztegui. Así fue como se acercó al Instituto que conocía por referencia. En ese momento era el Instituto Nacional de Estudios sobre Virosis Hemorrágicas. “Hablé con Julio antes de casarme, me dijo que cuando me instalara en Pergamino lo volviera a ver. El día que llegamos de nuestra luna de miel estaba acomodando mi casa y consultorio y el señor May, que era el chofer del Instituto, vino a decirme que Maiztegui me llamaba. Fui al Instituto, me preguntó si estaba dispuesta a trabajar porque iba a intentar conseguir un cargo; le respondí que empezaba en ese mismo momento si me daban un guardapolvo”.

Así relata su llegada a la institución. Ese inicio significó el primer paso de una larga y fructífera carrera que la tiene entre las principales referentes del campo científico con una labor que es reconocida en el mundo.

“Comencé a trabajar en una época en la que había una epidemia de Fiebre Hemorrágica de las grandes. A mí me apasionó esa tarea porque soy médica de alma”, confiesa en una charla cargada de recuerdos y nutrida del componente emocional que representa el fin de una etapa. La entrevista con LA OPINION se concreta en el despacho en el que durante muchos años tomó decisiones y emprendió grandes luchas en defensa de la salud pública. El espacio está bastante más despojado que de costumbre. Faltan objetos personales y elementos de trabajo que ya fueron retirados. Lo que no desaparece es la impronta de claras definiciones, una particularidad que caracterizó el perfil de la doctora Delia Enría en la conducción del Inevh, que depende de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis).

Al hablar de los inicios recuerda las jornadas de largo trabajo atendiendo pacientes y colaborando con las líneas de investigación que estaban en curso y buscaban hallar alternativas para el abordaje y control de una enfermedad que se cobraba un número importante de vidas. “El primer año estuve 365 días de guardia, mañana, tarde y noche y no cobraba”, refiere. “El trabajo de los médicos era de tiempo completo. Estábamos Julio Maiztegui, Néstor Fernández y yo; después entraron el doctor (Daniel) Vallejos y la doctora (Ana María) Brigiler”.

“Estábamos empezando con el tratamiento con el plasma inmune. Era un trabajo durísimo y mi primera investigación fue precisamente establecer las dosis de anticuerpos que resultaban apropiadas para tratar a los pacientes. Ese fue mi primer ‘hijo’”, señala.

También menciona la posibilidad que tuvo de formarse en el exterior: “Me fui a Estados Unidos gracias a una beca de la Organización Mundial de la Salud que estaba destinada a formarnos en distintas áreas para poder llevar adelante el proyecto vacuna”. Su campo de formación fue la epidemiología y regresó con la idea de que no iba a dedicarse a la medicina privada.

-¿Trabajar en el campo de la salud pública fue una decisión difícil de tomar?

-Fue una decisión difícil en lo personal porque significó que mi marido tuviera que sostener nuestra economía. Cuando nació mi hijo pagábamos más para cuidar al niño que lo que yo ganaba. Siempre me sentí muy acompañada por mi familia en mi vocación médica y fue mi contención en etapas extremadamente difíciles por las que pasó el Instituto.

-¿Cuáles son las épocas de mayor dificultad que recuerda?

-Las épocas de trabajo en las epidemias fueron terribles. Pero ver cómo el plasma inmune conseguía reducir los índices de mortalidad y hacer educación para la salud en la comunidad también era reconfortante. El proceso de producción de vacunas también fue muy complejo. Y los avatares económicos para el sostenimiento de la institución exigieron grandes luchas.

La dirección, un hito trascendente

Llegar a ocupar la dirección del Instituto Maiztegui fue para la doctora Enria “casi una casualidad”. Así define el proceso: “Cuando falleció Julio Maiztegui por mi antigüedad en la administración pública tomé transitoriamente el cargo. Fue en el año 1993. En la práctica ya desde antes lo tomaba como subrogante cuando Julio se ausentaba”.

