Osvaldo Campaño, la experiencia profesional de un arquitecto apasionado

En el Día del Arquitecto, LA OPINION entrevistó a Osvaldo Campaño, un referente de la actividad de nuestra ciudad, con una vasta trayectoria tanto en la esfera pública como en la privada. A continuación su historia profesional.

-¿Qué es lo que lo motivó a elegir la arquitectura como profesión?

-Primero por herencia familiar ya que mis abuelos eran inmigrantes italianos, albañiles ambos, uno de ellos dedicado específicamente a las molduras. Por otro lado, siempre tuve una inclinación hacia las artes y además me interesaban mucho la matemática y la física. Cuando estaba por terminar el colegio secundario, que cursé en el Industrial y luego en el Nacional, empecé a considerar mis gustos y decidí estudiar arquitectura. Hoy me siento feliz por esa elección porque soy un apasionado de la arquitectura.

-¿Dónde estudió?

-A los 20 años me fui a La Plata, donde estudié arquitectura por espacio de seis años.

-¿Cuál fue su primer trabajo?

-Una vez recibido me quedé tres años trabajando en La Plata. Mi primer trabajo fue para una empresa que construía las agencias de autos Mitsubishi, Hyundai y Pony.

-¿Cuándo se dio su retorno a Pergamino?

-En 1982 volví a Pergamino y fue muy difícil insertarme. Enseguida me involucré en la sociedad de arquitectos en una época en la que se estaba luchando por tener colegio profesional. Recuerdo de esa etapa a “Pipo” Maturano, Lus María Rossi, Roberto Rossi. Maturano-Rossi, que era un estudio muy reconocido de entonces, me derivaba trabajo para que yo me insertara. A ellos les estoy eternamente agradecido. Además un grupo de arquitectos de Pergamino, apoyados por el Municipio, viajábamos y desarrollamos un trabajo sobre la micro región Pergamino. También proyectamos la primera remodelación del Paseo Ribereño, construimos una plaza en un día y así nos especializamos en medio ambiente. Todo en el marco de la Proyectación Ambiental.

-¿Cuándo fue su ingreso a la esfera pública?

-Hasta 1985 trabajé en la esfera privada, momento en que asumí como director de Obras Sanitarias del gobierno de Jorge Young. Estuve tres años y aprendí muchísimo sobre la función pública. Luego volví a trabajar por mi cuenta hasta el año 1998, cuando comenzó a hacerse más visible la cuestión del medio ambiente, un tema que siempre me preocupó, sobre todo en la aplicación de lo estrictamente urbano regional.

Ese año, durante el gobierno de Alcides Sequeiro, un grupo de concejales liderados por Guillermo Illia, lanzó un plan de recuperación de residuos en la ciudad. El Concejo Deliberante hizo un concurso en el que me presenté y resulté ganador y ese fue el pase para ingresar nuevamente a la esfera pública, esta vez, a cargo del Plan de Recuperación de Residuos Sólidos Urbanos. Fue una experiencia fascinante ya que fundamos el Ecoclub, se construyó la Planta de Residuos y trabajamos mucho con los jóvenes y con la comunidad en general. Así transformamos a Pergamino en la primera ciudad mediana del país que tenía un Plan de Residuos Sólidos Urbanos.

Cuando Héctor Gutiérrez gana las elecciones asumo como subsecretario de Medio Ambiente, una cartera que no existía por lo que fuimos pioneros en la integración de las áreas del Municipio que estaban ligadas con esta temática.

Después de desempeñar mi función en la Subsecretaría de Medio Ambiente pasé a ser secretario de Obras Públicas.

-¿Cuál o cuáles fueron las obras más importantes que se llevaron a cabo durante su gestión?

-Lo más importante es que siempre trabajamos en equipo y con la comunidad. Desarrollamos un plan para la ciudad que en nuestros días se continúan cumplimentando etapas del mismo; por ejemplo, trabajamos junto a la Cámara de Comercio en la programación del Nuevo Centro Urbano Pergamino, signado por la calle comercial San Nicolás que se iniciaba en avenida Alsina y culminaba en Intendente Biscayart, con diferentes características en su trayecto. En ese marco llegué a inaugurar la primera cuadra, San Nicolás entre Avenida de Mayo y Pueyrredón. Otra obra emblemática en la que se trabajó mucho con la comunidad fue el Viaducto, un reclamo permanente e histórico de los vecinos, con la recuperación del sector del viejo ferrocarril. Otra de las tareas importantes fue la construcción del edificio de la Unnoba.

-¿Cuál fue la obra que más le gustó hacer?

-El Viaducto, porque era un reclamo histórico y los vecinos necesitaban esa obra. Cuando se volcó la primera pared, fui testigo de la emoción de los vecinos del barrio. Una vez inaugurada la obra, estaba un día en el estudio y tocaron timbre. Era un señor mayor que se trasladaba en bicicleta. Me dio un paquete que contenía el primer ladrillo que se había caído cuando habían tumbado el paredón. Ese fue el regalo más grande que uno puede tener como profesional porque es la prueba clara y concreta de que el trabajo realizado ha servido para que los ciudadanos estén mejor.

-¿Qué es lo que le quedó pendiente de realizar?

-El desarrollo de la Micro Región Pergamino.

-¿De qué se trataba?

-Se trataba de hacer un trabajo conjunto con todos los municipios que estén a 60 kilómetros a la redonda de Pergamino. La idea era integrar todas las actividades y así lograr una labor mancomunada porque hay obras y tareas que, para las dimensiones de una ciudad no dan, por ejemplo, para que una Planta de Residuos Sólidos Urbanos sea sustentable y rentable tiene que procesar los residuos de 200.000 habitantes, por eso la propuesta apuntaba a desarrollar un trabajo en red.

-¿Cuál ha sido su filosofía de trabajo?

-Lo más importantes es comprender que los arquitectos tenemos la gran responsabilidad de diseñar los espacios donde las personas desarrollan su vida. Uno no debe trabajar solo por el espacio y el diseño puro sino siempre tratando de comprender cuál es la forma de vida de quienes van a usar ese espacio. Como profesionales podemos mejorar ese proyecto, incluso podemos aportarle estéticamente lo necesario. Si logramos que el propietario sienta como propia esa casa, la terminará convirtiendo en su hogar. Si lo trasladamos al área púbica sucede lo mismo, se debe trabajar con la comunidad, dialogar con los vecinos que son quienes saben lo que necesitan.