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Salud Mental por dentro: un espacio que se debate entre los nuevos paradigmas y la vieja infraestructura


 El lugar fue conocido históricamente como “Hospital Llanura” y guarda parte de esa historia en el imaginario colectivo (LA OPINION)

'' El lugar fue conocido históricamente como “Hospital Llanura” y guarda parte de esa historia en el imaginario colectivo. (LA OPINION)

LA OPINION recorrió el pabellón del Hospital San José donde se aloja a los pacientes que atraviesan internaciones psiquiátricas. Aunque se realizaron algunas refacciones, los problemas edilicios se imponen. En materia de atención el compromiso del equipo de salud compensa las carencias. La sociedad lo sigue considerando como “el manicomio” sin que emerja una mirada empática hacia el “padeciente”.


Recorrer el Servicio de Salud Mental del Hospital Interzonal General de Agudos San José es introducirse en un universo en el que confluyen la atención de las personas que tienen padecimientos severos y las carencias estructurales que son comunes a muchos de los espacios de internación psiquiátrica que están bajo la órbita del sistema público de salud. Estas carencias tienen que ver en su mayoría con serios problemas de infraestructura y se compensan con el esfuerzo que hacen los integrantes del equipo de salud por sostener la tarea sin resentir los servicios, brindando una atención que en el marco de lo que impone la Ley de Salud Mental vigente.

Para la producción de este informe, y atendiendo a que en los últimos tiempos han sido recurrentes las voces que se pronunciaron interesadas en conocer “la realidad” que afronta el Servicio de Salud Mental del nosocomio, LA OPINION realizó una visita en la que de primera mano pudo observar por un lado las dinámicas de funcionamiento de este espacio y la articulación con otros actores del sistema sanitario; y por el otro, las condiciones generales de la infraestructura.

Lejos de cualquier subjetividad, la observación tuvo el propósito de conocer cómo se trabaja en el servicio, qué prestaciones se brindan y qué necesidades experimentan quienes a diario ejercen su labor en el campo de la salud mental formando parte del engranaje del efector de salud pública más importante de la ciudad y la región en esta materia.

La sala tiene capacidad para el alojamiento de hombres y mujeres- cuenta con cuatro camas para pacientes masculinos y cuatro para personas del sexo femenino-. En la actualidad el promedio de internaciones mensuales es de seis pacientes, pero en este momento solo uno está alojado en el Servicio. Según refirieron integrantes del equipo, se trata de un paciente crónico “que vive aquí” y que alterna su estadía entre el pabellón de internación y la sala de Clínica Médica del Hospital donde pasa determinadas horas.

Es el único servicio con lugar de internación en el área de jurisdicción de la Región Sanitaria IV, aunque en el contexto de la normativa vigente las derivaciones están condicionadas a la posibilidad de que los pacientes de otras localidades puedan ser asistidos en los hospitales generales de sus ciudades de origen, siempre que allí haya profesionales especializados en el campo de la psiquiatría para asistirlos. A pesar de ello, la atención de personas de una amplia zona es una constante, fundamentalmente en la consulta ambulatoria tanto de psicología como de psiquiatría.

Al cruzar la puerta de entrada, un hall oficia de ámbito donde se concretan las visitas de los familiares que no siempre existen, o no siempre acuden a acompañar a aquellos que están transitando por un período de internación psiquiátrica.

Para llegar a los pabellones de internación, hay que atravesar un office de Enfermería que en un futuro aspira a transformarse en una recepción. A un lado está la sala de internación de hombres, con sus respectivos baños; y al otro una estructura en espejo es la que se ofrece a las mujeres. Entre una y otra hay un pasillo poco iluminado, cuyas paredes guardan marcas de humedad. Hay una sala de ropería y un comedor que en los meses de invierno, debido a los inconvenientes que supone calefaccionar un edificio de techos extremadamente altos, se convierten en espacios de internación. Según señalan quienes trabajan en el Servicio, una refacción realizada hace tiempo provocó la rotura de un elemento que dejó a la sala sin gas natural. Se requiere de una obra mayor de infraestructura para readecuar la instalación y conseguir que la empresa Litoral Gas habilite nuevamente el servicio. En esta coyuntura, desde la dirección del Hospital se proveyó de artefactos eléctricos para el acondicionamiento del espacio, aunque aseguran que la sobrecarga por el uso provoca algunas veces inconvenientes en el suministro de luz.

