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El nuevo espacio, que lleva el nombre de “La caverna de los libros”, fue impulsado por maestros y un grupo de padres, “que lograron recolectar libros, armar estanterías, pintar paredes y dar vida a un salón con mesitas de colores”.
Días pasados se inauguró la biblioteca de la Escuela Nº 35 de Juan G. Pujol, paraje rural cercano a Guerrico, y se festejó el Día de la Bandera. Los alumnos de 4º grado hicieron la Promesa a la Bandera, en un emotivo momento, en el patio adornado con banderines de colores y nuestra Bandera flameando en el mástil.
“Esta escuela es un ejemplo de lo que pueden la voluntad y el empeño de sus maestros, que junto a un grupo de padres, lograron recolectar libros, armar estanterías, pintar paredes y dar vida a un salón con mesitas de colores, un televisor y los sueños de los escritores que sonríen desde cada libro atesorado”, contó la escritora Elisabet Duzdevich de Maza.
“Para elegir el nombre de la nueva biblioteca, los niños propusieron un listado del cual salieron los cinco más votados. Y en una integración con los padres, llevaron esa inquietud a sus hogares, realizando una nueva votación hasta llegar a la elección del nombre que ostenta orgullosamente en el frente del aula: ‘La caverna de los libros’”, agregó.
Asistieron al acto la inspectora de Primaria, Vanina Villavicencio y la Inspectora de la Educación Inicial, Verónica Maroni; el cuerpo de docente compuesto por las maestras de Matemáticas y Ciencias Naturales, Silvina Souto; Artística, Marina Dinamarqués; Inglés Andrea Gasparini; en Educación Física, Lucas Bas; directora y docente de Prácticas del Lenguaje y Ciencias Sociales, Karina Landoni, la portera, Paula Olmos y la docente del Jardín de Infantes Nº 4, Karina Conca.
También se hicieron presentes la directora de la Biblioteca Pública Municipal, “Dr. Joaquín Menéndez”, Analía Valente; las escritoras Susana Castañares, exalumna de la escuela; Elisabet Duzdevich de Maza; el padrino y exalumno, Raúl Maza y un numeroso grupo de padres de los alumnos.
Valente se comprometió a brindar ayuda para el buen funcionamiento de la nueva biblioteca y la donación de libros, considerando a ésta como hija dilecta de la Biblioteca Menéndez.
La fiesta tuvo su broche de oro, con una torta alusiva al acontecimiento y un chocolate, preparados por la portera, que hicieron las delicias de los invitados y los niños, en un ambiente de alegría y camaradería, donde se renovaron lazos de amistad y cooperación, donde el sol estuvo presente algunos minutos iluminando con su luz a la vieja escuelita de campo, que se mantiene erguida e impecable gracias al esfuerzo de maestros y padres.