Más tarde llegó el concurso. Fue en el mes de marzo del año siguiente. “Personalmente no pensaba presentarme porque no era una aspiración ser directora. Pero teníamos mucho miedo de que se perdiera el trabajo del Instituto. Recuerdo que fue mi hermano quien me aconsejó y quien me impulsó a que me presentara”.

Tras ganar el concurso, confiesa que al principio sintió que el puesto le quedaba grande. “Creo que sentía el peso de la impronta de Julio Maiztegui. Soy una persona muy exigente conmigo y su imagen era muy fuerte. Con el tiempo las cosas se fueron dando”.

Entre obstáculos y logros

Asegura que las épocas en que no conseguían sacar la vacuna Candid I -que previene contra la Fiebre Hemorrágica Argentina- resultaron “muy frustrantes”.

“Recuerdo que me abrieron un sumario por vacunar. Fueron tiempos de mucho estrés. La habilitación de Anmat la conseguimos recién en 2001-2002. Hasta ese momento dimos una pelea intensa con el apoyo de la comunidad a través de las asociaciones agrarias y los pueblos que salían en nuestro apoyo. También hubo un recurso de amparo que logró, con la presión que ejerció la Justicia, que se hiciera la inversión para avanzar con la producción”, relata.

-¿Haber logrado la Candid I fue el logro más importante durante su gestión?

-Yo creo que conseguir que la vacuna fuera incluida en el Calendario Nacional de Inmunización significó cumplir un objetivo importante. Pero hubo otros logros, vinculados a haber podido contribuir al abordaje y manejo de otras enfermedades a partir de la habilidad que nos había dado el trabajo en Fiebre Hemorrágica Argentina. Antes éramos un instituto regional y nos conocían en cuatro provincias. Terminamos siendo un instituto nacional que estudia otras patologías y conseguimos armar una red. Fueron logros diferentes.

Considera que la capacidad del personal es el principal capital del Instituto. (ARCHIVO LA OPINION)

Unico en el mundo

La doctora Delia Enria ha dedicado gran parte de su vida profesional al estudio de las llamadas enfermedades huérfanas (por ser poco frecuentes y concurrentemente, algo olvidades). Esto le valió la construcción de una trayectoria que es indiscutida. Y casi la totalidad de ese camino lo transitó en el seno del Instituto Maiztegui, que es reconocido en el mundo por su labor científica. “Somos el único instituto en el mundo que logró controlar una fiebre hemorrágica viral. Esa experiencia lo vuelve único en el mundo. No hay otro lugar que tenga esa experiencia”, expresa y destaca que el Inevh, por su filosofía, realiza un abordaje holístico de las enfermedades que estudia, una condición que lo distingue. “El Instituto tiene un reconocimiento mundial importante y esto se ve reflejado en la consideración que se tiene hacia los profesionales que son permanentemente convocados por distintos organismos”, sostiene.

“Creo que Pergamino puede quedarse tranquilo que la experiencia del Instituto está acá, en su gente y debe seguir confiando en los profesionales que conforman el equipo de trabajo del Instituto y que necesitan del mismo apoyo que yo recibí”.

En este punto aprovechó la oportunidad para agradecer el acompañamiento a su gestión: “En todo momento me sentí fuertemente apoyada por esta comunidad que siempre demostró respeto hacia mi trabajo y hacia el Instituto”.

La producción de la Candid I motivó importantes luchas durante su gestión. (ARCHIVO LA OPINION)

Su mirada sobre el Inevh

Consultada sobre cuál es la tarea que tiene por delante el Instituto Maiztegui en el actual contexto de la actividad científica, señaló que “el principal cometido es sostenerse”.