Nuevas dinámicas y viejos prejuicios

Según refieren distintos actores del Servicio, los tiempos de internación son “reducidos” por cuanto la ley impone que sean breves en los casos en que resulte posible. Pero también hay pacientes que viven allí, porque son considerados “crónicos” y no tienen familia o espacios de referencia donde ser derivados. Forman parte de la propia fisonomía de este lugar que aunque integra la estructura hospitalaria funciona en el viejo pabellón del “Hospital Llanura” y guarda en la memoria colectiva las imágenes del tiempo en el que el paciente psiquíatrico o “el loco” era excluido de la sociedad. Hoy el paradigma de abordaje y la atención han cambiado. Sin embargo, la aplicación de los conceptos en la práctica real se ve muchas veces condicionada por las dificultades que padecen estos lugares que suelen pasar inadvertidos a los ojos de la sociedad que los sigue mirando con indiferencia. A menos que alguna situación de alarma los ubique en la escena pública convocando la atención de algunos.

La infraestructura, una necesidad

La principal falencia del Servicio de Salud Mental aparece en materia de infraestructura. Como si siempre se estuviera esperando la “gran obra”, el pabellón experimenta el deterioro de cualquier estructura “vieja” que durante años estuvo ajena a un plan de mantenimiento. El esfuerzo que hace la propia comunidad hospitalaria y los paliativos que se han hecho, no logran resolver lo estructural. Aunque en los últimos tiempos se han ejecutado algunas mejoras, en relación al reacondicionamiento de determinados espacios- fundamentalmente para la atención de consultorios externos-a la luz del estado general del edificio, las intervenciones han sido insuficientes y escapan a la posibilidad cierta del propio Hospital de poder resolverlas con recursos propios.

Con las deficiencias edilicias que son evidentes, el pabellón también tiene la nobleza de las viejas construcciones. Y en este sentido, distintos actores consultados ponen de manifiesto la controversia entre “la gran obra” y las “intervenciones que permitan mejorar lo existente”.

Desde la Dirección del nosocomio se han realizado las gestiones ante Nación para el otorgamiento de un subsidio enmarcado en un programa de mejoramiento de la infraestructura de los dispositivos de Salud Mental. Según consultas efectuadas por LA OPINION, el proyecto fue aprobado pero aún no hay confirmación de la llegada de los fondos para avanzar en una obra que confieran al espacio no solo una nueva fisonomía sino una mejor funcionalidad.

El espacio aloja a hombres y mujeres. Los tiempos de internación suelen ser breves, en consonancia con la Ley de Salud Mental. (LA OPINION)

 

Los consultorios

El espacio de atención ambulatoria tiene un ingreso independiente y las salas de espera fueron armadas en lugares que antes estaban destinados a la internación. La intención de las autoridades hospitalarias es poder separar los consultorios destinados a la atención infanto juvenil de la de adultos. Pero para ello falta equipar con mobiliario los espacios que hace un tiempo se reacondicionaron producto de una obra costeada con recursos del propio Hospital.

Los consultorios están en buen estado. Sobre todo el espacio destinado a la atención de niños y adolescentes. Es el único ámbito “colorido”, matizado con las producciones de los propios pacientes.

