Pergamino

Enrique Auil perdurará en el recuerdo de los pergaminenses


 El doctor Auil murió el sbado 14 de febrero a los 65 años (FAMILIA AUIL)

'' El doctor Auil murió el sábado 14 de febrero, a los 65 años. (FAMILIA AUIL)

DE LA REDACCION. La muerte del doctor Enrique Auil, ocurrida el sábado 14 de este mes en circunstancias trágicas, causó un profundo pesar no solo en su familia sino en la comunidad en general, por ser un ser humano excepcional y un reconocido profesional de la medicina.

Por eso LA OPINION, con la invalorable ayuda de la familia de Enrique, recopiló lo que fue su vida. Una especie de “perfiles pergaminenses pos mortem”, a quien no se le pudo hacer en vida esa entrevista que los lectores de LA OPINION esperan cada domingo.

Hijo de Thais y Fahim Auil, sus adorados padres, nació mellizo minutos después de su hermana María Luisa, tiempo suficiente para que su papá, que asistía a Thais en el parto, le dijese: “¡es una nena, señora!, y vas a pujar un poco más, viene seguida de un caballero que le cedió el paso!”. Enrique, tuvo la singularidad de vivir como nació, y morir como vivió: caballero, noble, excelente, generoso, de buenos sentimientos, y con una capacidad de empatía que lo hacía muy especial; su nacimiento fue esperado con amor, creció rodeado de cariño y una educación humanística familiar dio forma a su carácter y a su personalidad.

Vivió su infancia en la Avenida de Mayo al 900, y los juegos en la ancha vereda fueron su primer escalón de comunicación con la sociedad, y junto a sus hermanos María Luisa, Alberto y Susana formaban un grupo indisoluble, alegre y al cual se integraban amigos del barrio.

Concurrió a la Escuela Nº 22 y luego a la Nº 1 para completar la escolarización primaria, y ya en aquella época en su pasión por hacer y servir, destinaba parte de su tiempo a construir sus propios karting ayudado por los mecánicos del barrio, pedaleando los mismos con todo entusiasmo junto a Alberto y otros chicos de su misma edad en la Plaza 25 de Mayo.

Con los años esa pasión por hacer lo llevaría a desarrollar en su taller las más variadas actividades artesanales contando para ello con un pañol de herramientas que era la envidia de sus amigos. Desde casitas de madera para proteger a los pájaros en tránsito hasta la reparación de todos los enseres domésticos, Enrique hizo de su “bunker” una parte indivisible de su vida cotidiana.

Cursó el bachillerato en el Colegio Nacional Almirante Brown, donde fue buen alumno y mejor compañero, gozando un trato cordial de y para profesores, celadores, administrativos, maestranzas y autoridades.

En su juventud, fue presidente de TEA, asociación que agrupaba a los jóvenes de Pergamino en torno a actividades culturales, teatrales y recreativas. Desde muy pequeño, y durante el resto de su vida, consolidó lazos de amistad con sus círculos íntimos y prodigó un trato afectuoso a conocidos y allegados, a quienes siempre brindó su franca y reconfortante sonrisa.

Por aquellos años de su juventud, verano del 67, la Escuela Normal lo invitó a un campamento en el sur y de esa rica experiencia surgió, primero una amistad y luego el amor con Beatriz, su esposa y madre de sus hijos, compañera incondicional de toda una vida. 

Padre de Diego, Martín  y María Eugenia vivió con dedicación y alegría la infancia, juventud y logros de sus hijos, acompañándolos en sus proyectos hasta su último día. La vida le otorgó la dicha de ser un abuelo incondicional de sus nietos Francisco, Bautista, Nereo e Ignacio.

Estudió Medicina en Córdoba al igual que su papá, en la “La Docta”, donde vivió con sus amigos y luego con sus hermanos, y siempre en casas de “puertas abiertas”, recibiendo fraternalmente aun a quienes en esas duras épocas había que proteger de los avatares políticos que sacudían a la sociedad en aquel entonces.

Médico por vocación, se especializó en cardiología y con una formación holística supo brindar su saber con profesionalismo, llegar al alma de sus pacientes, a sabiendas de que el médico puede curar también con una palabra ligada al sentimiento.

Fue de vida sencilla, sin artificios, expresando sus conceptos con naturalidad y casi ingenuamente, sin dobleces ni engaños, granjeándose la estima de la sociedad de nuestra ciudad, y aun de quienes pudo haber estado circunstancialmente separado.

