Pergamino

El padre Carlos Pérez cumplió 80 años y lo celebró en el Santuario


 El padre Carlos Pérez durante una celebración de misa en honor a su tía la beata Crescencia Pérez (ARCHIVO LA OPINION)

'' El padre Carlos Pérez durante una celebración de misa en honor a su tía, la beata Crescencia Pérez. (ARCHIVO LA OPINION)

El rector emérito del templo dedicado a María del Rosario de San Nicolás, celebró en agosto un nuevo año desde su natalicio, ocurrido en Guerrico. El obispo Hugo Santiago celebró una misa de acción de gracias y luego se realizó un brindis. De su larga vida sacerdotal, que ha traspasado el medio siglo, se destacan sus principales hitos en la siguiente nota.


El padre Carlos Pérez cumplió el pasado 13 de agosto 80 años de vida y esto motivó una celebración especial que se llevó adelante en el Santuario de la Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás, templo del que fue su gestor y al que permanece ligado como rector emérito.

Ese día, el obispo diocesano, monseñor Hugo Santiago, presidió una misa en el Santuario. Luego, los sacerdotes y unos 50 colaboradores compartieron un agradable brindis, en el cual el padre Pérez al hacer uso de la palabra dio el agradecimiento principal a Dios, por haberlo llamado al sacerdocio, a la Iglesia que lo recibió, y a su familia que siempre ha estado presente en los momentos principales de su vida.

Durante la velada, un nutrido grupo de sacerdotes estuvo presente expresándole sus congratulaciones.

Los inicios de su vida

Con motivo de recordar la vida y labor pastoral del padre Pérez, el padre Miguel Angel Nadur Dalla ha hecho un racconto de su vida al que tituló: “80 años después”.

Haciendo alusión a la historia familiar, el padre Nadur contó que “el patriarca de la familia Pérez, Antonio, y su esposa Emma, emigraron de España hacia fines del Siglo XIX en búsqueda de nuevos horizontes, arribando al río de la Plata, luego de diversos intentos en Capital Federal y localidades bonaerenses, el destino definitivo quedó sellado en la localidad de Guerrico, Partido de Pergamino, para desempeñarse en tareas rurales.

Uno de los hijos de la familia, Antonio, trajo al mundo varios descendientes, tras su casamiento con Ana Carignano. Uno de ellos, Carlos Antonio, concurrió a la escuela primaria de esa localidad y luego al internado del Colegio Don Bosco de San Nicolás”.

Vida en la fe

En la década del ‘50, los territorios del norte bonaerense seguían perteneciendo a la Arquidiócesis de La Plata. Es así que el pequeño Carlos ingresó al Seminario San José de dicha Arquidiócesis donde transcurrieron varios años de instrucción y maduración de la vocación.

Finalmente, “los profundos anhelos de ser otro Cristo en medio de los hombres”, llegaron a cristalizarse el 2 de junio de 1963 en que recibió la ordenación sacerdotal de manos de monseñor Francisco Juan Vénnera.

Un largo peregrinar

El neosacerdote fue vicario en la iglesia Catedral, en la Parroquia de Arribeños junto al padre Gastón Romanello, y también junto a éste, en la Parroquia de la Merced de Pergamino. Como tal, atendía a la comunidad que se congregaba en torno a la patrona de la Argentina, Nuestra Señora de Luján, en la zona del Cruce de Caminos pergaminense, de la que fue nombrado párroco fundador por el tercer obispo nicoleño, monseñor Carlos Horacio Ponce de León. Desde la misma organizó la pastoral de la zona este pergaminense y las localidades vecinas, en comunidades que luego florecieron como dos nuevas parroquias: Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás y San Carlos Borromeo del barrio José Hernández y Nuestra Señora de Fátima del barrio Obrero.

Santa familia

Una tía carnal suya, María Angélica, junto a otra hermana fueron internadas en el Hogar de Jesús de Pergamino para las primeras letras, dado que en Guerrico no había escuela. Allí su tía María Angélica maduró su vocación e ingresó con las Hermanas de María Santísima del Huerto, que regenteaban dicho hogar. Al profesar tomó el nombre de María Crescencia, en virtud de San Crescencio, cuyas reliquias estaban en el ara del altar de la casa provincial de esa congregación, en la Ciudad de Buenos Aires.

Crescencia desarrolló una particular vida de virtud en el cuidado de los enfermos, llegando a contagiarse de tuberculosis, y cuando su vida parecía extinguirse fue destinada a la República de Chile por resultar el clima de allí más bondadoso para su salud. Esto prolongó sus días apenas un tiempo más, hasta que se despidió de los mortales en olor de santidad, quedando sus restos en el país hermano.

Activo en la causa

El niño Carlos Antonio Pérez muchas veces había oído hablar en los diálogos familiares sobre las virtudes cristianas de la hermana de su papá, María Crescencia, hasta que un día comenzó a germinar la idea de que sus restos podrían descansar en la Argentina. Obtenida la autorización de la Congregación, así como también el permiso de los obispos de San Nicolás y de Chile, el traslado se realizó en 1982, con la novedad de que al producirse el cambio de féretro para el traslado, resultó que su cuerpo estaba incorrupto.

Será la infatigable tarea del padre Pérez, al unísono con la Congregación y el Obispado de San Nicolás durante tres décadas, lo que llevó a que el 17 de noviembre de 2012 el cardenal Angelo Amato en nombre del Papa Benedicto XVI declarara que María Crescencia merecía ser subida a los altares como la primera beata bonaerense y séptima de la Argentina, tras 500 años de evangelización del nuevo mundo.

Parte de un hito

Un año después del traslado de los restos de Crescencia, desembarcó en la vida sacerdotal del padre Carlos la génesis de otro acontecimiento que nuevamente llevaría a nuestra diócesis al plano nacional. En el desempeño de su tarea ordinaria de párroco, cierto día recibió a una señora que manifestaba recibir expresiones de la Madre de Dios, que días después se descubrirá como vinculadas a la imagen de Nuestra Señora del Rosario, traída desde Roma y bendecida por el Papa con motivo de la inauguración del actual templo de la Catedral en 1884. Muy pronto este hecho tomó estado público y fueron sucediéndose múltiples acontecimientos que desembocaron en María del Rosario de San Nicolás, la cuarta advocación multitudinaria de la Virgen en Argentina, luego de Itatí, del Valle y Luján; y la más visitada en su santuario cada año luego de la Patrona de Argentina.

Gestor y fundador

Unos años después del inicio del acontecimiento mariano surgió en el padre Pérez junto a otros sacerdotes, la idea de constituir una asociación sacerdotal. La misma se denominó Hijos del Sagrado e Inmaculado Corazón de María, cuenta con 11 sacerdotes entre sus miembros, y tiene a su cargo junto al Santuario de San Nicolás, dos lugares de misión, en Bahía Blanca y Río Gallegos.

“Cumplidos los 80 años, el padre Carlos Pérez sigue regalando su vida a la iglesia cada día en el Santuario como lo hizo desde el primer día de su sacerdocio. Si mira hacia atrás, tendrá mucho para contemplar”, expresó el padre Miguel.


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