Pergamino

“La hormiguita viajera Jessi”: una mensajera del amor que sueña con dar a conocer sus cuentos


 Jéssica López Miño junto a su perrita Lisa y su bicicleta (LA OPINION)

'' Jéssica López Miño junto a su perrita Lisa y su bicicleta. (LA OPINION)

Jéssica López Miño, filósofa y pensadora, se encuentra por estos días en Pergamino, una ciudad que la cobijó durante 13 años hasta que decidió cambiar su rutina agobiada por el estrés. Predica que se puede vivir de otra manera y “que la luz divina existe”.


Filósofa, pensadora, predicadora, Jéssica López Miño va por la vida llevando un mensaje de amor y esperanza: que se puede vivir de otra manera y “que la luz divina existe”.

“La hormiguita viajera Jessi”, como se hace llamar, se encuentra por estos días en Pergamino, una ciudad que la cobijó durante 13 años hasta que decidió cambiar su rutina agobiada por el estrés.

En Pergamino trabajaba haciendo trámites bancarios y cobranzas. “Me pasé de rosca, tres veces paré en una esquina pensando que había un semáforo en rojo y no había semáforo. A eso se sumó el fallecimiento de mis padres y una tía que había tenido paranoia crónica”, contó esta viajera nacida en Rosario y que a los 26 años se radicó en Pergamino con su exmarido.

“Tiempo después nos separamos y me quedé en Pergamino. Acá viví en el Centro, en Estrada y el Arroyo, y en el barrio Aeroclub”, puntualizó.

Una nueva vida

Los trastornos físicos y mentales la llevaron a tomar una decisión. “Es lo único que me dio miedo en la vida –aseguró-. Yo no quiero esto para mi vida ¿qué hago? Me pregunté. Así que decidí irme a vivir a Merlo, San Luis, hace seis años atrás. Me fui a vivir en carpa cinco meses al lado de un arroyo, solamente quería la Naturaleza. Algunos se van a la India, yo me fui a Merlo, San Luis (risas). Cuándo vivís medio a la deriva, anti sistema totalmente, lo que priorizas es la vida”, reflexionó.

López Miño, que se presenta como profesora de Arte, siempre soñó con tener algún proyecto, “de construir algo interno, algo que sea fabricado por mí misma”, dijo.

“En Rosario –donde quedaron cuatro hermanos y sobrinos- trabajé pocos años como profesora y después en Pergamino hice cuadros y pinté cortinas”, refirió.

El bosque encantado

En busca de una cura, “Jessi” se instaló con su carpa junto a un arroyo en Merlo: “Una noche me llama una abuela, Mary, para que la cuide, una señora que hoy tendría más de 90 años. La abuela estaba muy bien, yo solamente tenía que ir a dormir, bañarme y comer. Fue un regalo de Dios lo que me pasó esos cinco meses porque fue una cura interesante. No solo que me pagaba sino que descansaba bien, mis perras estaban cerca del arroyo y la casa estaba en un bosque encantado. Yo salía a las 8:00 de la mañana me iba al arroyo y tenía como cuatro horas para estar en paz hasta el mediodía que empezaban a llegar los turistas. Esto me hizo muy bien”, contó.

La abuela falleció y “Jessi” sueña con tener esa casa, “porque cuando estaba ahí pensé en hacer la casa de ‘La hormiguita viajera Jessi’, para hacer un parque temático, para relatar los cuentos que yo voy haciendo”, sostuvo.

La bicicleta

Después de su experiencia como mochilera López Miño proyectó hacer un viaje en bicicleta. “Hace un año arrancamos con Lisa (su mascota, una perrita). En realidad me iba a Brasil, donde estuve en varias oportunidades como mochilera, pero ahora quería llevarla a Lisa, así que me compré el carrito. Le prometí a una amiga que volvía a Brasil pero al llegar a Oberá, Misiones, se abrieron todas las puertas para mi proyecto. Desde la Facultad de Artes hasta una expo infanto juvenil de la que participé en un stand para que me conozcan y que yo también empiece a sentir cómo iba a ir desarrollando el proyecto. Por eso hay que tener mucho sentido común cuando uno viaja, porque quizás como disparador querés ir a la esquina pero a mitad de camino podés encontrar todo”, reflexionó.

“Jessi” estuvo seis meses viajando por Misiones. “Cuando iba a los Saltos de Moconá, en el camino me invitaron a una escuelita rural para hablar de mis cuentos. Participé de un kayak solidario. Cuando me alojé en un polideportivo, corrí un maratón acompañando a una persona ciega, fue una experiencia extraordinaria. Así que fueron todas aventuras. Volví por el Chaco porque mi papá era de allá. Hice muchos contactos para llevar mis cuentos a los aborígenes Qom”, sostuvo.

El mensaje de Jessi

-¿Estás volcando tus experiencias en cuentos?

-Cuando estaba en la feria infanto juvenil en Oberá me pregunté hacia dónde quiero ir, por eso fue muy bueno estar ahí. En realidad lo que más quiero es hacer conocer el mensaje de “La Hormiguita Viajera Jessi” que es mostrarle al mundo la parte positiva, solidaria; que uno puede estar bien y feliz; que podemos evitar todo esto que existe. Porque lo comprobé: se puede vivir de otra manera, sanamente, en cuerpo y alma.

También saber que todo lo que nos pasa en la vida es error y aprendizaje. No nos tenemos que condenar. Si no te salió, avanzá por otro lado. ¿No sabés qué hacer? ¿No sabés qué querés de la vida? Tranquilo, relajate, te estás buscando. Esto es lo que yo quiero mostrarle al mundo. Después vienen los cuentos, después las pinturas, después la aventura.

-¿Tenés pensado editar un libro con tus relatos?

-Tengo uno digital para salir. El objetivo próximo es poder editarlo y llevarlo a los aborígenes Qom del Chaco.

-¿Por qué los aborígenes?

-Porque tengo raza aborigen, porque mi papá era de allá y porque sentí que era un buen canal como para ir ahora. Después serán las escuelas en las provincias.

-¿Vas a permanecer en Pergamino?

-Cuando sos nómade no sabés qué vas a hacer. Es todo una aventura. No puedo tener días rutinarios. Difícil de entender.

-¿Te sentís bien viviendo de esta forma?

-Lo fui haciendo. No sé si me siento bien. Lo que pasa es que a esta edad (46) empiezo a encontrar un equilibrio. No quiero viajar tanto de nómade. Con pandemia hay que escuchar los mensajes del universo. Es tiempo de parar, quedarse en un lugar e ir construyendo también. Pergamino no es la ciudad ideal que elegiría para proyectar mi vida porque prefiero Merlo. Pero si la energía de Pergamino me trajo –porque los lugares nos van llamando por energía- por algo será. Tuve que replantearme muchas cosas.

Como mensaje final “La hormiguita viajera Jessi” dice: “El amor puede cambiar al mundo y la luz divina existe, solo hay que activarla”.


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