¿Por qué la imagen que nos da el Cementerio no es la deseada?

Entre el precario mantenimiento del predio por parte del Municipio y la desidia de los deudos de los difuntos que no se hacen cargo de los panteones, nichos y sepulturas, la necrópolis de Pergamino muestra un estado lastimoso.

El estado de algunos sectores del Cementerio local es lamentable y causa dolor en quienes asisten a visitar la tumba de un ser querido. Vecinos denuncian un virtual estado de abandono, a la vez que aseguran sentirse inseguros en ciertos momentos del día, ante el riesgo latente de ser asaltados por algún delincuente que aprovecha la amplitud del lugar y sus vericuetos para huir, además de la desolación que casi siempre prevalece.

De todos modos, vale aclararlo, no toda la responsabilidad del estado del Cementerio es de las autoridades municipales que están a su cargo, sino también de los familiares de los deudos que, en general, poco o nada hacen para mantener las sepulturas en condiciones. En ese sentido, decenas de panteones que otrora fueran lujosas construcciones, hoy se muestran en ruinas y con un tétrico panorama en su interior que puede observarse desde las callejuelas de la necrópolis.

El Cementerio Pergamino consta de unas 15 hectáreas y en verdad es muy difícil su óptimo mantenimiento, de todos modos es mucho más lo que puede esperarse de un lugar por el que los contribuyentes pagan sus tasas.

En ciertos lugares está completamente abandonado, en especial en la parte de las tumbas; se puede ver el pasto crecido, bóvedas, baldosas, rejas rotas, lápidas destruidas y baños que no invitan a ingresar.

Varias son las quejas que llegan a nuestra redacción a través de las redes sociales por la falta de mantenimiento y el estado de descuido del cementerio municipal.

“No se puede ir al Cementerio, te roban, te descuidan las sepulturas, no te cortan el pasto ¡no puede ser!”, criticó una vecina.

“Hagan algo por favor, no se puede ir al Cementerio, da miedo y los pastos no los cortan, tapan las sepulturas”, fue otra de las quejas.

Si bien los sectores más cercanos al acceso se muestran más prolijos, el panorama es diferente cuando se pasa a otros lugares de predio.

Como se dijo, el sector de sepulturas con tumbas construidas es de los más abandonados. Es que hay cientos de difuntos que ya no tienen deudos y entre el transcurso del tiempo y las manos dañinas de vándalos que suelen actuar en estos campos sagrados, forman una combinación que termina produciendo estas ruinas.

Los robos de objetos de las tumbas, fundamentalmente las placas de metal, candelabros, floreros y demás ornamentaciones, fue otrora, tal vez, el principal motivo de los destrozos. Ahora ya casi no queda nada de eso.

Los pastos crecidos en uno de los sectores de tumbas, una queja habitual.

(LA OPINION)

Tal vez lo más criticable a la administración de la necrópolis sea el corte de los pastos en la zona del Cementerio Parque, donde no hay tumbas construidas sino sólo una lápida por cada difunto. Desde el Cementerio aseguran que con las actuales condiciones climáticas, de intenso calor y abundantes precipitaciones pluviales, se hace imposible mantener en óptimas condiciones todo el predio parquizado.

De todos modos, en otros sectores el panorama es calamitoso, y allí es donde el Municipio en cierto modo deslinda responsabilidades porque sostiene que los panteones o los complejos de nichos son de propiedad privada y que, en consecuencia, su buen estado de conservación es responsabilidad de sus dueños.

De cualquier modo, lo que el vecino siente cuando ingresa al predio es el estado preocupante, pues sólo con dar una pequeña vuelta por sus calles internas y dar un vistazo al estado que presentan bóvedas y tumbas, cualquier persona impresionable saldría horrorizada.

Lo que debería ser un espacio en el que se recuerde a los santos difuntos se convierte en un lugar que está olvidado, con falta de mantenimiento y sumergido en una situación que deja a pensar que los muertos del cementerio municipal no pueden descansar como es debido.

Sin lugar a dudas, la falta de mantenimiento que se vive en el camposanto local es algo que se viene sufriendo y sigue empeorando significativamente.

Las complicaciones son varias y vienen desde hace largo tiempo, pero es hora de que los responsables (tanto el Municipio como los dueños de los panteones, nichos y tumbas) se hagan cargo de la situación y el cementerio se convierta en un lugar donde los difuntos puedan descansar en paz.

Es tiempo para que los vivos se hagan cargo de sus tareas en lugar de faltar el respeto a aquellos que ya no pueden pedir respuestas.