“Esta es una etapa crítica para todas las instituciones públicas. El Instituto tiene un déficit de personal y debe poner al día una serie de equipamiento que ya tiene más de 25 años de uso. Ese es un desafío para seguir haciendo lo que hace”, consignó. Y en esta línea sostuvo: “También está llamado a asumir el desafío, con proyectos que ya existen, de buscar nuevas alternativas de tratamiento para la Fiebre Hemorrágica Argentina, nuevas opciones de vacuna con diferentes tecnologías y desarrollar otras áreas dentro de la temática que corresponde a la institución”.

Abrir las puertas del Instituto a la comunidad, fue una constante durante su gestión. (ARCHIVO LA OPINION)

El retiro

En relación a su alejamiento de la conducción del Inevh, recordó que en la administración pública hay un tiempo para jubilarse cuando se cumplen determinados requisitos. “Yo ya tenía la edad y me sobraban años de aporte. Sinceramente no quise que me intimaran y decidí jubilarme porque además entendí que hay que dejar lugar a la gente más joven”.

“Yo no me estoy retirando de la profesión, ni me estoy alejando de mi conocimiento. Este país, los países vecinos, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud me pueden llamar cuando me necesiten y me van a encontrar trabajando”, refiere y comenta algunas instancias de trabajo con las que piensa continuar: “Soy editora de varias publicaciones, tengo trabajos de tesis en marcha, participo de algunos comités y pienso seguir en actividad. Pero he tomado la decisión personal de dejar este espacio a gente más joven porque los paradigmas han cambiado y eso requiere de miradas diferentes”.

“Creo que me desempeñé muy bien y es la satisfacción que me llevo. También cometí errores y aprendí de ellos. Es momento de que venga gente formada que le aporte un nuevo aire a la institución en este Siglo XXI”.

En lo personal sabe que la jubilación significa iniciar una nueva etapa. La recibe convencida de que jamás se deja de ser médica y reitera su disposición a colaborar en aquellos temas para los cuales “el país me necesite”.

Sobre lo que se viene, algo tiene por seguro: “Viajaré a visitar a mi hijo Julián que está en el exterior y veré cómo se presenta la vida. Pero para esta comunidad y para este país estoy y estaré disponible sin ningún otro requerimiento más que llamar a mi teléfono”, concluye.

 

Una impronta y un legado

Sobre el final de la entrevista confiesa que se retira de la dirección el Instituto con la satisfacción de haber dado lo mejor de sí en la tarea: “Tomé de Julio Maiztegui y de mi padre la determinación de que cuando uno se propone algo, lo único que le impide conseguirlo es abandonar la tarea. La testarudez de nunca abandonar ha sido una constante”.

-¿Cree que esa impronta puede continuar en la persona que tome la conducción del Inevh?

-Estoy casi segura de que así será porque conozco al personal del Instituto. Y estoy convencida de que el valor de la institución no está en sus aparatos sino en su gente. Quienes trabajan en el Inevh tienen un compromiso profundísimo con la institución. La evolución del Instituto depende del apoyo que den a la nueva dirección. El conocimiento está en manos de ellos.

 

El reemplazo

Por estas horas no hay certezas respecto de quién reemplazará a la doctora Delia Enría en la dirección del Instituto Maiztegui. Hasta el día viernes no se había designado a la nueva autoridad del Inevh. Trascendió que desde el seno de la institución se habría propuesto el nombre de una profesional, pero la determinación recae sobre la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) que es quien tiene la facultad de decidir al respecto. Se estima que el nombramiento que se haga- independientemente de quien se trate- tendrá carácter interino hasta que se formalice el llamado a concurso que corresponde a la cobertura de este tipo de cargos. Lo que se debate en esta determinación es ni más ni menos que el perfil de la persona que tendrá a su cargo la compleja tarea de manejar una institución en el contexto actual del sistema científico, conduciendo los destinos de un ámbito de investigación y salud desde el cual se ejercen importantes tareas y se impulsan proyectos que tienen injerencia en el estudio y control de distintas enfermedades.


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