Pergamino

Recolector de residuos, un oficio duro, peligroso y muy poco valorado


 Un claro ejemplo de basura que no va al contenedor verde (MAXIMILIANO QUINTEROS)

'' Un claro ejemplo de basura que no va al contenedor verde. (MAXIMILIANO QUINTEROS)

Maximiliano Quinteros tiene 25 años y ejerce este trabajo hace tres. A través de su testimonio narra los riesgos que padecen quienes desarrollan esta tarea cada día. En los contenedores encuentran desde escombros, vidrios, basura suelta hasta animales muertos, como los restos de un caballo. La importancia de toda la población de tomar conciencia.


No son basureros, son recolectores de residuos. Más allá de la primera despreciable etiqueta, hay pergaminenses que valoran su valiosa labor, mientras que otros creen que tienen un derecho divino para tratarlos mal.

Podría ser motivo de análisis para la psicología o la sociología porqué un niño saluda emocionado desde la puerta de su casa al recolector de basura cada noche y unas décadas más adelante lo desprecia.

Juntar la basura es un trabajo duro, pero existen muchos vecinos que lo hacen más duro todavía. Quien haya visto a los encargados de la higiene urbana en plena faena, nota que es un oficio que requiere destreza física, insensibilidad ante olores nauseabundos y guapeza para meter las manos donde no muchos no lo harían.

Maximiliano Quinteros tiene 25 años y hace tres que ejerce este noble oficio que no conoce de altas temperaturas, lluvias, viento o granizo. LA OPINION habló con él no solo para reflejar el día a día de su tarea, sino también para concientizar a muchos vecinos sobre la correcta disposición de los residuos.

“El día más pesado de todos es el lunes, entramos a las 19:30 y los camiones salen a las 20:00 para realizar el recorrido. Es el día con más trabajo porque se junta la basura del sábado y la del domingo. Habitualmente no tenemos un horario fijo de finalización de tareas, trabajamos hasta juntar toda la basura y terminar el recorrido. Los lunes normalmente son las 5:00 y estamos haciendo el último viaje al basural”, cuenta Maximiliano, quien agrega que ese día realizan hasta tres viajes hasta la planta de tratamiento de residuos.

Pros y contras

El sistema de contenedores verdes y campanas de colores implementado por el Municipio para la disposición de los residuos reciclables trajo algunos pros y contras respecto de la seguridad de los recolectores: “Antes cuando íbamos canasto por canasto teníamos que ir corriendo, saltando, subiendo y bajando del camión; agarrábamos las bolsas con las manos y algunas tenían espinas, vidrios y hasta jeringas. En cambio la disposición de contenedores nos favoreció en cuanto a la seguridad porque bajamos del camión solamente donde está el contenedor, lo enganchamos, lo bajamos y seguimos con otro”, contó Maximiliano, quien narró sentirse afortunado por no haber sufrido aún algún tipo de accidente mientras recolectaba los residuos, suerte que no tuvieron otros compañeros de trabajo: “Esta semana un compañero se abrió un dedo al agarrar una bolsa llena de vidrios”, narra algo indignado.

Para no copiar: basura dentro de las campanas amarillas y azules. (MAXIMILIANO QUINTEROS)

Un duro oficio

La vida en este oficio es muy sacrificada. Muchas veces las personas tienen poca consideración con la labor que llevan adelante los recolectores al arrojar a los contenedores basura suelta o elementos cortantes: “La gente tira de todo al contenedor, antes no lo hacía porque tenía que dejar la bolsa de basura en su canasto. Si un vecino tenía escombros no los dejaba junto a la basura porque el Municipio le hacía una multa y no la sacaba fuera de horario porque también los inspectores lo multaban”, analiza Quinteros.

Da algunos ejemplos espeluznantes de la falta de conciencia de mucha gente: “Cuando no había contenedores no dejaban animales muertos al lado de las bolsas de basura, en cambio ahora hemos encontrado perros, gatos, ovejas, gallinas y chanchos..Una vez con un compañero encontramos las patas y la cabeza de un caballo, ver eso es horrible. No se puede creer las cosas que se encuentran”.

La falta de respeto hacia los recolectores, y hacia el prójimo también, queda en evidencia ante el testimonio de Maximiliano: “Cuando hay un animal muerto en un contenedor, el olor se siente a muchas cuadras, es impresionante el olor que genera. Después los vecinos se quejan y nos echan la culpa o al camión que no pasa, cuando el recorrido se realiza todos los días. Estas cuestiones se repiten en casi todos los barrios: contenedores con escombros, vidrios, animales muertos, basura sin embolsar, pasto, bolsas en canastos teniendo el contenedor a 50 metros”, explicó.

Quinteros relata también que toda esa basura suelta tienen que juntarla a mano y cargarla en el camión porque si no se sigue acumulando “generando mal olor y malestar en la gente, siempre hay alguien que dice que no hacemos nuestro trabajo, pero lo que no corresponde es tirar ese tipo de basura en los contenedores.

“A quien le quepa el sayo, que se lo ponga” dice un viejo proverbio. Según refiere Maximiliano existen fruterías, verdulerías, pollerías, carnicerías, restaurantes y comercios gastronómicos que suelen tirar en los tachos de basura verde los desechos sin embolsar, lo que también genera olores nauseabundos y molestias en los vecinos.

Maximiliano Quinteros sugiere que una solución al problema de la basura es reciclar. (LA OPINION)

Solucione

Aunque cada lector podrá ensayar un sinnúmero de respuestas a esta temática, LA OPINION le preguntó a Maximiliano cuáles son a su criterio las posibles: “Una solución es separar la basura, reciclar, para eso están las campanas de colores, si la gente hiciera eso habría un gran cambio y sería todo mucho más fácil. La gente sabe en qué horario puede sacar la basura, pero como nadie controla algunos hacen lo que quieren, tampoco le pueden hacer multa a todo el mundo porque es imposible. En el barrio Centro, donde hay muchos comercios, se culpan unos a otros porque tal o cual llenó el contenedor y, como no tiene donde dejar la basura, le dejan a un costado. Pero la gente sabe días y horarios, qué pueden tirar y qué no en los contenedores. La gente tiene que tomar conciencia, creo que pasa por ahí la solución”.

Ser recolector de basura es una tarea ingrata, riesgosa y poco valorada. Sin embargo, su función es crucial para el bienestar de la comunidad, la misma que debería dejar de mirar para otro lado y empatizar con ellos y con los vecinos.


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