Quienes llegan para ser atendidos en los consultorios externos son personas con o sin cobertura social. Incluso refieren que hay muchos mutualizados que lo hacen porque en el sector privado la mayoría de los psiquiatras no atienden por obras sociales. Con el aporte que realizan denunciando su cobertura social, el nosocomio recibe recursos que ingresan a través de un sistema de recupero que se conoce como Samo. La gente que acude para ser atendida llega con problemas muy diversos y todos comprenden las falencias que posee el lugar, pero destacan la calidad de la atención profesional tanto de los psicólogos como de los psiquiatras. Hay una atención que en el marco de un nuevo paradigma se ha “humanizado” y quizás en la consulta ambulatoria es donde más se advierte esta característica de la atención en salud mental.

La infraestructura es el aspecto más urgente de resolver en el Servicio. (LA OPINION)

Una realidad común

Lo que devuelve la observación no escapa a la realidad que experimentan otros efectores de salud. Eso supone un gran esfuerzo de los equipos de salud abocados a brindar el servicio. Quienes trabajan no piensan en el contexto sino en las necesidades de los pacientes para llevar adelanta su labor. Ni los sueldos son altos, ni las dificultades escasas. Sin embargo, hay vocación. Valoran el trabajo en equipo que se da en la órbita hospitalaria y eso facilita la posibilidad de sortear las dificultades. Frente a la persona con un padecimiento mental, ven el todo, no solo la patología psiquiatra. Incluyen la cuestión social para lograr un abordaje más integral y humanizado.

En la actualidad, los planteles de personal están cubiertos, solo faltaría poder conseguir el nombramiento de algún tallerista para el dispositivo de Hospital de Día y contar con algún psiquiatra más para el refuerzo de la cobertura de guardia o las vacaciones. La mayor falencia es de infraestructura.

Es un lugar que tiene “mucha historia” y en el imaginario colectivo ese historial pesa y persiste. La gran tarea es revertir esa concepción. Y para ello es necesario no solo abrirse a la comunidad sino promover que la propia sociedad observe la atención en materia de salud mental de un modo diferente, sin estigmatización ni prejuicios.

Al salir del lugar, queda casi la certeza de que los servicios de salud mental, a pesar del cambio de paradigma, siguen siendo invisibles a los ojos de la sociedad y de los decisores de política pública. Falta aún que la propia comunidad pueda advertir lo que sucede en estos espacios olvidados y visibilizarlos. Resta desarrollar la empatía, un sentimiento que permitiría ponerse un poco más en el lugar del “padeciente”.

Las últimas gestiones

#En los últimos tiempos se completó el plantel profesional del Servicio de Salud Mental, producto de gestiones realizadas por la actual dirección hospitalaria ante el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.

#Con recursos propios del Hospital se concretaron algunas mejoras que resultan solo paliativas para mejorar la infraestructura. Así, se repararon techos y se realizaron trabajos de plomería. Esto se realizó con personal del Hospital. También se reforzó la iluminación del predio que rodea al Servicio, se colocaron cámaras y se ordenó el espacio exterior. La dificultad para avanzar en la reparación del caño para el restablecimiento del servicio de gas natural es reconocida por las autoridades hospitalarias que aseguran no poder afrontar ese gasto -presupuestado en 90 mil pesos- con recursos propios. La Cooperadora del nosocomio tampoco dispone de esos fondos. Fue denegado un pedido efectuado al Ministerio para que costee esta reparación en forma extraordinaria.

#Se gestionó el otorgamiento de un subsidio ante Nación para la reforma integral del Servicio. El proyecto fue aprobado, pero aún no se tienen precisiones sobre la llegada de estos fondos.

Pedido de informes

Hace unas semanas el concejal Cristian Settembrini presentó un proyecto para que el Departamento Ejecutivo Municipal solicite a las autoridades del Hospital San José un informe respecto del Servicio de Salud Mental del Hospital San José. Tiempo antes actores del propio sistema sanitario habían alertado sobre algunas deficiencias y exigido respuestas a las autoridades ministeriales. Por fuera de estas iniciativas, no es frecuente que la dirigencia se interese, ni se observa una vocación cierta y persistente de colaborar con la resolución de los problemas que suceden en este y otros espacios en el campo de la salud pública.


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