Gourmet por naturaleza, chef por pasión, manejaba el arte de la gastronomía provocando el deleite de los paladares de su familia y amigos.

El ciclismo, la gimnasia, las caminatas por el Parque Municipal, las peñas  y la pesca, fueron pasiones habituales con las cuales también practicó su particular forma de construir la amistad. 

Formó parte de varias comisiones directivas del Club Sirio Libanés y durante sus años de presidente pudo concretar el sueño de llenar el club de niños y jóvenes, dando un gran impulso a lo social y deportivo para lo cual contó con la incondicional colaboración de reconocidos docentes y compañeros de comisión.

A mediados de los 70 ingresó como concurrente al Hospital San José y luego de esa experiencia enriquecedora se dedicó a la práctica privada.

Comenzaba la década del 80 cuando Enrique se integró al grupo de médicos de guardia del Servicio de Terapia Intensiva de la Clínica Pergamino. Su presencia ya se perfilaba con un carisma especial. Los pacientes y familiares de tan crítico lugar, podían sonreír con la sola presencia contenedora del doctor Auil, reafirmando así sus dotes de sincera humanidad para con los sufrientes. La práctica médica diaria en su consultorio particular se fue colmando de elogios bien merecidos, haciendo honor a su tradición familiar histórica y acompañando desinteresadamente a la numerosa colectividad sirio-libanesa y a la comunidad toda de Pergamino.

En septiembre de 1985, luego de un Congreso Nacional de Terapia Intensiva, le planteó al doctor Marino Aguirre la posibilidad de desarrollar un servicio de emergencia domiciliaria. Hasta ese entonces, solo existía una vetusta ambulancia de una empresa fúnebre local, y los médicos que concurrían al domicilio de los pacientes graves, solo podían llevar el instrumento para tomar la presión arterial y excepcionalmente algún medicamento para la urgencia. Con el ánimo de asistir con los medios adecuados, la celeridad correspondiente y aprovechando la tendencia de unidades coronarias móviles que recién se veían en las grandes ciudades, Enrique, Gustavo Marino Aguirre y el contador Daniel Marino, crearon el 2 de diciembre de 1982, el servicio Medicar, destinado a emergencias médicas y servicios domiciliarios. 

Previamente y durante algunos años atendió su consultorio junto al de su papá en la “casa vieja” de Avenida de Mayo al 900. Posteriormente en su hogar de Echevarría al 800, hasta que con otros colegas, inició una etapa interdisciplinaria en Estrada al 300.

Hace aproximadamente siete años fue convocado por el Centro Empleados de Comercio, y participó activamente en la concreción de un anhelado sueño de la institución: “Brindar a los afiliados de Osecac en particular, y a la comunidad de Pergamino en general, un Centro de Consulta y Diagnóstico”, tarea que llevó a cabo conjuntamente con sus directivos y con reconocidos profesionales de varias especialidades, y donde se incorporaron también sus hijos Diego y María Eugenia.

Hasta sus últimos días, colegas de importantes centros para la salud como las clínicas Centro y General Paz pudieron compartir con él el gratificante arte de aliviar el dolor de sus pacientes internados.

Seguramente, toda la comunidad lo recordará como un profesional sobresaliente y se mantendrá su memoria, reconociendo sus cualidades de emprendedor, sus inquietudes sociales de bien común y sobre todo, la calidez humana unánimemente apreciada por todos sus pacientes, amigos, y familiares.

De niño supo percibir un conjunto o un entero antes que sus partes y aquella, una de sus primeras frases, marca un hito en la memoria familiar: cuando nació uno de los hermanos menores miró el dibujo de la cigüeña que invariablemente estaba en las salas de maternidad y le preguntó a Thais: “Entonces, María Luisa y yo vinimos en el mismo trapito?” y así con esa visión mágica de haber llegado al mundo junto con otra, caminó por el ancho camino de su vida y siempre junto a otros. 

Enrique, Fajul, Turco, Turquito, Enriquito, doctor Auil, arquetipo dentro de una sociedad a la que amaba,  ha tenido una muerte inesperada.

Pergamino ha perdido a un gran hombre y una comunidad conmovida y acongojada, acompaña a sus familiares y amigos en estos momentos de inconmensurable dolor.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO