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La adultez viene acompañada de ciertos atributos: la autonomía en la toma de decisiones, el autovalimiento para el desarrollo de actividades, la inserción en el mundo laboral, el despertar sexual y, lamentablemente, la progresiva falta de quienes supieron ser nuestros cuidadores. ¿Cómo afrontan este momento de la vida los individuos con discapacidades intelectuales o de comunicación?
Las instituciones educativas, los espacios terapéuticos y la evolución de la propia sociedad han permitido que las personas con discapacidad puedan desplegar todo su potencial. Pergamino ha sido una ciudad pionera y señera en este aspecto. Sin embargo, hay muchas dimensiones en las que el pasaje de la niñez y adolescencia a la vida adulta requieren de un acompañamiento específico, orientado a que puedan integrarse a los distintos ámbitos de la vida social sin que la salida de la escuela represente para ellos la obligación de quedar confinados al ámbito doméstico. La autonomía en la toma de decisiones, el autovalimiento para el desarrollo de actividades de la vida diaria y la inserción en el mundo laboral, además del contacto con pares representan desafíos y construcciones que requieren de dispositivos apropiados y de intervenciones interdisciplinarias.
Con este espíritu desde hace un tiempo comenzó a gestarse en la ciudad un dispositivo novedoso definido como un espacio terapéutico al que asisten jóvenes de 18 a 30 años. Santa Clara Vida Adulta es la resultante de la idea surgida de un equipo de profesionales de distintas disciplinas para contener las necesidades de chicas y chicos con discapacidad leve -originalmente estuvo pensado para jóvenes con autismo y luego se fue recibiendo la demanda de chicos con otras características como hipoacusia o discapacidad intelectual leve-.
Desde el mes pasado 12 jóvenes distribuidos en dos grupos de seis asisten a la Casa Santa Clara -como llaman al lugar- que funciona en calle Saavedra 373, y participan de distintas actividades diseñadas para proporcionarles herramientas que faciliten el desarrollo de sus potencialidades y capitalicen aprendizajes logrados en anteriores etapas de la vida, de modo que se conviertan en llaves para abrir puertas en el campo no solo laboral sino fundamentalmente social y de relación.
En diálogo con LA OPINION, integrantes del equipo de trabajo comentaron que el proyecto comenzó a gestarse a fines de 2019 y principios de 2020, atendiendo a que Pergamino tenía un espacio de vacancia para resolver necesidades e inquietudes de chicos con discapacidad cuando finalizaban su escolaridad formal. “Santa Clara Vida Adulta es un espacio terapéutico para jóvenes de 18 a 30 años”, señalaron y aclararon que “no apunta a la integración laboral sino que se define como un espacio desde el cual se proponen programas de trabajo de transición a la vida adulta y desde el cual se abordan cuestiones vinculadas al autovalimiento y la independencia”.
No obstante la aclaración, uno de los aspectos que se trabaja es la formación laboral pero no desde el aprendizaje de un oficio -para lo cual existen otros dispositivos en la ciudad y son competencias que las chicas y los chicos adquieren incluso en la etapa escolar- sino que las intervenciones apuntan a brindarles herramientas que les permitan prepararse para una entrevista laboral se apunta o para ocupar un puesto de trabajo. “Lo que trabajamos en los talleres no tiene que ver con la formación laboral propiamente dicha sino con lo que llamamos la formación para el empleo y que abarca cuestiones más amplias”, sostienen los integrantes del equipo que dieron vida a un proyecto que surgió de la inquietud de docentes y profesionales que trabajan en el Colegio Santa Clara.
Así comentan que para todas las actividades se proponen talleres grupales y espacios de trabajo individual, adaptados a las necesidades y particularidades de cada uno de los chicos que asisten. En este punto, comentaron que la idea original era trabajar con un grupo de 10 chicos y en virtud de la demanda el cupo se amplió a 12, que son los que comenzaron a asistir a partir de febrero. “Por este año no pensamos incorporar más, atendiendo fundamentalmente a que la pandemia exige también trabajar respetando protocolos de distanciamiento y con una dinámica que favorece la realización de actividades con grupos reducidos”, precisaron.
El equipo
El equipo del espacio terapéutico para adolescentes y jóvenes en transición a la vida adulta Santa Clara de Asís está integrado de la siguiente manera: Sofía D'''' Gerardo y Gabriela Bettosini (psicólogas); Silvina Melgín y Fernanda Cogo (terapistas ocupacionales); Juliana Peralta y Maximiliano Zanelli (psicopedagogía); Rubén de Jesús (profesor de Educación Especial y acompañante terapéutico); Fernando Romero (profesor en Lengua de Señas y acompañante terapéutico), y la coordinadora es Mariana Santilli (trabajadora social).
Los jóvenes que participan del espacio cuentan con cobertura de su obra social por cuanto los servicios que se brindan están contemplados como cualquier otra prestación de salud.
Respecto de ello, integrantes del equipo manifestaron que “en lo formal el espacio está estructurado como consultorios particulares desde los cuales se articulan actividades grupales o individuales siempre desde una mirada interdisciplinaria”.
Abrir un camino
Las profesionales entrevistadas por LA OPINION sostienen que en el acompañamiento de los jóvenes con discapacidad en el tránsito hacia la vida adulta existen espacios de vacancia y plantearon que esta iniciativa más que venir a llenarlos, apunta a abrir un camino. “Era una gran faltante en nuestra comunidad el poder contar con un espacio de estas características porque después de la escuela los chicos no tenían un espacio para asistir y los propios padres planteaban esta necesidad", señalaron, contando cada una en su hacer profesional con la experiencia del trabajo que despliega el Colegio Santa Clara, al que asisten chicos con condición del espectro autista.
“Apenas surgió la idea se fue instalando a través de las redes sociales y en el boca en boca y de inmediato se llenaron los cupos que teníamos disponibles para el inicio de las actividades que se concretó este mes”, remarcaron.
La dinámica
Santa Clara Vida Adulta funciona como una gran casa a la que los chicos acuden, algunos por la mañana y otros por la tarde, y desarrollan allí todas las actividades de cualquier casa. Están durante tres horas en las que participan de talleres de educación sexual, formación para el empleo, habilidades sociales, autovalimiento -en el que trabajan cuestiones vinculadas a la alimentación, el vestido y la higiene-. También se contemplan las actividades deportivas y asisten a un gimnasio dos veces por semana. En el futuro está prevista hacer una articulación con la Escuela de Deporte Adaptado y sumar otras iniciativas que propicien la integración.
“Los chicos participan de los talleres, tienen sus espacios de trabajo individual y grupal y se les asignan responsabilidades que son las que cualquier adulto tiene en su casa, como ocuparse de las tareas de limpieza y la gestión del pago de servicios, todo apuntado al desarrollo de competencias que faciliten su desenvolvimiento autónomo en la vida diaria”, refirieron.
“Nuestro objetivo mayor es que esos chicos que tienen una discapacidad leve pero que son muy funcionales, puedan ser productivos y desplegar todo su potencial”, afirmaron.
En este sentido, pusieron en valor todos los saberes y habilidades que los jóvenes van desarrollando desde niños en su paso por la escuela, por otras instituciones y por diversas terapias. “Pensamos este espacio para que puedan continuar ese camino, que no sean chicos que después que terminan de estudiar o de hacer distintas terapias, deban quedarse en su casa con sus familias mirando televisión. La idea es que ellos puedan salir a la vida, solos o acompañados, pero de manera independiente y nutridos de herramientas que pueden resultarles muy valiosas”.
Del mismo modo resaltaron que es importante que hayan transitado la escolaridad, ya sea en una escuela común o especial porque traen ciertos aprendizajes adquiridos y lo que propone Santa Clara en este proyecto es potenciarlos en esta nueva etapa de la vida. “Apuntamos a que puedan vivir de manera independiente y que vean lo aprendido en la educación y en años de terapias como insumos valiosos que pueden potenciar en su paso por la Casa Santa Clara”, resaltaron.
Fortalecer la confianza
En la voz de los profesionales en varias ocasiones se escucha la palabra confianza. El dispositivo propone eso, brindarles a los chicos ese voto de confianza que necesitan para creer en sus capacidades y para potenciar sus saberes de cara al desafío que para cualquier persona representa el enfrentar la vida adulta. “Aquí se los acompaña para que sepan que pueden, que hay un montón de habilidades que ya poseen y que pueden adquirir otras. Que el desempeño en la vida cotidiana requiere práctica, espacios apropiados y la compañía de alguien que les muestre que tienen el potencial para hacer todo aquello que se propongan”.
“Los chicos con autismo o aquellos que tienen otras características son muy funcionales. En la etapa de la vida en la que están algunos tienen sus propios emprendimientos; otros están insertos en el mundo laboral. Todos están en la búsqueda de espacios donde sentirse alojados y respetados en su singularidad. “Lo que les brindamos desde nuestro lugar y lo mismo hacen las familias es darles ese voto de confianza e introducirlos en una rutina que les permita desenvolverse en un mundo complejo como el de los adultos, lleno de obstáculos y dificultades que podrán sortear con estrategias adecuadas.
